Desiertos de Maternidad en Oregon: el costo humano del desmantelamiento hospitalario
Cómo el cierre de unidades de obstetricia rurales está poniendo en riesgo a miles de madres e infantes en EE.UU.
El nacimiento en la carretera: historia de un parto entre la desesperación y la resiliencia
En la madrugada del 2 de abril de 2024, Teela Banister dio a luz a su hija no en una sala de parto, sino en pleno trayecto por la autopista en el este rural de Oregon. El hospital Saint Alphonsus Medical Center, a tan solo 15 minutos de su hogar, había cerrado su unidad de obstetricia en agosto de 2023. La vida de su bebé estuvo en juego durante aquellos minutos agónicos hasta que llegaron al hospital más cercano en La Grande, a más de una hora de distancia.
Banister, como otras tantas mujeres en zonas rurales de Estados Unidos, experimentó de primera mano las consecuencias de lo que expertos ya llaman "desiertos de maternidad" — regiones donde el acceso a atención obstétrica ha desaparecido. Y lo que vivió podría volverse cada vez más común.
El colapso del acceso a la maternidad: una tendencia nacional
Desde 2010, más de 500 hospitales en Estados Unidos han cerrado sus unidades de obstetricia, según JAMA, una de las principales revistas médicas del mundo. Esto significa que más de la mitad de los hospitales rurales y un tercio de los urbanos no ofrecen atención obstétrica. La decisión de cerrar estos servicios se basa casi siempre en un solo factor: la falta de rentabilidad financiera.
"Las unidades de maternidad no son rentables", explica la Dra. Katy Kozhimannil, experta en políticas de salud en la Universidad de Minnesota. “Cuando el financiamiento de Medicaid cae, los hospitales pequeños no pueden mantener un servicio que opera con pérdidas”. Aunque muchos hospitales reciben ayuda a través de designaciones federales o impuestos locales, esto no logra cubrir totalmente los costos.
Oregon en la mira: cifras alarmantes y realidad cruda
En Oregon, el promedio operativo de los hospitales estatales en 2024 fue del -0.5%, según un análisis de InvestigateWest. Para puestos rurales, este límite puede significar el fin. Rural Health Information Hub estima que un hospital necesita al menos 200 nacimientos anuales para mantener viable una unidad de obstetricia. Saint Alphonsus estaba muy por debajo de esa cifra.
Jeremy Davis, CEO del hospital Grande Ronde en La Grande, afirma que desde el cierre de Saint Alphonsus han visto un aumento del 40% en nacimientos. Ante esta demanda, contrataron más enfermeras obstétricas y capacitaron a su personal de emergencias y paramédicos para atender partos en ruta.
Implicaciones médicas: partos en casa, en autos o en salas de emergencia
Cuando se cierran las opciones locales, el parto ya no es una elección; es una carrera contra el tiempo. Estudios del American Journal of Obstetrics and Gynecology han detectado un aumento de nacimientos prematuros, partos en ambulancias y complicaciones maternas e infantiles vinculadas directamente al cierre de centros obstétricos.
Parejas enfrentan decisiones traumáticas: ¿una cesárea a dos horas de casa o un parto en la cocina sujetando sus propias rodillas? “Los minutos importan”, enfatiza Amanda Vinson, enfermera de nacimiento del hospital Samaritan Lebanon. “Es la diferencia entre una madre con su bebé en brazos o sin él”.
Medicaid, la vena vital que se está desangrando
En Oregon, casi el 50% de los partos están financiados por Medicaid, que sólo reembolsa 56 centavos por cada dólar gastado. Con el llamado “One Big Beautiful Bill” del Congreso liderado por republicanos, se estima que se recortarán 11 mil millones de dólares del programa estatal hasta 2031. Como resultado, varios hospitales —incluyendo Providence Seaside y Samaritan Lebanon— han considerado cerrar absolutamente sus unidades de obstetricia.
Providence Seaside, por ejemplo, había operado con pérdidas desde al menos 2020. Aunque en algunos casos las protestas comunitarias han logrado posponer cierres, el sistema sigue erosionándose.
¿Y ahora quién atiende a las embarazadas en zonas rurales?
Shelley Payton, una doula de Baker City, ha sido un soporte vital. “Para muchas mujeres, soy el único contacto de apoyo que tienen ahora”, comenta. Ha asistido a madres que no pudieron acceder a tratamiento para preeclampsia y otras que se vieron obligadas a trasladarse temporalmente de ciudad, dejar empleos y a sus hijos mayores para estar cerca de un hospital.
Una madre relató cómo desarrolló anemia grave por no conseguir una histeroscopía a tiempo tras menstruaciones incontrolables. La falta de atención oportuna ya está impactando otras áreas más allá del parto: ginecología, control prenatal, salud mental posparto, etc.
Refugiadas del embarazo
Dallas Pfeiffer se mudó temporalmente a Idaho. Tenía un parto por cesárea programado y no quiso correr riesgos. Después del nacimiento, regresó en auto a Baker City en menos de 24 horas, con “dolor intenso y una mezcla brutal de emociones: alivio, temor, enojo”, recuerda.
Una mujer que planeaba dar a luz en La Grande vio cómo su fecha de inducción se reprogramó tres veces debido al colapso del sistema local. Dio a luz en casa, sin asistencia profesional, cuando llegó al hospital ya tenía 7 centímetros de dilatación.
La falsa promesa del “alivio inmediato”
El gobierno federal ha prometido 50 mil millones de dólares para “transformar” la atención médica en zonas rurales, aunque Oregon sólo recibirá unos 100 millones al año — apenas el 4% de lo recortado de Medicaid. Para algunos expertos, este fondo es un parche mínimo ante una herida profunda.
“Es una curita en una amputación.”
— Ron Wyden, Senador demócrata por Oregon
El punto de quiebre: hospitales al borde del cierre
Un informe del Hospital Association of Oregon señala que tres de cada cuatro hospitales están trabajando con márgenes financieros insostenibles del 3% o menos. El COVID-19 y el lento reembolso de aseguradoras han tejido una tormenta perfecta, con hospitales rurales como primeras víctimas.
Dan Grigg, CEO del hospital de Wallowa Memorial, lo resume así: “Cuando tienes que elegir entre cerrar un hospital o cerrar un servicio, siempre sacrificarás el servicio primero”.
Montañas, nieve y autopistas: riesgos geográficos que complican más la atención
Baker City se encuentra en un valle aislado, con una sola autopista —la I-84— conectándolo a servicios médicos en La Grande o Boise. Durante el invierno, los bloqueos por nieve en esta vía son comunes. Esto añade una capa mortal de incertidumbre.
“Ya no es tan fácil como aparecer en el hospital y decir ‘vengo a hacerme un chequeo’”, lamenta Payton. “Requiere mucha anticipación y logística, algo que pocos pueden permitirse, especialmente si ya tienes otros hijos pequeños o trabajas tiempo completo”.
¿Qué puede cambiar este panorama desolador?
Algunas comunidades han logrado postergar cierres con presión pública, pero esto no es una solución estructural. Expertos proponen:
- Incrementar los reembolsos de Medicaid para atención obstétrica
- Subvenciones estatales exclusivas para obstetricia rural
- Incentivos para atraer obstetras y enfermeros a zonas remotas
- Telemedicina efectiva y accesible para control prenatal
“Necesitamos entender que cuando cierra una unidad de maternidad no desaparecen los embarazos, desaparece el cuidado. Y ese vacío cuesta vidas”, concluye la Dra. Kozhimannil.