Tragedia en la Nieve: ¿Hasta Cuándo Ignoraremos la Seguridad en el Esquí de Alta Competencia?
Las muertes de jóvenes promesas del esquí alpino reavivan el llamado a revisar la seguridad en entrenamientos y competencias. ¿Está haciendo lo suficiente la FIS para proteger a sus atletas?
Por tercera vez en menos de un año, Italia llora la muerte de uno de sus jóvenes talentos en el esquí alpino. Matteo Franzoso, un prometedor esquiador de 25 años, falleció tras un brutal accidente en un entrenamiento en Chile, justo un día antes de su cumpleaños.
Los accidentes en el esquí no son novedad, lamentablemente. Sin embargo, la tragedia de Franzoso ocurre en un contexto que hace cada vez más urgente una amplia revisión sobre la seguridad de las pistas, la responsabilidad de las federaciones nacionales e internacionales y los protocolos de entrenamiento para los atletas de elite.
Una trágica repetición: ¿cuántos más?
Franzoso no es un caso aislado. Su muerte parece seguir una secuencia temida por todos en el mundo del esquí competitivo. En octubre pasado, Matilde Lorenzi, de 19 años, perdió la vida tras un accidente en entrenamiento. En marzo, Marco Degli Uomini, de 18 años, murió al probar una pista para un torneo infantil. Solo un mes después, la francesa Margot Simond también falleció durante una sesión preparatoria.
Uno podría pensar que estos hechos serían suficientes para desatar una respuesta inmediata, contundente y colectiva. Pero sigue predominando la inacción.
“¿Cuántas pérdidas trágicas más debemos enfrentar antes de abrir el debate sobre la seguridad?”, escribió en Instagram el veterano Adrien Theaux, representante destacado de Francia.
Un deporte extremo con reglas obsoletas
Si bien las carreras de esquí alpino exigen reflejos, fuerza y precisión milimétrica, también están sujetas a condiciones naturales imprevisibles. La nieve cambia con cada hora del día, el viento afecta la estabilidad y la visualización y, en muchos casos, no hay margen para errores. Con velocidades que superan los 140 km/h en pruebas como el descenso, un fallo en la infraestructura de seguridad puede costar vidas.
Franzoso falleció tras atravesar dos niveles de protección y estrellarse contra una tercera barrera a más de 6 metros del curso principal en La Parva, Chile. Según el comunicado de la Federazione Italiana Sport Invernali (FISI), “el impacto le causó un trauma craneal del que no pudo recuperarse”.
El precedente de David Poisson
En 2017, el mundo del esquí ya había sido sacudido por la muerte de David Poisson, exmedallista francés en mundiales, durante un entrenamiento en Canadá.
Las similitudes entre ambos casos despiertan preguntas inevitables: ¿por qué no se han implementado protocolos homogéneos y universales de seguridad? ¿Por qué siguen existiendo diferencias tan marcadas entre pistas de competencia y pistas de entrenamiento?
Reacción emocional y decisiones personales
Christof Innerhofer, compañero de Franzoso y veterano del equipo italiano, acababa de terminar una bajada cuando ocurrió el accidente. Al subir nuevamente por el telesilla y ver la escena del impacto, decidió abandonar el campamento de entrenamiento y regresar a Italia.
“Matteo, cuando vi el lugar donde caíste y cómo te asistían al otro lado de la malla, me di cuenta de la gravedad. Fueron los días más difíciles de mi vida como atleta”, escribió en sus redes.
¿Qué está haciendo la FIS?
Ante el clamor creciente de atletas, familiares y federaciones, la Federación Internacional de Esquí y Snowboard (FIS) se ha visto obligada a emitir declaraciones públicas.
La FIS anunció que intensificará el "diálogo con los stakeholders" y recordó que este año se implementarán nuevas normativas. Entre ellas:
- Uso obligatorio de air bags en disciplinas de velocidad como el downhill y super-G.
- Ropa interior antidesgarro para proteger de cortes profundos causados por cantos metálicos de los esquís.
Pero los críticos consideran que estas medidas, aunque útiles, no abordan el problema de fondo: la desregulación y falta de supervisión de los entrenamientos.
¿Es hora de crear pistas exclusivamente para entrenar?
La FISI ha propuesto oficialmente que la FIS coordine entrenamientos internacionales en pistas especialmente diseñadas para eso. La idea implica la creación de al menos dos cursos en el hemisferio sur durante el verano boreal y varias opciones en Europa y Norteamérica para el invierno.
Estas pistas tendrían las misma calidad y medidas de seguridad que las de la competencia, incluyendo cámaras de monitoreo, equipos médicos permanentes y protecciones clase A, B y C.
La cuestión es si los intereses comerciales (como el uso compartido de centros de esquí por turistas) permitirán llevar adelante estas iniciativas con rapidez o quedarán en promesas vanas.
Ídolos con historias marcadas por el peligro
Figuras legendarias del esquí también han padecido la fragilidad del deporte. Lindsey Vonn, por ejemplo, entrenó en la misma pista de La Parva días antes del accidente de Franzoso. Mikaela Shiffrin sufrió una violenta caída en Cortina en 2024, mientras que Cyprien Sarrazin fue operado tras sufrir una hemorragia cerebral a raíz de otro impacto en Bormio, uno de los escenarios de los próximos Juegos de Invierno Milano-Cortina 2026.
Estos casos no solo muestran la delgada línea entre gloria y tragedia, sino que refuerzan la necesidad de planes preventivos acordes al nivel de exigencia del deporte.
Una generación entre la esperanza y el luto
La muerte de Franzoso representa la pérdida no solo de una vida, sino también de una generación que intenta sobresalir en un deporte donde el margen de error es nulo.
Su funeral se llevará a cabo en Sestriere, su casa adoptiva en las montañas del Piamonte, donde también se disputaron pruebas de esquí durante los Juegos Olímpicos de Invierno en Turín 2006.
Mientras tanto, la comunidad del esquí no puede darse el lujo de seguir sumando tragedias. Las palabras de Lucrezia Lorenzi, hermana de Matilde y esquiadora profesional, resuenan como una súplica universal:
“Ya es hora de parar. No se puede salir a esquiar y no regresar a casa.”
La próxima temporada del Circo Blanco comenzará en octubre en Sölden, Austria. El mundo del esquí competirá, sí, pero con una pregunta latente en el aire: ¿estamos haciendo lo suficiente para cuidar a quienes le dan vida a este deporte?