¿Un punto de quiebre en la ONU? El reconocimiento del Estado palestino agita la diplomacia internacional

Mientras la guerra en Gaza continúa, un creciente número de países desafía a Israel y EE. UU. reconociendo al Estado palestino para impulsar una solución de dos Estados

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Un momento crítico para la diplomacia global

El conflicto palestino-israelí, que ha perdurado durante más de un siglo, podría estar entrando en una nueva fase. En medio de la devastadora guerra en Gaza, Francia y Arabia Saudita presidieron este lunes una importante reunión en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con el objetivo de redoblar los esfuerzos diplomáticos hacia una solución de dos Estados. El evento, aunque de naturaleza simbólica, coincide con un notable aumento en el número de países que reconocen formalmente al Estado palestino, a pesar de la oposición categórica de Israel y Estados Unidos.

«Esta es nuestra esperanza, aunque sea una pequeña luz entre tanta oscuridad», declaró Fawzi Nour al-Deen, refugiado gazatí, mientras huía de un bombardeo en el norte de la Franja. Como él, millones de palestinos esperan que este reconocimiento se transforme algún día en una verdadera independencia.

Un reconocimiento creciente a pesar de la guerra

Desde el inicio de la ofensiva israelí en Gaza, varios países han optado por reconocer al Estado palestino de manera formal. Solo en los últimos días se sumaron Reino Unido, Canadá, Australia y Portugal, y otros seis países, entre ellos Francia, podrían seguir este mismo camino en breve. Con estos nuevos reconocimientos, tres cuartas partes de los 193 Estados miembros de la ONU ya han dado su respaldo a Palestina como Estado soberano.

Históricamente, las principales potencias occidentales mantuvieron una postura de espera, bajo la premisa de que el reconocimiento debía surgir de una negociación directa entre israelíes y palestinos. Sin embargo, la falta de avances y el agravamiento del conflicto están empujando a varios gobiernos a tomar acciones unilaterales con gran peso político.

Una iniciativa impulsada por Francia y Arabia Saudita

La reunión en la ONU, presidida por Francia y Arabia Saudita, busca mantener con vida la solución de dos Estados, concebida como la fórmula más viable para resolver definitivamente el conflicto. Desde hace décadas, esta solución propone establecer un Estado palestino independiente y soberano en los territorios ocupados por Israel desde 1967: Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este.

El presidente palestino Mahmoud Abbas, quien no pudo asistir presencialmente tras la denegación de su visa por parte de Estados Unidos, participó por videollamada junto a altos representantes de otras naciones árabes y europeas que abogan por una salida política duradera en la región.

La posición de Israel: rechazo total al Estado palestino

El gobierno israelí, encabezado por el primer ministro Benjamin Netanyahu, ha mostrado desde hace años una férrea oposición al establecimiento de un Estado palestino. El argumento central es que estas medidas «premian al terrorismo», aludiendo específicamente al control de Hamas sobre Gaza tras los ataques del 7 de octubre.

Netanyahu insiste en que cualquier reconocimiento unilateral debilita las negociaciones, y ha insinuado que Israel podría responder con la anexión inversa de partes clave de Cisjordania. Esta posible medida nutriría aún más las tensiones con la comunidad internacional e imposibilitaría la creación de un Estado palestino viable.

Presión internacional y amenazas de represalia

La situación geopolítica es compleja. A pesar de la presión de su coalición de ultraderecha para anexar territorios, Netanyahu podría verse frenado por otros actores clave. Uno de ellos es Emiratos Árabes Unidos, impulsor de los Acuerdos de Abraham en 2020, quien calificó la posible anexión como una línea roja. No obstante, no especificó cómo reaccionaría en ese caso.

A nivel internacional, la resolución de la Asamblea General del 12 de septiembre, apoyada por 142 países y rechazada solo por 10, mostró un creciente consenso en torno a un plan por etapas impulsado por Francia y Arabia Saudita. Según este plan, una Autoridad Palestina reformada terminaría por gobernar todos los territorios ocupados con el respaldo de la comunidad internacional.

