Ucrania bajo presión: el otoño llega con un nuevo asedio ruso al Donbás
Con el 70% de Donetsk bajo control ruso, Kiev enfrenta escasez crítica en su 'cinturón de fortalezas' mientras crecen los temores en la OTAN
Por más de tres años, la guerra en Ucrania ha sido el símbolo moderno del enfrentamiento entre Occidente y Rusia. Pero el otoño de 2024 se perfila como una de las temporadas más difíciles para Kiev, mientras el ejército ruso intensifica su ofensiva para apoderarse del último bastión estratégico: la región de Donetsk.
Una región emblemática: el corazón industrial de Ucrania en riesgo
La región de Donetsk, tradicionalmente conocida como el corazón industrial de Ucrania, se ha convertido en el objetivo obsesivo del Kremlin desde el inicio de la invasión en 2022. Hoy, Rusia controla aproximadamente el 70% del territorio y avanza paulatinamente hacia los últimos puntos de resistencia ucraniana: un grupo de cuatro ciudades que los analistas llaman el "cinturón de fortalezas".
Estas ciudades —Sloviansk, Kramatorsk, Toretsk y Kostyantynivka— han resistido el asedio ruso durante años. Pero ante la escasez de efectivos, suministros militares y una gestión logística caótica, la capacidad ucraniana de continuar la defensa se ve comprometida.
Rusia evita más 'Bakhmut': lecciones de una batalla sangrienta
Una de las razones por las que el Kremlin renunció a grandes enfrentamientos urbanos como el de Bakhmut —una batalla que se extendió por meses y costó miles de vidas de ambos bandos— es la experiencia traumática que significó. “Después de Bakhmut y Chasiv Yar, los rusos entendieron que las ciudades grandes terminan siendo cementerios para su ejército”, declaró el coronel ucraniano Pavlo Yurchuk, quien lidera la defensa en una de estas plazas fuertes.
La estrategia rusa ahora parece ser una ocupación progresiva y por partes, evitando las altísimas bajas derivadas del combate urbano prolongado.
La sombra de la ofensiva: ¿pueden resistir las tropas ucranianas?
Los analistas coinciden en que el ejército ucraniano está enfrentando uno de sus momentos más vulnerables. La moral sigue siendo alta, pero los recursos materiales no acompañan. Según el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), el déficit de municiones ha aumentado en más del 30% en los últimos seis meses, a la par que disminuye la efectividad de la defensa antiaérea ucraniana ante el incremento de ataques con drones iraníes Shahed por parte de Rusia.
A esto se suma la incertidumbre política en Washington sobre los paquetes de ayuda militar, lo que podría provocar mayores complicaciones para Kiev en el corto plazo. Mientras tanto, Moscú ve esta debilidad como una oportunidad geopolítica para dar un golpe decisivo en el este ucraniano antes del invierno.
La OTAN en alerta: Estonia y Polonia piden consultas bajo el Artículo 4
La intensificación de las operaciones rusas no solo afecta a Ucrania. Países bálticos como Estonia y Polonia han solicitado consultas urgentes con la OTAN bajo el Artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte tras múltiples violaciones del espacio aéreo por parte de aviones y drones rusos.
Este artículo establece que «las Partes se consultarán siempre que, en opinión de cualquiera de ellas, la integridad territorial, independencia política o seguridad de cualquiera de las Partes sea amenazada».
Aunque estas consultas no implican una respuesta militar directa —a diferencia del famoso Artículo 5—, sí colocan el tema en la agenda urgente del Consejo del Atlántico Norte, lo que puede traducirse en medidas defensivas, como el aumento de presencia militar en la frontera oriental.
El analista Bob Deen del Instituto Clingendael en La Haya señaló que “el Artículo 4 está diseñado para coordinar mejor las posturas de defensa frente a amenazas externas, y permite que los aliados reaccionen colectivamente a desarrollos preocupantes”.
La geopolítica del Donbás: más allá del mapa
La importancia del Donbás no solo radica en su valor económico e industrial. También representa una cuestión de identidad nacional para ambos países. Para Moscú, consolidar su control del Donbás implicaría una victoria simbólica y estratégica que justifique el enorme costo de la guerra. Para Ucrania, perder el control sería admitir una fractura irreversible de su integridad territorial.
Históricamente, el Donbás siempre ha sido una zona compleja. Durante la Guerra Fría y posteriormente en la década de 1990, esta región fue un enclave clave de la minería del carbón y de la industria pesada soviética. Desde 2014, tras la invasión de Crimea, varias zonas del Donetsk y Luhansk habían caído bajo control separatista prorruso, convirtiéndolo en un frente habitual de conflictos.
Los civiles: atrapados entre la resistencia y la ocupación
Mientras los analistas discuten estrategias y los líderes diplomáticos convocan tratados, la población civil de Donetsk padece las consecuencias más directas. Según datos de ACNUR, más de 350.000 civiles han evacuado la región desde 2022, pero al menos 200.000 siguen atrapados en ciudades como Kramatorsk y Kostyantynivka.
Los cortes eléctricos son frecuentes y el acceso a agua potable se ha vuelto errático. Escuelas operan en refugios subterráneos y los hospitales, bombardeados o sin suficiente personal, apenas logran sostenerse. La situación humanitaria es descrita como “crítica” por organizaciones como Médicos Sin Fronteras.
¿Camino a una escalada más amplia?
El aumento de incidentes en la frontera rusa con países de la OTAN y la presión sobre el cinturón defensivo ucraniano sugieren una fase potencial de escalada. Aunque la invocación del Artículo 4 aún no implica una respuesta colectiva de la Alianza Atlántica, sí sienta una base política para futuras acciones conjuntas.
Además, algunos estrategas advierten que si Ucrania pierde el control total de Donetsk, Rusia podría redirigir sus esfuerzos hacia otras regiones clave como Járkov u Odesa, intensificando aún más un conflicto que ya ha generado impactos globales colaterales en temas energéticos, migratorios y de seguridad alimentaria.
Una guerra de desgaste con fecha incierta
El otoño no solo trae temperaturas más frías al campo de batalla, sino también una nueva etapa crítica para la guerra. Rusia apuesta por un conflicto lento pero firme, mientras Ucrania lucha contra el tiempo, buscando refuerzos, apoyo internacional y la moral para proteger las ciudades que aún le quedan.
En palabras del coronel Yurchuk: “No tenemos otra opción. Aquí no se trata solo de tierras, sino del alma de Ucrania”.