Bad Bunny y un concierto eterno: cómo Puerto Rico transformó el dolor en orgullo

El concierto final de la residencia del ‘Conejo Malo’ en San Juan fue más que música: fue memoria, resistencia, identidad y celebración nacional

Un canto colectivo que rompió las fronteras

La noche del 20 de septiembre de 2025 en el Coliseo de Puerto Rico fue algo más que un espectáculo. Fue grito de identidad, fue una misa laica con reguetón, salsa y lágrimas. Fue la culminación de una de las residencias más significativas para cualquier artista latino en las últimas décadas: 30 conciertos en su tierra, para su gente, transmitidos globalmente por Amazon Music, Prime Video y Twitch. Y todo ocurrió el mismo día en que Puerto Rico conmemoraba el octavo aniversario del Huracán María.

No nos vamos a rendir. ¡El mundo entero nos está mirando!”, gritó Bad Bunny, alias de Benito Antonio Martínez Ocasio, al inicio del concierto. Y no era una exageración. Según un estudio de Gaither International, la serie de conciertos residenciales atrajo a más de medio millón de espectadores, generando más de 733 millones de dólares en ingresos directos e indirectos para la isla. Más allá de su éxito comercial, la residencia fue una oda musical a Puerto Rico, su cultura, su dolor, su resiliencia y su orgullo.

Una fecha que duele: 20 de septiembre

No fue casual que Bad Bunny eligiera esta fecha para cerrar su ciclo de conciertos. El huracán María azotó a Puerto Rico un 20 de septiembre de 2017, dejando un rastro de destrucción que, según estimaciones oficiales, se cobró la vida de 2,975 personas. El trauma colectivo sigue siendo una herida abierta en la memoria de la isla.

A pesar de que han pasado más de siete años, un informe publicado el 11 de septiembre por la Oficina del Inspector General de EE. UU. indica que el 92% de los proyectos para reconstruir la red eléctrica siguen incompletos y más de $3,700 millones de fondos asignados no se han utilizado aún.

“Después de más de siete años del huracán María, FEMA no sabe cuándo estará terminada la red eléctrica de Puerto Rico. El sistema sigue siendo inestable, inadecuado y vulnerable a interrupciones”, señala el informe.

Un eco de resistencia desde la tarima

Bad Bunny transformó el escenario en una galería simbólica. En medio del show, se instaló una réplica de una casa tradicional puertorriqueña sobre el techo del escenario, donde Benito brindó con la audiencia: "Esto es para ustedes", dijo, alzando su copa. En respuesta, miles de copas alzadas. La audiencia, vestida con banderas de Puerto Rico y camisetas con el número “2,975” a la espalda, coreó su nombre, lloró y bailó con igual intensidad.

Marta Amaral, de 61 años, resumió el sentimiento de muchos asistentes: “Seguimos siendo emocionales. Llevamos el trauma de una experiencia horrible, pero esto es una celebración de que aún estamos aquí, de pie”.

Un festival de estrellas boricuas

Durante los conciertos veraniegos, Bad Bunny sorprendió con nuevas celebridades en cada función. LeBron James, Penélope Cruz, DJ Khaled y otros figuraban en la lista de invitados. Pero esa noche del 20 de septiembre, la tarima retumbó con presencia local: Arcángel, Ñengo Flow, Jowell y Randy, Dei V, De la Ghetto y el inolvidable Marc Anthony.

El momento cumbre fue el dúo entre Marc Anthony y Bad Bunny interpretando “Preciosa”, himno sentimental que proclama amor eterno a Puerto Rico. No pocos corearon al unísono: “Yo te quiero Puerto Rico”.

Una multitud expectante y emocionada

Horas antes del arranque del concierto, miles se conglomeraban fuera del Coliseo José Miguel Agrelot. La flor de maga, emblema nacional, adornaba los cabellos de las asistentes, mientras que decenas portaban el tradicional sombrero de paja “pava”. Todos sabían que estaban allí para vivir algo histórico.

Pero no todos lograron entrar. Darlene Mercado llegó desde Nueva Jersey y no consiguió boletos. “Es también aniversario de que ya no tengo cáncer y es mi cumpleaños. Quisimos celebrarlo todo y no conseguimos entrada”, lamentó. Estaba en el puesto 122,000 de la sala virtual que vendía entradas, y aún así no lo logró pese a ocho horas de espera.

Impacto económico y cultural

Según la encuesta de Gaither International, el 70% de los asistentes a la residencia de conciertos de Bad Bunny fueron mujeres, con edad promedio de 33 años. La mayoría de los visitantes internacionales llegaron desde República Dominicana, Colombia y España, y su estancia promedio fue de nueve noches.

El evento no solo fue un fenómeno cultural y emocional, sino también social y económico. Varios sectores, desde la hotelería hasta el pequeño comercio, se beneficiaron directamente.

La ausencia de Estados Unidos y su mensaje político

Bad Bunny no incluyó a Estados Unidos en su próxima gira mundial, fruto de una decisión política. La detención de inmigrantes latinos en suelo estadounidense fue uno de los factores mencionados por el artista. En diciembre comenzará su gira por Costa Rica, México, Brasil, Australia, España, Francia y Suecia.

“Los voy a extrañar. Voy a extrañar esta energía”, confesó en sus palabras finales. Y mientras se despedía, abrazos, lágrimas y un grito unificado zumbaba por el Coliseo:

“¡Yo soy boricua!”
“¡Pa’ que tú lo sepas!”

Una nueva narrativa musical y social

Lo de Bad Bunny no es sólo música. Es relato, activismo, identidad. Con himnos como “El Apagón”, donde critica directamente la privatización energética, y con alusiones visuales y literarias a la realidad puertorriqueña, Benito muestra que la fama no está reñida con el compromiso.

Muchos lo comparan con figuras como Rubén Blades o Residente, no sólo por su talento, sino por la forma en la que se involucra política y culturalmente. “Él es nuestra voz”, afirma Shamira Oquendo, de 25 años. “Hemos pasado lo peor. Esta noche se siente como un nuevo comienzo”.

¿Qué representa Bad Bunny para una generación boricua?

  • Identidad resiliente: Canta con orgullo sobre su tierra, sus playas, sus luchas.
  • Compromiso político: Desde protestas contra Ricky Rosselló hasta mensajes ecológicos y decoloniales.
  • Modernidad y tradición: Une el perreo con letras de conciencia social.
  • Impacto global: Hace música desde Puerto Rico, pero su eco resuena en todo el mundo.

Este concierto no fue solo el cierre de una gira. Fue un cierre de ciclo. O quizás, el inicio de uno nuevo, más consciente, más comprometido, más orgulloso. Porque como corearon miles aquella noche en San Juan: “Yo soy boricua… ¡pa’ que tú lo sepas!”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press