El futuro de los Tampa Bay Rays: nueva era, nuevo dueño y la eterna búsqueda de un hogar

Con la llegada de Patrick Zalupski como nuevo propietario, los Rays emprenden otro intento de redefinir su identidad en medio de obstáculos inmobiliarios, estadios temporales y una base de fanáticos en constante lucha

La historia de los Tampa Bay Rays parece escrita con tinta indeleble de incertidumbre: múltiples intentos fallidos de construir un estadio propio, décadas de una identidad inestable, y ahora, una nueva venta del equipo que podría marcar el rumbo definitivo de la franquicia en Florida.

Este hot take analiza la compra del equipo por el empresario inmobiliario Patrick Zalupski, el legado de Stu Sternberg, y los retos inmediatos y a largo plazo que enfrenta la organización. ¿Será el cambio de propietario la pieza faltante del rompecabezas? ¿O simplemente otro capítulo en la novela sin final de los Rays?

Una venta necesaria, pero ¿suficiente?

El pasado lunes, los dueños de equipos de las Grandes Ligas votaron unánimemente para aprobar la venta de los Tampa Bay Rays a un grupo liderado por Zalupski, transfiriendo la propiedad desde Stu Sternberg, quien llevaba al frente de la franquicia desde 2005.

Bajo Sternberg, los Rays pasaron de ser una franquicia marginal a un contendiente serio dentro de las finanzas más limitadas de la MLB. Alcanzaron la Serie Mundial en 2008 y 2020, ganaron múltiples títulos divisionales y se convirtieron en el epítome de la eficiencia estadística moderna. Pero una sombra persistió durante su mandato: el problema del estadio.

Una historia de oportunidades perdidas

Desde 2007, los Rays intentaron en vano construir un nuevo estadio en tres ocasiones:

  • 2007: Propuesta en el histórico Al Lang Stadium de St. Petersburg.
  • 2018: Proyecto en Ybor City, Tampa.
  • 2023: Iniciativa junto al Tropicana Field, también en St. Petersburg.

Todas fracasaron, ya sea por falta de apoyo político, oposición ciudadana o, más recientemente, por el encarecimiento de costos tras el huracán Milton en 2023, que arrasó parte de las instalaciones del Tropicana Field.

Temporada nómada y cifras preocupantes

En 2025, los Rays jugaron su temporada como locales en el estadio de entrenamiento primaveral de los New York Yankees: el Steinbrenner Field en Tampa. Pese a su limitada capacidad de solo 10.046 asientos, lograron 61 partidos con boletaje agotado y un récord en casa de 41-40.

Pero ese éxito parcial no logró revertir una tendencia mayor: la asistencia total fue de 786,750 aficionados, una dramática caída frente al 1,337,739 de la temporada anterior, dejándolos como el segundo peor equipo en asistencia, solamente por delante de los Oakland Athletics, que también atraviesan circunstancias peculiares al jugar en un estadio temporal.

Para una franquicia que, según Forbes, valía $1,250 millones en 2024, la desconexión con su mercado local supone un reto estructural.

Patrick Zalupski: ¿salvador o nueva cara del mismo problema?

Zalupski, fundador del imperio inmobiliario Dream Finders Homes, llega con experiencia en grandes proyectos residenciales, pero sin historial deportivo. Según el Comisionado de la MLB, Rob Manfred, se espera que su grupo "reanude la búsqueda de un nuevo estadio en el área de Tampa Bay". ¿La diferencia? Zalupski podría abordar el problema desde una óptica inmobiliaria, viendo a los Rays no solo como un equipo, sino como el ancla para un desarrollo urbano más amplio.

Esto ya ocurrió antes: los Braves construyeron el Truist Park en las afueras de Atlanta como parte de un enorme complejo comercial y de entretenimiento. ¿Puede Tampa Bay seguir ese modelo? Posiblemente, pero necesitará el apoyo claro de políticos, inversores, y sobre todo, de la población local… lo cual ha sido históricamente esquivo.

