Haití y el renacer de su ejército: ¿un paso firme hacia la estabilidad o una ilusión ante el caos?

Con el entrenamiento de 143 soldados en México, el país caribeño busca reorganizar su fuerza militar para enfrentar la violencia de las pandillas. Pero, ¿será suficiente?

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Por primera vez en décadas, Haití está apostando nuevamente por su ejército como pilar para recuperar el control territorial y la estabilidad política. En un contexto donde cerca del 90% de la capital, Puerto Príncipe, está bajo el dominio de pandillas, el Estado haitiano ha enviado a 143 hombres y mujeres a recibir entrenamiento militar en México. ¿Es esta una medida eficaz? ¿Qué representa este esfuerzo conjunto con el gobierno mexicano frente a la devastadora crisis de seguridad y gobernabilidad que vive el país?

Una necesidad urgente: Haití frente a su inseguridad crónica

Desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021, Haití ha experimentado un deterioro alarmante en sus estructuras políticas y de seguridad. Las bandas armadas, muchas de ellas mejor equipadas y organizadas que las fuerzas del orden, se han adueñado de vastas zonas urbanas y rurales.

Organizaciones humanitarias y observadores internacionales han reportado un incremento significativo en delitos como secuestros, asesinatos masivos, violencia sexual y extorsión. Estas prácticas se han convertido en el día a día para millones de haitianos.

Pero el colapso institucional y el debilitamiento de las fuerzas del orden ha llevado al gobierno haitiano a reanudar el proyecto de restauración del ejército, desarticulado en 1995 tras acusaciones de violaciones de derechos humanos y participación en golpes de Estado.

Entrenamiento militar en México: una alianza estratégica

En julio pasado, el gobierno haitiano anunció un acuerdo con México para brindar entrenamiento básico a una nueva generación de soldados. Durante ocho semanas, 128 hombres y 15 mujeres se formaron en autodefensa, tiro, resistencia física y capacitación sobre derechos humanos.

En la ceremonia de graduación, el teniente coronel Juan Manuel Campos Rodríguez, director del centro de entrenamiento militar mexicano, se dirigió a los soldados haitianos: “A partir de hoy regresan a su nación con conocimiento militar y fuerza física y espiritual para servir lealmente a su pueblo y a su autoridad democráticamente elegida.”

Por su parte, el embajador haitiano en México, Hubert Labbe, valoró de forma positiva la colaboración bilateral: “Las habilidades adquiridas mejoran sustancialmente la capacidad operativa del ejército haitiano y permiten brindar mayor protección al pueblo haitiano.”

El ejército haitiano: historia de esperanza fallida

El ejército haitiano fue oficialmente disuelto en 1995 por el entonces presidente Jean-Bertrand Aristide, quien percibía a la institución como una herramienta de represión y golpe de Estado. Desde 1804, año de su independencia, Haití experimentó más de 33 golpes militares y gobiernos autoritarios, muchos impulsados o respaldados por sus fuerzas armadas.

En 2017, el presidente Moïse anunció la reactivación del ejército con un enfoque más moderno e institucional, destinado a enfrentar desastres naturales y colaborar en tareas de seguridad nacional. Sin embargo, el proceso fue lento y carente de una estrategia coherente, además de estar plagado por una grave falta de presupuesto, recursos y entrenamiento.

Este nuevo intento de levantar una institución profesional y respetuosa de los derechos humanos es parte de un esfuerzo más amplio para recuperar la institucionalidad perdida.

Una fuerza armada disminuida y un contexto caótico

Los 143 soldados retornando desde México representan una gota en el mar. Haití no cuenta ni con armamento suficiente ni con infraestructura militar moderna para mantener y capacitar batallones a gran escala.

Actualmente, la Policía Nacional de Haití (PNH), con unos 9,000 efectivos activos, debe enfrentar a más de 200 pandillas armadas cuyo control se expande sobre barrios enteros y regiones rurales.

Según un informe de 2023 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), más del 75% de los crímenes en Haití son cometidos dentro de zonas bajo dominio de grupos criminales, y el 60% de los secuestros ocurren en áreas urbanas densamente pobladas como Carrefour, Delmas y La Saline. La falta de presencia del Estado es total.

¿Puede el ejército desempeñar un rol real frente a las pandillas?

Las expectativas en torno a la nueva fuerza militar haitiana son elevadas, pero los desafíos son estructurales. Entre ellos:

  • Falta de equipamiento: Sin blindados, armamento moderno ni sistemas de comunicación efectivos, su capacidad en combate es limitada.
  • Escaso entrenamiento: Ocho semanas es apenas un módulo de formación básica; la preparación real para conflictos internos toma años.
  • Riesgo de abusos: La historia de abusos a los derechos humanos por parte del ejército haitiano sigue fresca en la memoria colectiva.
  • Ausencia de coordinación táctica y estratégica: No existe aún una doctrina ni un plan articulado para el despliegue del ejército.

El teniente del ejército haitiano, Accilien Jimmy, dijo al finalizar el entrenamiento: “Este tipo de apoyo es esencial para que las Fuerzas Armadas Haitianas aumenten su capacidad de operación y puedan brindar seguridad y paz a nuestra nación.”

Sin embargo, el contexto pone en duda ese optimismo. ¿Cómo enfrentarse cara a cara con pandillas como G9 Family o 400 Mawozo, que disponen de fusiles automáticos, estructuras jerarquizadas e incluso vínculos con el narcotráfico internacional?

¿Y la comunidad internacional? Multinacionales y promesas sin resultados

En respuesta a la creciente violencia, la ONU aprobó el despliegue de una fuerza multinacional liderada por Kenia, lo que marcó la primera intervención de fuerzas extranjeras desde la retirada de la misión de paz de la ONU (MINUSTAH) en 2017.

Sin embargo, las primeras unidades kenianas aún no han hecho una diferencia real. Incluso, Estados Unidos y Panamá propusieron recientemente aumentar esta delegación a 5,550 efectivos internacionales con capacidad de detención y patrullaje independiente.

Pero la realidad es que la violencia sigue creciendo. La confianza popular en la comunidad internacional se ha erosionado profundamente luego de tragedias como la introducción del cólera por parte de tropas internacionales en 2010, que causó la muerte de más de 10,000 personas.

¿Una ilusión o el inicio de un proyecto a largo plazo?

La formación militar en México es, sin duda, un paso positivo hacia la reconstrucción del aparato estatal haitiano. Representa simbolismo, cooperación internacional y establecimiento de lazos con actores regionales importantes como México.

Pero también es una medida perentoria, insuficiente por sí sola, para revertir un escenario de violencia estructural. Sin reforma judicial, inversión social y fortalecimiento institucional, cualquier despliegue militar corre el riesgo de desencadenar más violencia que soluciones.

Haití necesita más que soldados para salir adelante: necesita justicia, educación, salud, democracia y estabilidad. La formación de sus fuerzas armadas puede ser uno de los caminos, siempre y cuando se articule con una visión de futuro y profundo compromiso político.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press