Un ajedrez económico y diplomático: el cerco de Trump a Irán y la política monetaria de su Fed

Entre sanciones dirigidas a diplomáticos iraníes y opiniones controvertidas sobre tasas de interés, se revela la tensión entre política exterior e interior bajo la administración Trump

Política exterior como herramienta económica

En septiembre, el gobierno de Donald Trump sumó una nueva ficha en su estrategia de presión contra Irán. Esta vez no se trató de sanciones económicas o amenazas militares, sino de una medida que vetó a diplomáticos iraníes —establecidos o visitantes en Nueva York— de comprar en tiendas mayoristas como Costco sin un permiso especial, además de limitar de forma estricta sus compras de bienes de lujo en todo Estados Unidos.

Según el Office of Foreign Missions del Departamento de Estado, estas limitaciones se justifican al considerar que el acceso a productos como relojes, perfumes, alcohol, cigarros, vehículos y hasta tapices puede ser considerado un "beneficio" que debe estar regulado por el gobierno de EE.UU. Lo curioso: únicamente los diplomáticos iraníes fueron apuntados directamente en este tipo de restricciones.

Irán en la mira: sanciones disfrazadas de regulaciones

Las medidas buscan sofocar una red informal en la que, supuestamente, diplomáticos iraníes acudían a tiendas como Costco para comprar artículos en grandes cantidades —muchos de los cuales no están disponibles con facilidad en Irán— y enviarlos a su país. Productos que, en un contexto de aislamiento económico, representan un lujo o rareza al alcance solamente de comerciantes con vínculos diplomáticos.

Como señaló Clifton Seagroves, jefe del Office of Foreign Missions, para adquirir cualquier artículo de lujo valorado en más de $1,000, o vehículos con un valor mayor a $60,000, los diplomáticos iraníes deberán ahora contar con un visto bueno previo del Departamento de Estado. Entre los bienes categorizados como "lujosos" figuran desde instrumentos musicales, artículos deportivos, obras de arte, hasta electrónicos, tapetes y joyas.

Una política exterior ofensiva

Este movimiento se da durante la misma semana en la que líderes del mundo —incluyendo llamados a reconocer a Palestina como Estado— se congregaban en la Asamblea General de la ONU. Se trata de otra capa de una política exterior del gobierno Trump en la que la diplomacia ha sido sustituida por presión, restricciones y simbolismo.

Recordemos que en 2019, el Departamento de Estado ya había restringido el movimiento de diplomáticos iraníes a una radio de tan solo 40 kilómetros desde el centro de Manhattan. Ahora, ni siquiera sus rutinas de compra están exentas de la vigilancia estadounidense.

¿Y qué dice la economía interna?

En paralelo a estas maniobras en el cuadrilátero diplomático, la política económica de la administración Trump vivió su propia sacudida. Stephen Miran, un asesor económico cercano al presidente y designado como miembro de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal (Fed), encendió las alarmas al plantear que la tasa de interés de referencia debería bajar del 4.1% actual a un 2.5%, contrariando a todos sus colegas dentro del Comité de Política Monetaria del organismo.

Considero que la actual política monetaria es muy restrictiva”, aseveró Miran en un discurso ante el Economic Club of New York, aludiendo a que mantener la tasa tan elevada frena innecesariamente el crecimiento económico y dificulta el cumplimiento del doble mandato del Congreso: mantener la estabilidad de precios y promover el máximo empleo.

Una visión polémica (y política)

La postura de Miran es tan llamativa como su perfil: fue nombrado por Trump, sigue siendo asesor en la Casa Blanca aunque está en “licencia sin goce de sueldo”, y ya ha adelantado que regresará a ese cargo tras la expiración de su término en la Fed en enero.

Esto ha generado críticas entre analistas económicos que advierten sobre la creciente politización del banco central, históricamente celoso de su independencia. “La Fed corre el peligro de convertirse en una herramienta política, lo cual socavaría su credibilidad y eficacia”, escribió el economista Paul Krugman en una columna publicada por The New York Times.

Contradicciones ideológicas

La visión de Miran se apoya en varios argumentos que bien podrían formar parte de los discursos de campaña de Trump:

  • Menos inmigración, lo que supuestamente liberaría oferta de vivienda y bajaría los precios de alquiler, reduciendo presiones inflacionarias.
  • Más ingresos arancelarios, que según estimaciones de la Oficina Presupuestaria del Congreso podrían alcanzar los $300 mil millones anuales, ayudando a reducir el déficit.
  • Envejecimiento poblacional, que en teoría implica menor demanda de consumo privado e inversión, justificando tasas bajas para compensar esa debilidad estructural.

No obstante, estas ideas son, como mínimo, cuestionables. La mayoría de los estudios muestran que la inmigración aporta a largo plazo al dinamismo económico, el pago de aranceles lo terminan absorbiendo los consumidores locales y el envejecimiento poblacional, aunque cierto, exige una política fiscal y laboral más robusta que simplemente una rebaja de tasas.

¿Injerencia política en la FED?

La designación de Miran levantó cejas desde su inicio. No solo por su cercanía con Trump, sino porque representa un enfoque parcialmente desligado del consenso técnico. Mientras Jerome Powell y el resto del comité proyectan tasas elevadas en el corto plazo hasta que se controle la inflación (que ha rondado el 3.7% interanual recientemente), Miran propone retroceder sin esperar señales sólidas de desaceleración del alza de precios.

Y eso tiene implicaciones directas: una Fed “blanda” en el control de la inflación puede hacer que expectativas de precios se desborden y alimentar un ciclo de desconfianza en los mercados financieros que, irónicamente, termine encareciendo el endeudamiento.

Esta divergencia no es menor. Es la primera vez desde 1999 —cuando el entonces gobernador Laurence Meyer disintió de la mayoría— que se registra una discrepancia tan marcada en las proyecciones oficiales de un miembro prominente del organismo monetario.

Dos esferas conectadas: la diplomacia y las tasas

Aunque parezcan temas inconexos, las restricciones sobre los diplomáticos iraníes y las opiniones minoritarias en el seno de la Fed reflejan algo más profundo: el uso creciente del poder del Estado, ya sea a través de su brazo diplomático o monetario, como una palanca para reforzar una agenda ideológica.

La administración Trump hizo de la confrontación un método de gobierno: confrontó a China con aranceles, a México con amenazas migratorias, a Irán con sanciones, y ahora a su propia Reserva Federal con nombramientos disruptivos.

No es sorprendente entonces que en este ajedrez político-económico, se utilicen todas las piezas posibles, incluyendo aquellas que antes eran consideradas neutrales, como la Fed o las misiones diplomáticas en la ONU.

El debate permanecerá abierto sobre los límites entre política y gobernanza. Pero lo que es seguro es que para Trump y su círculo cercano, cada espacio institucional —sea una tienda como Costco o el comité de tasas de interés de la Fed— es también un campo de batalla.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press