Ise Jingu: el templo que renace cada 20 años para vivir por miles de siglos

Una mirada única al ritual Shikinen Sengu, un legado de arquitectura espiritual, arte y reverencia a la naturaleza en el corazón del sintoísmo japonés

La eternidad en ciclos: el fenómeno arquitectónico y espiritual de Ise Jingu

En el mundo moderno, obsesionado con la permanencia y la monumentalidad, existe en Japón un lugar donde la fugacidad y el renacimiento constante son formas de eternidad. Cada veinte años, Ise Jingu, el santuario sintoísta más sagrado de la nación, es derribado y reconstruido de cero, centímetro a centímetro, al detalle perfecto. Este ciclo sagrado, conocido como Shikinen Sengu, se ha repetido sin pausa por más de 1.300 años.

Ubicado entre los tranquilos montes de la prefectura de Mie, a orillas del río Isuzu, Ise Jingu no solo representa el núcleo del sintoísmo japonés; también es el reflejo de una filosofía ancestral que entiende que lo único constante es el cambio.

Un acto milenario que costaría más de 390 millones de dólares

El proceso de reconstrucción que tomó forma por primera vez en el año 690 d.C., durante el mandato de la emperatriz Jitō, es hoy una tarea que requiere nueve años ininterrumpidos de preparación, diseño y ejecución. El presupuesto actual para el ciclo en curso, el número 63, se estima en alrededor de 390 millones de dólares. Lejos de ser un simple proyecto arquitectónico, se trata de una empresa espiritual, social, ecológica y cultural de proporciones olímpicas.

¿Por qué construir algo destinado a desaparecer?

Esto puede parecer paradójico desde una perspectiva occidental. ¿Por qué dedicar tantos recursos a edificios que serán derribados en pocas décadas? La respuesta está en la espiritualidad japonesa. El sintoísmo, religión indígena del archipiélago, es profundamente animista. Reconoce a kami (espíritus o deidades) en todos los elementos naturales —desde los árboles hasta los ríos— y cree en la renovación constante como una forma de purificación simbólica y real.

En Ise Jingu reside Amaterasu, la diosa del sol, quien según la leyenda proviene directamente de los ancestros del linaje imperial japonés. Durante el Shikinen Sengu, la deidad es trasladada ritualmente del santuario viejo al nuevo en una ceremonia conocida como Shintai Henson, que culminará en el año 2033.

Una obra colectiva que trasciende generaciones

Los edificios reconstruidos incluyen 125 estructuras sagradas, además de más de 1.500 objetos rituales, vestimentas y herramientas ceremoniales, todo confeccionado por artesanos capacitados durante años en técnicas tradicionales. Muchos de ellos, herederos de linajes dedicados desde hace siglos a esta obra inigualable.

Por ejemplo, los cipreses japoneses (hinoki) que se utilizan para la construcción del santuario son cultivados exclusivamente para este fin. Estos árboles requieren más de un siglo para alcanzar la madurez. Así, los bosques de Ise son sembrados por una generación para ser cosechados por la siguiente, convirtiendo el propio ecosistema en parte integral del ciclo religioso.

“No se trata solo de reconstruir un edificio. Cada detalle, desde la madera hasta el techo de paja, se realiza en diálogo con la naturaleza. Es un proceso donde la naturaleza crece, y las personas crecen junto a ella”, afirma Noboru Okada, profesor emérito de historia japonesa.

Misterio detenido en el tiempo: la experiencia espiritual de Ise

Una característica fundamental del santuario es que está cerrado al público común en sus partes más sagradas. Incluso la familia imperial, única autorizada a cruzar los espacios más íntimos, lo hace solo en eventos rituales específicos. Esta limitación aumenta el aura de misterio y veneración que rodea el lugar. Como dice la dueña de una tienda local de sake, “Mi respiración cambia cuando cruzo el puente hacia el santuario. Es como si la naturaleza hablara de otra manera”.

Cada ceremonia, desde el corte del árbol hasta la colocación del primer pilar, está cuidadosamente pensada, y muchas se celebran de noche, como el Konomotosai, un ritual secreto de purificación realizado con faroles e incienso en lo alto de las montañas.

Datos fascinantes del Shikinen Sengu

  • El primer ciclo registrado fue en el año 690 d.C.
  • Cada ciclo involucra más de 30 ceremonias y festivales.
  • Participan miles de personas, incluidos sacerdotes, carpinteros artesanos y ciudadanos.
  • Atrae aproximadamente 7 millones de peregrinos cada año.
  • Más de 10.000 cipreses se utilizan para la reconstrucción de los santuarios.

Herencia espiritual en peligro o modelo para el futuro

Mientras el mundo se enfrenta al cambio climático, al aislamiento urbano y al olvido de tradiciones, el modelo de Ise Jingu propone una visión radicalmente distinta: vivir en armonía con el entorno, tomar solo lo necesario y devolver a la naturaleza aquello que se ha tomado. Pero no es un sistema sin riesgos. La urbanización, el envejecimiento de la población en Japón y la pérdida de oficios tradicionales amenazan con hacer insostenible este ciclo en el futuro.

La actual generación de artesanos y creyentes está trabajando activamente para preservar las habilidades y valores requeridos para continuar con el Shikinen Sengu. Escuelas, becas estatales y asociaciones han surgido para resguardar este patrimonio cultural intangible que ha sido reconocido como tesoro nacional.

“Asistí a una de las procesiones y lloré. Me sentí parte de un infinito que se repite y se reinventa con humildad”, comenta Yuto Nakase, un visitante que presenció por primera vez la ceremonia Yamaguchisai de este ciclo.

Una danza entre el humano, el tiempo y la naturaleza

El ritual de Ise no es simplemente un rito religioso. Es una danza entre los humanos y el tiempo, entre los templos y el bosque. Es poesía viviente, con madera, palabra y silencio. Lo que para algunos puede ser un error estratégico —gastar 390 millones de dólares en edificios temporales— para Japón es una afirmación milenaria de identidad, filosofía y respeto por el ciclo de la vida.

En un mundo que busca perpetuidad en el acero, Ise Jingu persiste a través de lo efímero. Y quizá ahí reside su grandeza.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press