¿Por qué Manhattan sigue diciendo no a los casinos? El rechazo al proyecto de Mohegan Sun y el futuro del juego en Nueva York
La negativa a un megacasino cerca de la ONU devuelve a Nueva York el eterno debate entre desarrollo económico, gentrificación y protección comunitaria.
En medio de una feroz competencia por uno de los codiciados permisos para operar casinos en la ciudad de Nueva York, el lunes pasado un panel comunitario votó 4-2 en contra de la propuesta de Mohegan Sun para construir un complejo de entretenimiento de más de 11 mil millones de dólares cerca de la sede de las Naciones Unidas. Esto marca la tercera gran derrota a proyectos similares en Manhattan en tan solo una semana.
Una visión deslumbrante... que no convenció
El proyecto, conocido como Freedom Plaza y liderado por el grupo Soloviev, prometía mucho más que un casino. Diseñado para ocupar más de seis hectáreas desde la calle 38 a la 41, justo al este de la Primera Avenida, también contemplaba más de 1,000 unidades de vivienda «permanentemente asequibles», un museo dedicado a la democracia, áreas verdes, un centro comunitario, una guardería y entretenimiento de primer nivel.
No obstante, nada de esto —ni la promesa de revitalizar el entorno ni la magnitud del millonario desarrollo— fue suficiente para convencer al panel asesor comunitario designado por la gobernadora Kathy Hochul, el alcalde Eric Adams y otros líderes políticos locales.
Una cadena de rechazos: Adiós al sueño de los casinos en Manhattan
Este rechazo se suma a otros recientes: la comunidad dijo “no” a un plan respaldado por Jay-Z para construir un Caesars Palace en Times Square y a una propuesta de casino en Hudson Yards, el cual pretendía situarse en el corazón de la expansión inmobiliaria de lujo.
Con tres propuestas rechazadas, ningún proyecto de casino tiene una vía clara en Manhattan. De hecho, la votación del lunes deja fuera al último proyecto considerado para la isla.
¿Qué estaba en juego?
La Comisión de Juegos del Estado de Nueva York tiene previsto otorgar hasta tres licencias de casinos para el área de la ciudad. Y no se trata de cualquier licencia: se estima que cada desarrollador invertirá entre 2 y 5 mil millones de dólares, generando miles de empleos directos e indirectos, programas sociales, infraestructura y, por supuesto, millonarios ingresos fiscales para el estado.
Los proyectos aprobados deben recibir el visto bueno de comités comunitarios designados, pues el proceso privilegia proyectos con respaldo local, además de cumplir con regulaciones ambientales, de zonificación y sostenibilidad.
El “boom” del juego en Nueva York: ¿una oportunidad o un riesgo?
Desde la legalización de las apuestas deportivas en 2019 y la apertura de casinos comerciales en todo el estado, Nueva York ha recaudado miles de millones en impuestos. En 2022, por ejemplo, solo las apuestas deportivas en línea generaron más de $900 millones en ingresos fiscales, el más alto del país, según la American Gaming Association.
Con este crecimiento, la ciudad se ha convertido en el epicentro de la carrera por la expansión del juego. Pero, una cosa es tener apuestas en línea o casinos en zonas periféricas, y otra cosa muy distinta es permitir un megacasino en mitad de Manhattan.
“Manhattan es la capital indiscutible del mundo”, dijo Michael Hershman, CEO de Soloviev Group. “Y merecía un resort integrado que habría atraído a visitantes, al tiempo que serviría a su comunidad”.
Voces comunitarias levantan la bandera del “No”
Los motivos del rechazo son múltiples. Críticas frecuentes incluyen:
- Temores sobre la gentrificación: A pesar de las promesas de viviendas asequibles, los activistas locales temen que terminen elevando los precios y desplazando a residentes de bajos ingresos.
- Preocupaciones morales y sociales: Se asocia el juego con adicciones, criminalidad y degradación urbana, un temor histórico pero especialmente sensible en barrios ya presionados por el turismo y la desigualdad.
- Tráfico y seguridad: Se proyectaba un incremento masivo de tránsito vehicular y peatones, que posiblemente saturaría estaciones de metro y calles colapsadas.
La activista comunitaria Marta Rovira, residente del área desde hace más de tres décadas, fue directa: “Es una locura meter un casino a metros de la ONU. No necesitamos más turistas con tragaperras, necesitamos escuelas, viviendas dignas y servicios públicos”.
El alcalde Eric Adams: entre la sorpresa y la crítica al sistema
En una entrevista en televisión local antes de la votación final, el alcalde Adams se mostró contrariado. “Los casinos traen empleos, estabilidad, turismo. Me sorprendieron los votos negativos”, dijo. “No deberíamos frenarlos a nivel local. Dejen que el proceso final tome la decisión”.
Adams, quien se postula para la reelección como independiente, ha sido un firme defensor del desarrollo económico a través del sector privado, incluso en proyectos controversiales como los casinos.
¿Y ahora qué? Los cinco proyectos que siguen en la competencia
Con los rechazos en Manhattan, sobreviven cinco propuestas, entre las que se incluyen:
- Casino de Bally’s en un campo de golf público en el Bronx, anteriormente operado por la empresa de Donald Trump.
- Resort en Coney Island que busca aportar desarrollo económico a la icónica zona costera de Brooklyn.
- Hard Rock Casino junto al Citi Field en Queens, casa de los Mets.
- Racino en Yonkers: busca obtener una licencia completa para añadir juegos de mesa en su actual operación con máquinas tragamonedas.
- Racino en Queens, cerca del hipódromo Aqueduct, también buscando ser un casino de escala completa.
Los analistas apuestan por que al menos dos de estas licencias caerán en Queens y Yonkers, dadas sus actuales operaciones y proyección comercial consolidada. La tercera opción está en disputa.
Manhattan: un desafío imposible para el juego
¿Puede el centro financiero, turístico y cultural del mundo albergar un casino? Para muchos, la respuesta sigue siendo un rotundo “no”. La visión clásica sobre lo que debe ser Manhattan —un territorio equilibrado entre patrimonio, comercio global y vida comunitaria— parece incompatible, al menos por ahora, con espacios dedicados al juego masivo.
La negativa al proyecto Mohegan Sun no solo afecta a un desarrollador, sino que plantea una profunda reflexión: ¿Qué tipo de ciudad quiere ser Nueva York? ¿Y qué papel debe jugar el entretenimiento a gran escala en sus barrios más icónicos?