El drama de los perros callejeros en India: entre ataques, políticas públicas y compasión animal
Miles de personas enfrentan cada año mordidas de perros en Srinagar y otras ciudades, mientras India busca equilibrar el control de población canina con los derechos de los animales
En las tranquilas pero cada vez más inseguras calles de Srinagar, en la región de Cachemira bajo control indio, salir a caminar implica riesgos que pocas ciudades modernas enfrentan: el ataque de perros callejeros. Con cifras alarmantes y una creciente alarma social, una crisis silenciosa sigue escalando mientras autoridades, veterinarios, activistas por los derechos de los animales y ciudadanos comunes intentan abordar un fenómeno que ha adquirido proporciones preocupantes.
Una realidad que muerde: las cifras detrás del problema
Durante el año pasado, se reportaron más de 6,000 casos de mordeduras de perros solo en Srinagar. Más del 80% fueron catalogados como casos severos, muchos de ellos en niños y ancianos, los sectores más vulnerables de la población.
El problema, sin embargo, no es exclusivo de Srinagar. El fenómeno de los perros callejeros invade muchas grandes urbes de la India. Según informes municipales:
- Delhi cuenta con una población estimada de entre 500,000 y 1 millón de perros callejeros.
- Bangalore registró en un estudio de 2023 más de 279,000 canes sin dueño.
Si bien los ataques no ocurren a diario para todos, la percepción de inseguridad es constante. Personas como Feroz Ahmed, de 60 años, afirman no salir a caminar sin un palo para protegerse de posibles embestidas. “Nunca me han atacado, pero eso no significa que no pueda sucederme”, confiesa.
Testimonios de horror: cuando caminar se convierte en tragedia
Uno de los casos más conmovedores es el de Rehmat Ashraf, una niña de seis años que fue atacada en el rostro por un perro justo frente a su casa. A pesar de múltiples intentos de reconstrucción mediante cirugía plástica, la cicatriz permanece. Rehmat ahora asiste regularmente a una clínica antirrábica gestionada por el hospital local.
Fazi, una mujer de 60 años del pueblo de Surasyar, sobrevivió al ataque de una jauría de múltiples perros. Las heridas en cuello, abdomen, brazos y piernas son testimonio de un episodio de violencia que deja huellas imborrables, tanto físicas como psicológicas.
“Son momentos de puro pánico,” relata otro residente. “Uno escucha los ladridos y es como si un trueno se te viniera encima. No puedes correr. Solo esperar que no te alcancen.”
Una estrategia nacional: esterilización y geoetiquetado
Frente al descontrol, el gobierno local y la Corte Suprema de India ordenaron una estrategia dual: refuerzo de campañas de captura, esterilización obligatoria y liberación de los animales en su lugar de captura. Esta medida fue adoptada tras la presión de organizaciones defensoras de animales, que impidieron un plan de confinamiento masivo.
En Srinagar se ha propuesto esterilizar más de 21,000 perros antes de que finalice 2026. Para ello se incorporó tecnología: los trabajadores municipales llevan aplicativos móviles que geoetiquetan cada captura, permitiendo que los perros esterilizados regresen a su territorio original.
En las instalaciones de veterinarias locales se observa una efervescencia nunca antes vista: animales anestesiados, transportados en camillas, recuperándose en refugios temporalmente acondicionados. Decenas de voluntarios colaboran en una cadena invisible que sostiene la iniciativa.
El enfoque humano: ¿Cuál es la verdadera raíz del conflicto?
No todas las voces describen a los perros como una amenaza. Dawood Mohammad, quien dirige un centro de rescate animal con su esposa Mariya Mushtaq, señala que la violencia canina muchas veces es una respuesta al maltrato humano. “Los perros pueden ser increíblemente afectuosos si son tratados con dignidad. En la mayoría de los ataques hay madres protegiendo a sus crías.”
Según estudios realizados por activistas, quienes más frecuentemente sufren ataques son personas que se acercan demasiado o de forma brusca a perras con cachorros, o niños que agreden a los animales jugando. El problema no nace únicamente en los perros, sino también en la forma en que las personas se relacionan con ellos.
Una mirada ecológica también resalta que el aumento de perros callejeros responde en parte a desechos sin tratar en calles, crecimiento urbano sin planificación y la fascinación cultural por dejar alimento en la vía pública como acto de espiritualidad o caridad.
¿Un dilema moral?: Derechos humanos vs derechos animales
La raíz más compleja de esta situación es el dilema moral que representa: ¿cómo equilibrar el bienestar humano frente al bienestar animal?
El reto en India no es únicamente técnico, es también filosófico y cultural. Al tratarse de una nación con una rica historia en relación con el hinduismo, el jainismo y otras filosofías orientales que defienden la vida en todas sus formas, matar a los perros callejeros es una línea ética que muchas autoridades y ciudadanos no están dispuestos a cruzar.
En cambio, la presión ciudadana por seguridad sigue creciendo. Aparecen videos virales de ataques, campañas comunitarias con exigencias más estrictas y hasta propuestas de zonas libres de perros, lo cual continúa agudizando el tira y afloja político.
Modelos internacionales: ¿Qué puede aprender India?
En países como Chile, España y Estados Unidos, han sido exitosas las políticas integradas de:
- Esterilización sistemática con alta cobertura (más del 75% en zonas urbanas).
- Adopción responsable promovida desde la infancia.
- Campañas de sensibilización escolar que enseñan cómo interactuar con animales callejeros.
- Ley de tenencia responsable de mascotas con multas elevadas para quienes abandonan animales.
India, sin embargo, enfrenta desafíos únicos: enormes zonas rurales sin cobertura veterinaria, grandes índices de pobreza que impiden tratamientos médicos incluso para humanos, y una población urbana que está creciendo a una velocidad sin precedentes.
Una visión hacia el futuro: ¿convivencia o erradicación?
Srinagar se ha convertido en el símbolo de esta dicotomía, y lo que suceda en los próximos dos años podría marcar el camino para cientos de ciudades en India que enfrentan problemas similares.
Lo cierto es que la respuesta no estará en una sola política, sino en muchas al mismo tiempo: desde la recolección eficiente de residuos, educación masiva a la ciudadanía, inversión veterinaria, fortalecimiento de refugios hasta programas escolares.
Las historias de Rehmat, Fazi o Feroz evidencian lo urgente. Las de Dawood o Mariya, lo posible. Y en ese puente entre el peligro y la compasión está la enorme tarea de repensar cómo los seres humanos podemos convivir con aquellos a quienes llamamos animales, pero que también sienten, sufren e intentan sobrevivir como nosotros.