La guerra silenciosa de Trump contra la migración profesional y las universidades de élite
El expresidente intensificó su cruzada contra visas H-1B, Harvard y datos personales de los beneficiarios de programas sociales en EE.UU.
El H-1B bajo fuego: ¿protección laboral o nativismo encubierto?
Durante su administración, Donald Trump promovió un cambio radical en la política migratoria estadounidense, siendo una de las principales áreas de enfoque los visados de trabajo para trabajadores altamente cualificados. El visado H-1B, creado en 1990, permite a empresas estadounidenses contratar trabajadores extranjeros con títulos universitarios en campos como ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). Originalmente diseñado para suplir la falta de talento local, el programa se convirtió en centro de una intensa batalla política.
Uno de los pasos más drásticos de Trump fue proponer una tarifa de solicitud de $100,000 para este tipo de visa, un aumento astronómico frente a los costos anteriores. Esta medida pretendía limitar la entrada de profesionales extranjeros, bajo el argumento de que los salarios bajos de estos trabajadores contrastaban con los más de $100,000 pagados a profesionales estadounidenses.
La paradoja del programa: talento vs. subcontratación
A pesar de sus intenciones, el programa H-1B ha sido criticado tanto por derecha como por izquierda. Por un lado, los republicanos lo ven como una vía para sustituir trabajos estadounidenses. Por otro, sindicatos y grupos laborales señalan que los trabajadores extranjeros son mal remunerados y con escasa protección laboral.
Empresas tecnológicas como Amazon, Microsoft, Google y Apple figuran entre los principales beneficiarios del programa. Sin embargo, casi la mitad de las visas se otorgan a empresas de consultoría tecnológica como Infosys, Tata Consultancy o Cognizant, muchas de las cuales subcontratan a trabajadores de la India con salarios reducidos.
“Están entrando en la lotería solo para contratar personas que luego alquilan a otras grandes compañías”, dijo Doug Rand, exdirector de servicios migratorios bajo la administración Biden.
Además, muchas de estas visas se asignan para puestos junior, no para posiciones de liderazgo. Esto genera sospechas sobre si el programa cumple con su objetivo original. En 2024, las solicitudes al sistema de lotería del H-1B se redujeron cerca de un 40%, después de que el gobierno federal tomara medidas contra prácticas fraudulentas como la presentación masiva de solicitudes duplicadas.
Melania Trump y la contradicción migratoria
Una nota irónica dentro del debate es que Melania Trump utilizó una visa H-1B en 1996 para trabajar como modelo. Esto destaca la contradicción entre la retórica anti-inmigrante del expresidente y la experiencia personal de su familia.
Harvard y las universidades: el enemigo intelectual
El ataque a Harvard representa otro frente dentro de la estrategia de Trump de enfrentarse a lo que él denominaba “la élite liberal”. Bajo la gestión de Linda McMahon, Secretaria de Educación, el gobierno impuso a Harvard una “monitorización financiera intensificada” y retuvo $2.6 mil millones en fondos federales de investigación. Esta decisión fue criticada como una maniobra ideológica más que fiscal.
Trump también exigió que la universidad entregara documentos sobre sus prácticas de admisión que, según afirmaba, favorecían a grupos raciales sobre otros. Todo esto ocurrió a pesar de que Harvard cuenta con un fondo de dotación de $53 mil millones, el más alto de cualquier universidad en el mundo.
El ataque culminó luego de la decisión de la Corte Suprema de 2023 de prohibir el uso de la raza como criterio en admisiones universitarias. En un fallo histórico, el tribunal resolvió la demanda que estudiantes presentaron en 2014 contra Harvard, alegando discriminación contra estudiantes blancos y asiáticos.
La vigilancia sobre beneficiarios de asistencia social
El esfuerzo de la administración Trump por recolectar datos personales de residentes que reciben ayuda alimenticia (SNAP, antes conocido como “cupones de alimentos”) alarmó a 21 estados y Washington D.C., quienes denunciaron intentos del gobierno de usar esta información para fines de deportación masiva.
Un fallo judicial impidió temporalmente la recopilación de esta información. En su resolución, la jueza Maxine Chesney aseguró que el gobierno planeaba usar los datos para propósitos “prohibidos por la ley SNAP”. El programa asiste a más de 42 millones de personas en EE.UU., siendo 100% financiado por el gobierno federal pero administrado por los estados.
“Esto forma parte de un esfuerzo mayor del gobierno de Trump para erradicar el uso indebido de programas públicos... pero también puede facilitar la colaboración entre distintas agencias para deportaciones masivas sin el necesario control judicial”, alertaron grupos de derechos.
Según el Departamento de Agricultura, si los estados no entregaban la información, se enfrentarían a posibles cortes del financiamiento. Esto llevó a una coalición de estados a interponer demanda contra el gobierno federal.
Tres frentes, una misma guerra
Lo que une estos tres temas —el H-1B, Harvard y SNAP— es una obsesiva estrategia centralizada de control de datos, derribo institucional y nacionalismo económico. Bajo la promesa de “America First”, Trump fue más allá del discurso: cambió leyes, firmó decretos y utilizó el poder presidencial para atacar frentes que, a su juicio, socavaban su visión de nación.
- Visas H-1B: Propuesta de encarecimiento extremo y reformas para reducir ingresos de extranjeros altamente cualificados.
- Universidades de élite: Castigos financieros, auditorías y demandas para eliminar la equidad racial y, según él, la “ideología liberal”.
- Datos de programas sociales: Presión a los estados para entregar información sensible bajo la justificación de eficiencia administrativa.
Lejos de ser medidas aisladas, estos episodios marcan una deriva hacia una administración que usó todas las herramientas a su disposición para remodelar —e incluso castigar— sectores del país que no favorecían su visión.
Como escribió el juez que falló a favor de Harvard en la restitución de fondos: “La administración ha emprendido un asalto motivado ideológicamente contra las principales universidades del país.”
¿Reforma o revancha?
Las propuestas de Trump se presentan como reformas necesarias para proteger al trabajador estadounidense, garantizar la equidad en la educación y combatir el fraude en programas sociales. Pero sus críticos —desde académicos hasta legisladores— ven algo muy distinto: una agenda revanchista y polarizante que persigue a los inmigrantes, castiga a las universidades de élite y usa los datos personales como herramientas de ataque.
¿Será esta visión retomada si Trump vuelve al poder? Muchos analistas creen que sí. Lo cierto es que los pilares de esta agenda siguen latentes: desconfianza hacia el exterior, confrontación con las élites intelectuales y uso del Estado con fines políticos.