De paria financiera a pionera digital: El renacimiento fiscal de Grecia

Con drones, big data y vigilancia en tiempo real, Grecia ha transformado una de las administraciones fiscales más ineficientes de Europa en un modelo a seguir

Una revolución impulsada por la necesidad

Durante más de una década, Grecia fue sinónimo de crisis económica, rescates internacionales y dolorosos recortes gubernamentales. Entre 2010 y 2018, el país recibió tres paquetes de ayuda financiera por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE), con la condición de adoptar medidas estrictas de austeridad y reformas estructurales. En ese entonces, uno de los principales focos de crítica internacional era su sistema de recaudación tributaria, plagado de evasión, corrupción e ineficiencia burocrática.

Sin embargo, lo que pocas veces ocurre en este tipo de escenarios sí ocurrió en Grecia: la culpa, el colapso y la presión externa convirtieron a una nación marginada fiscalmente en un ejemplo digital para Europa. Sus finanzas ahora están entre las más cumplidoras del continente, y su sistema tributario ha dejado atrás los papeles y fax para abrazar drones, vigilancia en tiempo real y big data.

De edificio en ruinas a centro neurálgico tecnológico

El edificio que simboliza esta transformación es un antiguo centro comercial y pista de patinaje sobre hielo ubicado en una zona industrial de Atenas. Hoy alberga la sede de la Autoridad Independiente de Ingresos Públicos (AADE), rediseñada por completo como un hub digital ultramoderno. Desde su interior, inspectores monitorean en tiempo real millones de transacciones en todo el país: desde puertos hasta aldeas agrícolas en islas lejanas.

“Partimos de una situación sin datos. Ahora, nadamos en big data,” afirma con orgullo Giorgos Pitsilis, gobernador de la AADE desde que la agencia obtuvo su independencia administrativa en 2017.

Drones, algoritmos y teléfonos móviles: El escuadrón antifraude

La nueva estrategia de control fiscal no tiene precedentes en Grecia. Algoritmos avanzados analizan pagos con tarjeta, declaraciones impositivas, nóminas salariales e importaciones aduaneras para detectar patrones sospechosos. Cuando una alerta es activada, puede desatar una redada exprés por parte del equipo análisis de campo.

Inspectores equipados con smartphones modificados transmiten video y audio en vivo. En su pantalla, pueden ver datos de ventas de los negocios que están interviniendo, la ubicación por GPS de los equipos desplegados y hasta imágenes de drones sobrevolando los lugares.

Un ejemplo es la operación apodada “Saturday Night Fever”, un operativo nocturno en clubes donde se detectaron ventas no declaradas de bebidas alcohólicas gracias a la diferencia entre el número de personas en las mesas y las facturas reportadas electrónicamente.

“Si sabemos que hay 20 teléfonos activos dentro de una tienda, pero no hay casi recibos, eso es una alerta. Enviamos un equipo inmediatamente”, explicó un inspector al medio local Kathimerini.

Del descrédito financiero al grado de inversión

El impacto de esta transformación ha sido tangible en los indicadores macroeconómicos griegos. En 2024, Grecia fue uno de los seis países de la Unión Europea que logró superávit presupuestario. Las agencias calificadoras no tardaron en reconocer el esfuerzo: Moody’s elevó la calificación de bonos griegos al grado de inversión en marzo de 2025, algo considerado impensable hace menos de una década.

Jason Graffam, vicepresidente senior de Morningstar DBRS, señaló recientemente: “La Grecia de hoy es claramente distinta a la de hace diez años. Ha habido un cambio duradero en su sistema económico y fiscal.”

¿Quién paga el precio del progreso?

No todo son elogios. La implementación de este sistema ha coincidido con altos niveles de vida y enfado social. A pesar del aumento en la recaudación, la tasa de IVA permanece en el 24%, una de las más altas de Europa. La pobreza sigue siendo persistente, y la desigualdad es una herida abierta que despierta críticas de partidos de izquierda como el Partido Comunista Griego, que calificó el reciente superávit fiscal como “bañado en sangre”.

Aun así, el superávit ha permitido al gobierno del primer ministro Kyriakos Mitsotakis anunciar recortes fiscales equivalentes a 1,600 millones de euros, un paso importante en medio de escándalos por corrupción y malestar social creciente.

Los pequeños comerciantes también han tenido que adaptarse

En mercados al aire libre, como el de Atenas, el cambio digital también es notable. Makis Panaretos, vendedor de frutas y verduras, asegura que el 70% de sus ventas ahora son electrónicas. Utiliza terminales POS que registran cada transacción directamente con la autoridad fiscal.

“Los clientes pagan con tarjeta, teléfono o reloj. A veces se hace fila más larga, pero ya me acostumbré,” explicó Panaretos.

Para noviembre de 2025, todas las empresas en Grecia deberán aceptar pagos mediante IRIS, un sistema nacional de pagos instantáneos similar a Venmo en Estados Unidos, lo que eliminará las tarifas bancarias para vendedores.

La esperanza: la inteligencia artificial

La próxima frontera para la administración tributaria griega será la integración masiva de inteligencia artificial en sus procesos. Interconectando algoritmos predictivos con machine learning, esperan identificar evasores de manera aún más rápida y precisa.

Moody's lo respalda con optimismo: “La continuidad en la modernización de la administración tributaria sustenta nuestra expectativa de que el crecimiento de los ingresos será sostenido a mediano plazo.”

El Ministro de Finanzas, Kyriakos Pierrakakis, un tecnócrata formado en Harvard y el MIT, lidera la transición con una visión clara: “Los países cambian cuando cambian de rumbo. Y este cambio significa que no volveremos al pasado.”

¿Un modelo exportable?

El caso griego es observado de cerca por otros países europeos, especialmente aquellos con desafíos similares en cuanto a evasión fiscal y digitalización. En palabras del profesor de economía política Alexandros Kentikelenis, de la Universidad Bocconi:

“Grecia ha demostrado cómo la digitalización y la independencia institucional pueden traducirse en beneficios fiscales reales.”

No está claro si todos los países podrían replicar el modelo griego, pero lo que está fuera de duda es que la crisis obligó a reinventar completamente un sistema colapsado. Hoy, Grecia representa una de las historias fiscales de éxito más extraordinarias de la Europa moderna.

El renacimiento fiscal de Grecia no sólo es tecnológico. Es también político, institucional e incluso cultural. Aunque el camino aún es largo y desigual, el país ha dado un ejemplo poderoso de que incluso una nación al borde del abismo puede regresar, mejorada, reprogramada y lista para competir.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press