Cuando el pasado explota: La amenaza silenciosa de las bombas sin detonar de la Segunda Guerra Mundial

A 80 años del conflicto, ciudades como Hong Kong todavía enfrentan peligros reales provocados por artefactos explosivos escondidos bajo el concreto moderno

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

Por décadas, el eco de la Segunda Guerra Mundial ha reverberado en la historia, la política y la cultura. Pero, en algunas ciudades del mundo, como Hong Kong, ese eco resuena bajo tierra, en forma de bombas sin detonar que siguen representando una amenaza mortal.

El hallazgo más reciente: una bomba de 450 kilogramos en Quarry Bay

La noche del viernes 19 de septiembre se vivió una operación de alto riesgo en Hong Kong, cuando autoridades locales evacuaron a unos 6.000 habitantes de aproximadamente 1.900 viviendas en Quarry Bay, una zona densamente poblada de la isla. ¿La razón? El hallazgo de una bomba de fabricación estadounidense, de casi 5 pies de longitud (1,5 metros) y 450 kilogramos de peso, que permanecía enterrada desde la Segunda Guerra Mundial.

El artefacto fue descubierto por obreros que trabajaban en una construcción. El oficial de policía Andy Chan Tin-Chu confirmó a la prensa que se trataba de una bomba de alto poder explosivo, lo que obligó a un complejo operativo de desactivación que duró más de 12 horas. El proceso finalizó durante la mañana del sábado, sin dejar heridos ni daños materiales gracias a la meticulosa labor de los expertos.

Herencia explosiva de la Segunda Guerra Mundial

Este incidente no es aislado. En realidad, se enmarca dentro de una serie de hallazgos similares que ocurren periódicamente en Hong Kong y otras zonas de Asia y Europa, donde la guerra dejó huellas materiales muy reales. Durante la ocupación japonesa de Hong Kong (1941-1945), esta ciudad fue blanco de intensos bombardeos aliados, que buscaban cortar líneas logísticas japonesas. Como resultado, muchas bombas no explotadas quedaron sepultadas bajo el suelo urbano creciente.

Según el Departamento de Servicios de Demolición de Explosivos de Hong Kong, se han identificado al menos 50 bombas de la Segunda Guerra Mundial en los últimos 30 años en diversos puntos de la ciudad.

Una amenaza que no se oxida

Contrario a lo que podría pensarse, el paso del tiempo no convierte a estos artefactos en inofensivos. Al contrario, las bombas sin detonar pueden volverse más impredecibles y sensibles con la corrosión de sus componentes. Algunas contienen explosivos altamente estables como el TNT, que pueden permanecer viables por más de 100 años si las condiciones son estables.

El procedimiento estándar para una bomba de este tipo incluye:

  • Evacuación del área en un radio de seguridad.
  • Aislamiento de la bomba y estabilización si se ha movido.
  • Desactivación manual o detonación controlada, dependiendo de las condiciones.

En muchos casos, los artificieros deben realizar perforaciones para liberar presión o cortar minuciosamente los mecanismos detonadores. Una tarea que requiere precisión quirúrgica y templanza.

Otros hallazgos similares alrededor del mundo

Aunque Hong Kong ha sido un punto focal reciente, Europa enfrenta sus propias amenazas similares:

  • En Berlín, Alemania, se desactivan entre 400 y 600 artefactos de la Segunda Guerra Mundial cada año.
  • En Reino Unido, se estima que aún existen varias decenas de miles de bombas sin detonar en el subsuelo, muchas alrededor de Londres.
  • En Japón, más de 1.000 toneladas de artefactos sin explotar son extraídas anualmente.

Estos números muestran que el conflicto más letal del siglo XX aún tiene consecuencias latentes.

Impacto social: miedo, evacuaciones y disrupciones

Los hallazgos de bombas no solo representan un riesgo físico inmediato, sino también una disrupción importante en la vida cotidiana. Cada vez que un artefacto es detectado, ocurren:

  • Evacuaciones masivas.
  • Interrupciones en el transporte público.
  • Suspensión de actividades escolares y comerciales.
  • Alarma generada por la cobertura mediática.

Por ejemplo, en 2019, la desactivación de una bomba en el distrito financiero de Wanchai en Hong Kong provocó el cierre temporal de estaciones de metro y importantes arterias viales. Muchos trabajadores tuvieron que adoptar esquemas de home office improvisados en cuestión de horas.

¿Por qué siguen emergiendo más de 80 años después?

La urbanización moderna y el crecimiento en proyectos de infraestructura son los principales factores que llevan a estos hallazgos. A medida que más zonas urbanas son reurbanizadas o excavadas para túneles, sistemas de transporte o construcciones de gran altura, el pasado enterrado literalmente sale a la superficie.

Esto ha impulsado prácticas de arqueología militar preventiva. Antes de iniciar grandes obras en ciertas ciudades, se realizan escaneos con tecnología de georradar y magnetómetros que ayudan a detectar objetos metálicos anómalos a varios metros bajo tierra.

¿Qué se puede hacer para eliminar este riesgo completamente?

Eliminar el 100 % de las bombas sin detonar sería prácticamente imposible sin excavar toda la ciudad. Lo que sí es posible es:

  • Educar a trabajadores de construcción y ciudadanos sobre cómo reconocer bombas antiguas.
  • Desarrollar protocolos rápidos y eficientes de evacuación.
  • Dotar a las ciudades con departamentos especializados en municiones sin explotar (UXO, por sus siglas en inglés).
  • Implementar mapeos históricos y bases de datos de bombardeos pasados.

Un ejemplo de esto es Berlín, donde existe una oficina de trabajo conjunto entre arqueólogos, ingenieros y artificieros, que evalúa cada nuevo proyecto de edificación antes de que comience, basándose en mapas de bombardeos aéreos de los Aliados.

El componente psicológico: ansiedad heredada

Más allá del impacto físico, hay una carga mental que muchas personas experimentan cuando son evacuadas por una bomba que lleva décadas bajo sus pies. Se trata de un sentimiento de vulnerabilidad e ira por cómo la guerra sigue afectando generaciones posteriores.

“Vivo aquí desde hace 20 años y jamás imaginé que el peligro vendría del subsuelo”, dijo Ms. Wong Mei**, residente de Quarry Bay, en entrevista con la emisora RTHK.

Las paradojas del progreso y la memoria bélica

El hallazgo de esta bomba coloca a Hong Kong, una de las ciudades más avanzadas y tecnológicamente modernas del planeta, cara a cara con su pasado bélico. Es una paradoja: el mismo progreso que impulsa la construcción de una ciudad vertical también destapa heridas de un conflicto que parecía cerrado.

Y no sólo en Hong Kong. Cada nueva línea de metro en Londres o Berlín representa una posible conexión con el pasado más oscuro del siglo XX. La Segunda Guerra Mundial sigue escribiendo capítulos silenciosos en ciudades que combinan aceleración urbana con historia enterrada.

Una lección persistente

A 79 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, los restos de ese conflicto siguen siendo peligrosos, visibles y potentes. Hong Kong es apenas una muestra de cómo la historia no siempre duerme bajo tierra: a veces, espera ser redescubierta con una pala, una retroexcavadora o el radar de un experto en explosivos.

Y cuando eso pasa, el mundo recuerda —una vez más— que las guerras no terminan el día que se firma un tratado.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press