Liderazgo frente a la crisis climática: ¿esperanza real o promesas vacías?
Mientras líderes mundiales se reúnen en Nueva York para impulsar la acción climática, Estados Unidos retrocede en compromisos clave. ¿Es posible lograr avances con mensajes mixtos?
Por: Redacción Mundo Verde
Una cumbre decisiva en medio del caos climático
Esta semana, más de 110 líderes mundiales y decenas de ejecutivos empresariales se dieron cita en Nueva York con un objetivo en común: mantener con vida la lucha contra el cambio climático. En un contexto marcado por récords históricos de temperaturas, fenómenos meteorológicos extremos y un creciente escepticismo global, la esperanza aún sobrevive.
La Semana del Clima de Nueva York se ha consolidado como un foro trascendental para establecer estrategias, evaluar avances e impulsar nuevas metas. Desde sus primeras ediciones, esta iniciativa ha crecido hasta incluir más de 1.000 eventos dedicados exclusivamente a enfrentar la crisis climática desde las trincheras de la política, la ciencia y el mercado.
Una paradoja estadounidense
Mientras se celebraban encuentros internacionales y discursos de aliento, el grupo independiente Climate Action Tracker (CAT) lanzó una advertencia inquietante: Estados Unidos ha protagonizado “el mayor retroceso en política climática de la historia reciente”.
“Se trata del paquete legislativo más regresivo, amplio y significativo en materia energética que hayamos registrado jamás”, afirmó Niklas Höhne, científico del New Climate Institute y uno de los líderes del CAT. Esta declaración cimbró a los asistentes de la cumbre, pues se esperaba que Estados Unidos jugara un rol protagónico en la transición hacia energías limpias.
Europa toma la batuta
Ante la tibieza de Washington, otras potencias se están haciendo notar. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fue una de las voces más contundentes en la jornada inaugural. “La lógica económica es clara”, afirmó. “El 90% de los nuevos proyectos de energías renovables generan electricidad más barata que las fuentes fósiles. La energía solar, por ejemplo, es hoy un 41% más económica que la alternativa fósil más barata”.
No se trata sólo de palabras. En 2024, el mundo invirtió casi $2 billones de dólares en energías limpias, lo cual representa el doble de lo destinado a combustibles fósiles, de acuerdo con datos del BloombergNEF.
Una montaña rusa de compromisos
La mayoría de las naciones firmantes del Acuerdo de París de 2015 acordaron elaborar nuevos planes de reducción de emisiones antes de febrero de este año. Sin embargo, sólo 47 de 195 países han entregado propuestas renovadas, y juntas, estas economías apenas representan el 23% de las emisiones globales.
El director ejecutivo de clima de la ONU, Simon Stiell, reconoció avances, pero advirtió que son insuficientes: “Hace una década, nos dirigíamos a un aumento global de 5 °C respecto a la era preindustrial. Hoy, ese camino se ha reducido a 3 °C. Sin embargo, aún estamos lejos del objetivo de 1.5 °C establecido en París”.
El costo humano del calentamiento
Para los países insulares y en desarrollo, cada décima de grado cuenta —y mucho. El primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, ofreció un testimonio estremecedor: “Estamos bajo asedio por una crisis que no creamos. En sólo una década hemos sido azotados por cuatro huracanes de categoría 4 y 5. Cada grado adicional es una factura que no podemos pagar”.
El ministro del Cambio Climático de Vanuatu, Ralph Regenvanu, fue aún más directo: su país impulsará una resolución en la Asamblea General de la ONU para exigir judicialmente la acción climática obligatoria, basándose en un dictamen reciente de la Corte Internacional de Justicia.
Empresas protagonistas en la transición
Lejos de la diplomacia lenta, el sector privado está ganando protagonismo. “Estamos aquí para asumir el liderazgo”, dijo el multimillonario australiano Andrew Forrest frente a líderes empresariales. “La desesperación no es liderazgo. El miedo jamás ha construido nada”.
Organizaciones como The Climate Group promueven cada año alianzas entre empresas, startups y gobiernos locales para acelerar la adopción de energías renovables, infraestructura sostenible y políticas contra el greenwashing.
El caso estadounidense: promesas incumplidas
Pese a que la Ley de Reducción de la Inflación presentada en 2022 incluía promesas climáticas ambiciosas —se preveía una caída del 40% en emisiones para 2030 respecto a 2005—, el gobierno estadounidense ha frenado o revertido múltiples disposiciones. Esto incluye nuevas concesiones para perforación en tierra y mar, paralización de subsidios para energías limpias y eliminación de ciertos límites de emisiones en plantas manufactureras.
Además, las legislaciones estatales han fragmentado la acción climática. Mientras California impone regulaciones de vanguardia, otros estados, como Texas, las impugnan judicialmente.
La presión sobre China y la UE
Ante la inacción estadounidense, la comunidad internacional vuelve la mirada hacia China y la Unión Europea. Ambos bloques han prometido nuevos planes climáticos esta misma semana. Aunque aún no se conocen los detalles, se espera que sus metas a cinco años definan buena parte de la hoja de ruta hacia la conferencia COP30 en Brasil.
No obstante, hay escepticismo. Pese a ser el mayor productor de paneles solares y turbinas eólicas, China sigue construyendo plantas de carbón a un ritmo alarmante. Según Greenpeace Asia, en los primeros seis meses de 2024 se aprobaron más de 50 GW de capacidad carbonífera. Es un tira y afloja constante entre sus compromisos internacionales y necesidades domésticas.
¿Es el multilateralismo suficiente?
La ONU insiste en el valor del consenso. “Por imperfecto que sea, el sistema multilateral ha entregado resultados”, dijo Simon Stiell. Pero la frustración es palpable. Países en desarrollo demandan justicia climática, acceso a financiamiento y transferencias tecnológicas que no han materializado.
Este año, sólo seis países desembolsaron más del 0.7% de su PIB en ayuda oficial al desarrollo, incluyendo proyectos en sostenibilidad, una meta establecida desde los años 70. Los fondos del Fondo Verde para el Clima siguen siendo insuficientes.
Ciudadanos en pie de lucha
Mientras se debaten políticas, millones de personas exigen acciones reales. En paralelo a la cumbre, se organizaron más de 500 movilizaciones en distintas partes del mundo, incluyendo Asia, América Latina y Europa. La consigna fue común: no más palabras, se necesitan hechos.
“Estamos perdiendo la batalla por la narrativa y también por el tiempo”, escribió la activista Greta Thunberg en sus redes sociales. “No se trata ya del cambio climático del futuro. Es el colapso climático del presente”.
Helen Clarkson, directora de The Climate Group, lo resume así: “Al final, o tendremos un planeta habitable, o no. No hay término medio”.
¿Y ahora qué?
Con tantas fuerzas tirando en direcciones opuestas, se hace evidente que el futuro climático del planeta dependerá menos de las promesas grandilocuentes y más de las decisiones estructurales que se tomen hoy mismo. El tiempo, literalmente, se acaba.
“No podemos posponer la acción climática esperando el momento político ideal. Cada segundo perdido es una oportunidad menos para evitar lo peor”, concluye Niklas Höhne.
La cumbre de este miércoles será clave. ¿Se mantendrá viva la esperanza o terminará sofocada por la inercia política?