Ucrania bajo fuego: ¿Estrategia militar o terror deliberado?

Un nuevo ataque masivo de Rusia deja muertos, heridos y una infraestructura civil devastada. Analizamos el trasfondo estratégico y político de una guerra que no da tregua.

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Una madrugada de horror

Este sábado, los cielos de Ucrania se volvieron nuevamente un campo de batalla. Rusia lanzó un ataque masivo con misiles y drones sobre nueve regiones ucranianas, dejando al menos tres personas muertas y decenas de heridos. El presidente Volodymyr Zelenskyy informó que las regiones afectadas incluyen Dnipropetrovsk, Mykolaiv, Chernihiv, Zaporizhzhia, Poltava, Kyiv, Odesa, Sumy y Kharkiv.

"El objetivo del enemigo fue nuestra infraestructura, zonas residenciales y empresas civiles", declaró Zelenskyy. En Dnipro, una ciudad industrial clave del centro de Ucrania, un misil con municiones de racimo impactó en un edificio multifamiliar, generando decenas de heridos y numerosos daños en estructuras cercanas.

¿Estrategia militar o guerra psicológica?

Los constantes ataques a infraestructura civil y zonas urbanas invitan a reflexionar sobre la verdadera intención detrás de la ofensiva rusa. Más que operaciones con objetivos militares claros, estos ataques parecen formar parte de una estrategia de terror y destrucción sistemática contra la población y la capacidad logística de Ucrania.

"Cada uno de estos ataques no es una necesidad militar, sino una estrategia deliberada de Rusia para intimidar a los civiles y destruir nuestra infraestructura", insistió Zelenskyy en su comunicado. Esta apreciación ha sido respaldada por analistas occidentales y observadores de derechos humanos, quienes aseguran que se están violando los principios del Derecho Internacional Humanitario.

Los números del ataque

  • 619 drones y misiles lanzados por Rusia
  • 579 identificados como drones
  • 32 misiles de crucero
  • 8 misiles balísticos
  • 552 drones derribados por las fuerzas ucranianas
  • 29 misiles de crucero interceptados
  • 2 misiles balísticos neutralizados

Los datos fueron presentados por la Fuerza Aérea de Ucrania y muestran el poder operativo que aún ostenta Rusia, a pesar del prolongado conflicto.

El rol crucial de las armas occidentales

Durante los ataques, la aviación táctica ucraniana, incluidos cazas F-16 suministrados por aliados occidentales, jugó un papel central para interceptar misiles enemigos. Según fuentes oficiales ucranianas, “las armas occidentales demuestran una vez más su eficacia en el campo de batalla”.

Estos sistemas defensivos han sido fundamentales para reducir el impacto de las ofensivas rusas, aunque queda claro que no bastan para proteger todo el territorio nacional.

Dnipro: epicentro del dolor

La ciudad de Dnipro, en la región de Dnipropetrovsk, fue la más golpeada por el ataque. Según el gobernador Serhii Lysak, al menos 26 personas resultaron heridas en esta zona. Las imágenes compartidas por el Servicio de Emergencias de Ucrania mostraban a rescatistas apagando incendios y retirando escombros de edificios residenciales totalmente destruidos.

“Una escena sacada del infierno”, describía un periodista local en redes sociales.

Más allá del frente de batalla: impacto en la sociedad

Más allá de las cifras, estas agresiones tienen un efecto psicológico profundo en la población ucraniana. Millones viven en un estado de zozobra permanente, con alarmas antiaéreas que suenan casi a diario y una rutina marcada por la incertidumbre.

Un estudio del Instituto Ucraniano de Sociología (2023) reveló que el 68% de los ciudadanos reportan síntomas de ansiedad y trastorno de estrés postraumático. Cada nuevo ataque refuerza estas estadísticas y aleja aún más la posibilidad de estabilidad interior.

Bombardeos sobre la capital

En la región de Kyiv, se reportaron impactos en las zonas de Bucha, Boryspil y Obukhiv. Las autoridades informaron de daños a vehículos y viviendas particulares, aunque no se reportaron víctimas mortales en esas áreas.

La región capitalina, aunque mejor defendida gracias a sistemas antiaéreos occidentales como el Patriot, no está exenta de los embates rusos.

Occidente mira, pero ¿actúa?

A pesar del flujo constante de asistencia militar y económica a Ucrania, muchos expertos comienzan a señalar que Occidente mantiene una postura que no cambia el curso del conflicto de forma definitiva.

El analista militar francés Michel Goya comentó recientemente que “el apoyo logístico es esencial, pero si se desea una paz sostenible, se necesita tomar algún tipo de iniciativa diplomática o cambiar las reglas del juego en el campo militar”.

Crímenes de guerra: ¿impunidad garantizada?

El empleo de municiones de racimo, prohibidas por más de 100 países según la Convención sobre Municiones en Racimo (2008), representa una grave violación al Derecho Internacional Humanitario. Aunque Rusia no es firmante del tratado, el uso deliberado contra zonas urbanas podría ser calificado como crimen de guerra por tribunales internacionales.

Human Rights Watch y Amnistía Internacional ya han documentado múltiples casos similares desde el inicio de la invasión a gran escala en febrero de 2022. Sin embargo, a pesar del peso moral y jurídico de estas denuncias, por el momento no se vislumbra un camino claro hacia la justicia internacional.

El fantasma de un conflicto sin fin

A medida que se acumulan los escombros y el trauma en Ucrania, también crece la sensación de estar atrapados en un conflicto crónico, en el que cada día parece una copia del anterior. La persistencia de ataques como este hace difícil vislumbrar una eventual victoria o una paz negociada.

En palabras del historiador Timothy Snyder: “Más allá de la geopolítica, esta guerra es una lucha moral contra la tiranía y la deshumanización”.

Una guerra que reconfigura Europa

El conflicto en Ucrania no solo afecta al país invadido: ha transformado completamente la seguridad europea. Países vecinos como Polonia, Estonia y Rumanía han duplicado sus presupuestos militares. Suecia y Finlandia abandonaron décadas de neutralidad al ingresar en la OTAN.

La guerra también ha renovado la vocación estratégica de la Unión Europea, consciente de que ya no puede depender exclusivamente de la protección estadounidense para mantener su estabilidad interna.

¿Qué sigue?

Con drones y misiles como parte de la vida diaria, y un Kremlin decidido a doblegar a su vecino sin importar el costo humano, la pregunta más urgente es: ¿cuánto más puede resistir Ucrania sin un cambio radical en el enfoque internacional?

Mientras tanto, escenas como las de Dnipro se repetirán, y las víctimas civiles seguirán pagando con su vida y su salud mental el precio de una ambición imperial desbordada.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press