Canadá reconoce al Estado palestino: ¿una jugada de esperanza o una grieta diplomática?

El reconocimiento oficial de Palestina por parte de Canadá amplifica la presión internacional por una solución de dos estados, en medio de tensiones crecientes con Israel y Estados Unidos.

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Un cambio histórico en la política exterior canadiense

En una medida histórica que promete reconfigurar el tablero diplomático internacional, Canadá ha anunciado oficialmente su reconocimiento del Estado palestino. El primer ministro Mark Carney confirmó la medida a través de la red social X (antes Twitter), alineándose con países como Francia, Australia y Reino Unido, que también han anunciado pasos similares en las últimas semanas.

Este giro geopolítico, aunque esperado por los más familiarizados con la política exterior canadiense, no deja de tener implicaciones profundas tanto para el conflicto israelo-palestino como para las relaciones de Canadá con sus aliados tradicionales.

Más de 145 países ya reconocen al Estado palestino

La decisión de Canadá llega en un momento de creciente reconocimiento internacional del Estado palestino. Más de 145 países ya lo han hecho, entre ellos varios miembros de la Unión Europea. Francia, por ejemplo, anunció que formalizará su reconocimiento esta semana en una conferencia de la ONU copresidida junto a Arabia Saudita.

Este respaldo internacional ha ganado fuerza como una vía política para contrarrestar la percepción de estancamiento en el proceso de paz y el creciente deterioro de la situación humanitaria en Gaza. Los defensores del reconocimiento argumentan que se trata de un paso necesario para revitalizar el compromiso con la solución de dos estados.

Israel y Estados Unidos: oposición firme

La reacción desde Israel no se hizo esperar. El gobierno de Benjamin Netanyahu, que se ha manifestado firmemente en contra de la solución de dos estados, criticó duramente la decisión canadiense, calificándola de "prematura e irresponsable". Para Israel, reconocer una Palestina independiente sin un proceso negociado favorece a grupos como Hamás y socava la seguridad regional.

Estados Unidos, históricamente el principal aliado de Israel, también expresó su disconformidad. Aunque la administración actual mantiene una posición teóricamente favorable a dos estados, mantiene que el reconocimiento debe resultar de negociaciones directas entre las partes. Declaraciones anteriores del expresidente Donald Trump fueron incluso más agresivas, advirtiendo que dicha medida complicaría acuerdos comerciales entre Washington y Ottawa.

Una escalada de violencia en Gaza e Israel

El trasfondo de este discutido reconocimiento no es otro que el conflicto desatado tras el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, que dejó 1.200 muertos en Israel y el secuestro de más de 250 personas. Desde entonces, las operaciones militares israelíes han devastado Gaza.

Según cifras del Ministerio de Salud en Gaza, los bombardeos han provocado más de 65.000 muertes y desplazado al 90% de la población. El Programa Mundial de Alimentos y la ONU han advertido de niveles de hambruna comparables con los peores desastres humanitarios contemporáneos.

En este contexto, Carney justificó el reconocimiento como una declaración de principios que busca “mantener viva la posibilidad de una solución de dos estados” y poner freno “a los hechos consumados sobre el terreno”, como los asentamientos ilegales y las confiscaciones de tierra.

¿Reconocimiento como palanca diplomática?

Para muchos analistas, la medida de Canadá y de otros países occidentales es tanto simbólica como estratégica. Si bien no conlleva efectos legales inmediatos, el reconocimiento oficial busca fortalecer el reclamo palestino en foros internacionales como las Naciones Unidas y presionar a Israel para que reanude negociaciones.

En palabras del canadiense Michael Ignatieff, académico y exdiputado liberal: “Es un mensaje claro de que Occidente está perdiendo la paciencia. No podemos seguir legitimando el ‘status quo’ mientras miles mueren y no hay horizonte político.”

La geopolítica del reconocimiento

La decisión de Canadá también debe leerse a través de la óptica geopolítica. Con Estados Unidos parcialmente deslegitimado por su apoyo casi incondicional a Israel y Europa tratando de ganar protagonismo mediador, países como Canadá y Australia buscan posicionarse como voces moralmente responsables y diplomáticamente activas.

Esto incluye también una redefinición de las alianzas en el Medio Oriente. Arabia Saudita, en años anteriores discretamente alineada con Israel en su rivalidad contra Irán, ha comenzado a replantear su rol, siendo coanfitriona de la conferencia de la ONU donde varios países oficializarán su reconocimiento.

¿Se fortalecerá el proceso de paz o aumentarán las tensiones?

La gran pregunta es si este reconocimiento hará avanzar un proceso de paz tangible o si, por el contrario, atizará aún más el conflicto. Algunos diplomáticos temen lo segundo, especialmente si Israel toma represalias no solo políticas, sino también militares, bajo el argumento de una amenaza a su seguridad existencial.

Sin embargo, otros señalan que, sin presión real y sin consecuencias diplomáticas, Israel no tiene incentivos para reanudar negociaciones. “La historia demuestra que sin presión internacional fuerte, el estatus quo tiende a perpetuarse”, apunta la experta en relaciones internacionales de la Universidad de Toronto, Sarah Abood.

Consecuencias internas para Canadá

El anuncio ha generado también debates al interior de Canadá. Grupos judíos canadienses lo han calificado de “irresponsable e insensible”, mientras que organizaciones de derechos humanos y comunidades palestinas lo celebraron como un hito largamente esperado.

El Partido Liberal, actualmente en el poder, podría enfrentar complicaciones parlamentarias si las tensiones aumentan. A su vez, sectores conservadores ya han advertido que podrían usar esta medida como munición política en futuras elecciones.

¿Qué sigue para Palestina?

Para el pueblo palestino, el reconocimiento de Canadá es visto como un respaldo moral, pero también como una herramienta política. Incrementa el número de voces en foros multilaterales que respaldan sus derechos nacionales y podría facilitar el acceso a organismos como la Corte Penal Internacional o incluso al sistema financiero global bajo identidad estatal.

Sin embargo, el reconocimiento no resuelve los profundos dilemas internos: la división entre Hamás y la Autoridad Palestina en Cisjordania continúa sin resolverse, y la población sufre niveles de pobreza y aislamiento sin precedentes.

Una ola que podría cobrar fuerza

La pregunta del millón es: ¿es este reconocimiento el principio de una ola política global o un gesto simbólicamente poderoso pero operativamente estéril?

Todo dependerá de la presión internacional, de la voluntad de las potencias occidentales para ejercer sanciones o frenar fondos a Israel ante abusos documentados, y de la disposición real entre las partes para negociar con mediación externa. La ventana para una solución de dos Estados se está cerrando, dicen los expertos, y este reconocimiento podría ser uno de los últimos intentos serios de impedirlo.

Mientras tanto, la diplomacia se arma de palabras y símbolos. Y en la política internacional, pocas cosas pesan más que el reconocimiento de una nación.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press