Mike Trout y su lucha interior: el héroe que intenta reencontrarse con su grandeza
El ícono de los Angels, entre lesiones, frustraciones y destellos de esperanza, busca volver a ser el MVP que alguna vez maravilló al béisbol
Un ídolo en pausa: el año más difícil de Mike Trout
Mike Trout, uno de los nombres más reverenciados en el béisbol de las Grandes Ligas, está terminando una temporada que incluso él considera "una batalla". A sus 34 años, el jugador insignia de Los Angeles Angels transita, probablemente, su año más frustrante desde que debutó en las Mayores en 2011.
Sus números de 2025 lo dicen todo: un promedio de bateo de .229, con 22 cuadrangulares, 59 carreras impulsadas y un OPS de apenas .772. Son cifras que estarían lejos de ser preocupantes para un jugador promedio, pero no para un tres veces MVP y once veces All-Star como Trout.
“Cuando veo la bola, soy bueno”
Trout, conocido no solo por su talento sino también por su sinceridad, confesó en una rueda de prensa reciente:
“Sí, estoy muy confiado. Suena gracioso, pero siempre les digo a los chicos en el vestuario: cuando veo la bola, soy bueno. Cuando no, es una batalla”.
Detrás de esa frase hay mucho más que una anécdota de club-house. Está el reconocimiento de años de desgaste físico, ajustes mecánicos sin éxito y una lucha por mantener la excelencia cuando el cuerpo ya no responde igual.
Milestones que no brillan en la oscuridad
En 2025, Trout alcanzó dos hitos significativos: el RBI número 1,000 de su carrera y el cuadrangular número 400. Sin embargo, estos logros vinieron en un contexto en el que su desempeño global no estuvo a la altura de su legado. Su equipo quedó fuera de la postemporada por undécima vez consecutiva y los Angels aún parecen lejos de construir un entorno competitivo.
Un repaso a su carrera nos recuerda por qué este bajo rendimiento genera tanto ruido:
- Novato del Año (2012)
- 3 veces MVP de la Liga Americana (2014, 2016, 2019)
- 8 temporadas consecutivas con OPS superior a 1.000 entre 2013 y 2020
- .301 de promedio de bateo en su carrera
- Más de 85 fWAR acumuladas en su trayectoria
Trout redefinió lo que era posible para un jugador de posición. Por eso, verlo tambalearse genera preocupación, pero también cierta compasión.
Lesiones, el gran antagonista
Aunque el 2025 no fue tan nefasto en cuanto a lesiones como sus cuatro temporadas anteriores, Trout sí se perdió casi todo mayo por una molestia en la rodilla. Desde 2019 ha lidiado con problemas recurrentes, incluyendo una grave lesión en la pantorrilla, problemas en la espalda y diversas molestias musculares.
Este año logró mantenerse activo principalmente como designated hitter, algo que incluso a él le incomoda. “Definitivamente quiero volver al campo en 2026”, aseguró.
“Todos saben lo bueno que es cuando juega defensa. No es un DH, simplemente lo hizo por necesidad”, explicó el mánager interino Ray Montgomery.
La batalla invisible: verlo vs. no verlo
Una de las revelaciones más desconcertantes de Trout fue su lucha visual para “ver la bola”. No se trata de un problema de visión clínica, sino de un fallo en la mecánica y en el tiempo de sus reacciones ofensivas. La coordinación visual y motriz que lo hacía parecer un superhumano al bate ha flaqueado.
En sus palabras:
“Sé qué me van a lanzar, pero no puedo jalar el gatillo. Algo está desconectado. El bateo es reacción, y esa reacción ya no es automática para mí”.
En total, se ha ponchado 173 veces en la temporada, apenas seis menos que su récord personal de 179 en 2014.
Una “solución” tardía, pero esperanzadora
En las semanas finales de septiembre, Trout cree haber hecho un ajuste más significativo. A diferencia de los parches anteriores, esta vez siente que encontró el camino correcto.
“Antes era como ponerle un curita al problema. Esta vez siento que es una solución real. Sé exactamente lo que estoy haciendo”, dijo emocionado.
Este pequeño resurgir podría impulsar una mejor preparación de cara al 2026 y devolverle la confianza que parecía perdida.
¿Qué le espera a Trout y a los Angels?
Con cinco años restantes en su contrato monstruoso de $426.5 millones de dólares, Trout tiene la responsabilidad –autoimpuesta– de liderar lo que muchos esperan sea el renacer de los Angels junto a piezas jóvenes como Zach Neto y Logan O’Hoppe.
Pero para lograrlo, primero necesita reencontrarse consigo mismo. A su favor está su legado, su ética de trabajo y su honestidad brutal al reconocer fallos. En su contra, el inexorable avance de los años, un cuerpo castigado y una franquicia históricamente desorganizada.
La huella del mito
Mike Trout es uno de esos peloteros que no necesitan estadísticas para ser reconocidos. Su entrega, humildad y consistencia le han ganado respeto y admiración hasta de sus rivales. Incluso en su peor temporada, sigue siendo uno de los rostros más visibles del béisbol profesional.
Como dijo recientemente el periodista Ken Rosenthal:
“Mike Trout en su peor año es mejor que el 80% de los jugadores en su mejor momento”.
Esa es la paradoja de los grandes: su vara está tan alta que incluso lo bueno parece decepcionante.
Mucho más que una estadística
Quizás el mayor aporte de Trout este año ha sido su humanidad. Verlo enfrentarse a la duda, a la imprecisión y al desgaste con franqueza ofrece una lección profunda sobre lo que significa ser una estrella en decadencia física, pero todavía incandescente en espíritu.
Hay algo profundamente inspirador en ver a un titán luchar para no volverse mito del pasado. Y mientras Trout siga dentro del diamante, la fe en su resurrección deportiva estará intacta.