Palestina dividida internamente: Fatah vs Hamas

Aunque la comunidad internacional reconoce la Autoridad Palestina (AP), esta se encuentra enfrascada en una profunda crisis de legitimidad. Fatah, partido dominante en la AP y liderado por Mahmoud Abbas, administra algunas zonas de Cisjordania, coopera con Israel en temas de seguridad y respalda la visión de los dos Estados.

Sin embargo, en la Franja de Gaza, el control es total por parte de Hamas, organización que ganó las elecciones en 2006 y que sigue manteniendo una postura ambigua. Si bien ha insinuado aceptar un Estado dentro de las fronteras de 1967, su objetivo declarado sigue siendo la liberación de toda Palestina histórica: desde el río Jordán hasta el Mediterráneo, lo cual incluye todo Israel.

Este cisma político interno genera dudas legítimas sobre qué entidad representaría realmente al futuro Estado palestino. Algunos países ven con recelo seguir avanzando en el proceso mientras persista esta división.

¿Por qué importa ahora?

Más allá de la falta de impacto práctico inmediato en territorio palestino, el peso simbólico de estas decisiones es significativo. Según expertos, el reconocimiento del Estado palestino podría generar tres efectos clave:

  • Refuerza la posición diplomática de Palestina en foros internacionales.
  • Aumenta la presión sobre Israel para retomar negociaciones serias.
  • Debilita el aislamiento político de los palestinos frente a la hegemonía israelí y estadounidense.

En palabras del ex diplomático sueco Jan Eliasson, «no es una solución mágica, pero ayuda a cambiar el viento a favor de los derechos palestinos».

Netanyahu y Trump: tándem contra el reconocimiento

El ex presidente de EE. UU., Donald Trump, quien volvió a la Casa Blanca este año, ha reactivado su apoyo casi automático a las decisiones del gobierno israelí. Ha dejado claro que reconoce a Jerusalén como capital indivisible de Israel y no apoya —ni ahora ni antes— la creación de un Estado palestino salvo mediante un acuerdo «bilateral».

Su enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff, se retiró de las negociaciones de alto el fuego en julio tras proclamarse en contra del reconocimiento unilateral palestino. Ese mismo mes, se registró un bombardeo israelí en Qatar, país mediador, que tenía como objetivo áreas cercanas donde negociadores de Hamas se encontraban reunidos.

La paz sigue siendo una promesa lejana

Desde la ruptura del proceso de Oslo en 1995 y la reanudación del poder de Netanyahu en el 2009, no ha habido negociaciones de paz sustanciales. Las conversaciones son esporádicas y muchas veces boicoteadas por partes radicales en ambos bandos. Hoy, más de 5 millones de palestinos viven bajo ocupación militar sin ciudadanía plena ni derechos civiles equiparables a los de los ciudadanos israelíes.

La alternativa que muchos temen es el establecimiento de un solo Estado binacional, lo que implicaría una pérdida definitiva del carácter judío del Estado de Israel, algo impensable para su actual dirigencia.

Los defensores de la solución de dos Estados insisten: sin ella, Israel solo puede seguir profundizando un sistema de apartheid de facto o prepararse para una convivencia forzada con una población palestina a la que niega derechos iguales.

El futuro geopolítico del conflicto

La internacionalización del reconocimiento palestino marca un punto potencial de inflexión. Si bien queda mucho por recorrer, y la violencia no parece detenerse, el paisaje diplomático está cambiando. El apoyo a Palestina ya no es exclusivo del bloque no occidental. Países tradicionalmente cercanos a EE. UU. están desafiando abiertamente su postura.

Lo que ocurra en los próximos meses podrá ser determinante para el futuro de millones. Como lo expresó Ahmed, joven palestino refugiado en Jordania: «No queremos más funerales, no más fronteras cerradas sobre nuestros sueños. Si el mundo nos ve, que también nos escuche.»

Las piezas están en movimiento. Y aunque cada paso parece pequeño frente al gigantesco marco del conflicto, la historia está hecha de decisiones simbólicas que abren caminos nuevos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press