El eterno estadio "fantasma" de los Rays

El llamado estadio eterno —ese que tantas veces ha sido anunciado y tantas veces ha muerto en el intento— ha sido la piedra en el zapato de la franquicia. La MLB ha sido paciente, pero incluso Manfred dejó entrever en 2019 que no se podían descartar otras opciones, incluyendo una posible relocalización.

“Necesitamos una solución permanente para los Rays en el corto plazo. No podemos continuar así otros 10 años”, dijo el comisionado hace ya cinco años. Esa cuenta regresiva sigue vigente.

Un mercado complicado, pero no imposible

El mercado de Tampa-St. Petersburg es el 18º mayor en Estados Unidos en términos de tamaño televisivo, por delante de ciudades como Denver o San Diego, que ya han tenido o tienen equipos MLB. Además, cuenta con una vibrante comunidad deportiva —es sede de los Buccaneers (NFL) y Lightning (NHL). Sin embargo, entre su urbanismo extendido, las barreras geográficas (como la Bahía de Tampa) y la falta de transporte masivo, atraer aficionados ha sido complicado.

A esto se suma una historia deportiva joven: los Rays existen desde 1998, y pasaron su primera década como el peor equipo de la Liga Americana. La herencia pesa.

¿Y si los Rays se mudan a otra ciudad?

Siempre ha estado sobre la mesa. Montreal, Portland, Charlotte y Nashville han sido nombradas como ciudades potenciales de expansión (o relocalización) por la propia MLB. Las tensiones políticas e inmobiliarias en Tampa pueden hacer de estos destinos propuestas tentadoras para un propietario ambicioso como Zalupski.

Pero eso no sería tan simple: la MLB preferiría expandirse y no mover equipos existentes. Y abandonar Tampa sin soluciones previas sería un golpe al prestigio y credibilidad de la liga.

La paradoja del éxito sin fanáticos

Los Rays son el equipo más extraño en la MLB moderna. Desde 2008, tienen el 5º mejor récord general en Grandes Ligas y han clasificado a los playoffs 9 veces, pero sus números de asistencia son consistentemente de los peores.

Poseen un sistema de desarrollo de talentos eficiente, poca dependencia en fichajes costosos, y una nómina diminuta con resultados sobresalientes. En 2025, iniciaron la temporada con solo $81.9 millones de payroll, el tercer presupuesto más bajo. Aun así compiten.

Entonces, ¿qué falta? Simple: identidad emocional. Un estadio propio no es apenas un proyecto arquitectónico, sino un símbolo de permanencia, algo que fanáticos, políticos y patrocinadores puedan abrazar como suyo.

¿Qué pueden esperar los fanáticos en 2026 y más allá?

Con la llegada de Zalupski, el reloj vuelve a correr. El futuro inmediato incluye:

  • Definir un sitio viable y financiable para un estadio permanente.
  • Negociaciones con la ciudad de St. Petersburg, Tampa o incluso socios privados para un proyecto mixto tipo ballpark village.
  • Recuperar confianza entre los aficionados, en especial tras años de partidos jugados en sedes provisionales.
  • Evaluar la plantilla 2026, que, aunque talentosa, podría necesitar refuerzos si quieren retener el interés y competir en postemporada.

Todo esto debe hacerse sin poner en riesgo su eficiencia financiera —el corazón del “modelo Rays”.

El último inning está cerca

El destino de los Tampa Bay Rays está, una vez más, en la cuerda floja. Pero, a diferencia de años anteriores, tienen ahora a un nuevo protagonista en el palco de propietarios, una ciudad dividida entre dos posibles sedes, y una base de fanáticos hambrienta de certezas.

¿Será Zalupski el que finalmente saque a los Rays de su limbo permanente? Por ahora, la pelota está en su campo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press