¿El rapto viene otra vez? Profecías fallidas, expectativas virales y el negocio del fin del mundo
Una mirada crítica a la historia del rapto, la última predicción apocalíptica viral y cómo la escatología se entrelaza con el poder, la cultura y la religión moderna.
¿Qué es el rapto realmente?
El concepto de “rapto” no aparece literalmente en la Biblia, pero ha sido una piedra angular de ciertas corrientes del cristianismo evangélico durante más de un siglo. Según esta creencia, Jesús volverá a la Tierra para llevarse a los creyentes verdaderos al cielo antes de que se desate un periodo de tribulación catastrófica sobre la humanidad. Lo que queda es un mundo sumido en caos, destrucción y, eventualmente, el fin completo del sistema terrenal tal como lo conocemos.
Aunque no aparece textualmente en las Escrituras canónicas, el rapto encuentra su justificación en pasajes como 1 Tesalonicenses 4:16-17, Mateo 24 y 1 Corintios 15, donde se hace alusión a la venida del Señor y la reunión de los fieles con Él en las alturas.
El origen de la idea del rapto moderno
El término comenzó a popularizarse en el siglo XIX. Un predicador británico llamado John Nelson Darby desarrolló lo que hoy se conoce como dispensacionalismo, una teología que divide la historia bíblica en “dispensaciones” y que introdujo la noción del rapto secreto como parte del plan divino. Esta idea fue reforzada por la Biblia de Referencia de Scofield, publicada en 1909, cuyos comentarios marginales eran más influyentes que los propios textos para muchos lectores.
Con el tiempo, esta narrativa entró al engranaje cultural norteamericano, surgiendo en películas como A Thief in the Night (1972), que mezclaron terror y religión para captar la atención de las masas. Luego vendrían bestsellers como la serie Left Behind, que vendió más de 80 millones de copias y consolidó o explotó (dependiendo del punto de vista) la obsesión evangélica con el fin del mundo.
La última predicción apocalíptica: ¿el rapto en septiembre de 2025?
En fechas recientes, un hombre sudafricano llamado Joshua Mhlakela, sin afiliación religiosa oficial, subió un video a YouTube afirmando que Dios le reveló la fecha exacta del rapto: 23 o 24 de septiembre de 2025. Según Mhlakela, vio a Jesús en un trono celestial y escuchó estas fechas directamente de Él.
El video se viralizó rápidamente, acumulando cientos de miles de visitas y generando reacciones tanto de creyentes como de escépticos. En plataformas como TikTok, el hashtag #RaptureTok se multiplicó, con usuarios burlándose, elaborando memes o, más inquietantemente, compartiendo temores auténticos.
Una historia de predicciones equivocadas
Esta no es, ni de lejos, la primera vez que alguien afirma conocer la fecha exacta del fin del mundo. De hecho, la historia cristiana está plagada de decepciones proféticas.
- William Miller anunció que el fin vendría entre 1843 y 1844. Cuando no ocurrió, declaró una nueva fecha: el 22 de octubre de 1844. Tampoco sucedió, y ese día es hoy conocido como La Gran Desilusión.
- En 1992, una secta llamada La Misión de los Días Venideros dijo que Jesús volvería el 28 de octubre. No fue así.
- El predicador evangélico estadounidense Harold Camping insistió en que el rapto ocurriría el 21 de mayo de 2011, y gastó millones en publicidad. Cuando nada pasó, alegó un error de cálculo.
Como dice la autora Amy Frykholm, “cuando las profecías no se cumplen, muchos ‘profetas’ reformulan su prédica culpando a la humanidad por no haber estado lista para cooperar con la voluntad divina”.
¿Por qué vuelve una y otra vez esta narrativa?
“Las ideas sobre el rapto deben entenderse dentro del marco más amplio del apocalipticismo, una cosmovisión judía antigua que precede al cristianismo”, señala Kim Haines-Eitzen, profesora de religiones del Mediterráneo antiguo en la Universidad de Cornell.
En tiempos convulsos –guerras, pandemias, crisis sociales– las narrativas apocalípticas resurgen con fuerza. Muchos estudiosos creen que es una respuesta desesperada ante la complejidad del mundo moderno. Estas ideas se convierten así en una especie de consuelo: aunque el mundo parezca estar ardiendo, hay un plan superior en marcha… y tal vez los elegidos puedan escapar del incendio.
Entre la fe, el show y el mercado religioso
El auge de las redes sociales ha dado un nuevo escaparate a estas profecías. Ya no se necesitan grandes ministerios televisivos ni canales evangélicos consolidados. Basta un celular y una audiencia crédula o curiosa.
Pero también hay un lado rentable. El mercado cristiano apocalíptico mueve millones: libros, películas, merchandising, donaciones millonarias y eventos multitudinarios.
Ejemplo de esto es el caso de Charlie Kirk, activista evangélico conservador estadounidense asesinado recientemente. Su figura era clave para fundir el discurso religioso con el político, una combinación explosiva que ha marcado el perfil de cierto evangelicalismo moderno.
El cruce con otras religiones y eventos mundiales
Algunos han señalado que las fechas propuestas por Mhlakela para el rapto en 2025 coinciden con las Altas Fiestas Judías: Rosh Hashanah cae el 22 de septiembre ese año. ¿Casualidad o calculada estrategia mística?
Incluso hay quienes relacionan estas profecías con eventos mundiales como la guerra en Gaza, la invasión rusa en Ucrania e incluso con catástrofes climáticas. La creencia es que estos confluyen para cumplir signos pre-apocalípticos predichos en textos como el Libro de Apocalipsis o Daniel.
¿Qué pasa psicológicamente después de una profecía fallida?
Cuando el rapto no ocurre, hay consecuencias. Algunas personas pierden su fe. Otras la redoblan. En psicología social, esto se llama disonancia cognitiva: el dolor mental que ocurre cuando una creencia férrea se enfrenta a la realidad empírica.
La secta estudiada por Leon Festinger en los años 50, por ejemplo, predijo un “gran diluvio”. Cuando no ocurrió, en vez de admitir que estaban equivocados, sus miembros racionalizaron que su fe había salvado al mundo. El fracaso se reinterpretaba como un éxito invisible.
¿Y qué debe hacer el creyente promedio?
El consejo general de muchos teólogos serios, como Randall Balmer de Dartmouth College, es simple pero profundo: la mayoría de las enseñanzas de Jesús están dedicadas al amor práctico y al servicio comunitario, no a calcular la fecha del juicio final. De hecho, Jesús mismo, según Mateo 24:36, declaró que “ni siquiera el Hijo sabe el día ni la hora, sólo el Padre”.
Por lo tanto, tal vez el verdadero enfoque deba estar en mejorar nuestras comunidades, cuidar al prójimo y vivir íntegramente, en lugar de esperar un rescate celestial exprés o temer un apocalipsis de calendario.
Una última advertencia: el fin del mundo como negocio y manipulación
Mientras sigamos viviendo en un mundo de desigualdad política, climática y espiritual, las narrativas del fin del mundo seguirán apareciendo. Algunas serán sinceras, otras buscarán manipular, obtener poder o dinero. La clave para el creyente moderno está en discernir: ¿viene de Dios o viene del algoritmo?
Pensar el rapto no sólo como un evento sobrenatural, sino como una construcción cultural, política y social, puede ayudarnos a evitar caer presa de los charlatanes del juicio final.