Sudán, entre la guerra y la epidemia: el resurgimiento del cólera en medio del caos

Más de 3,000 muertes, servicios colapsados y millones desplazados: el conflicto armado en Sudán ha creado un caldo de cultivo para una de las peores crisis sanitarias en años

En el corazón de África, Sudán vive una tormenta perfecta. A más de un año del estallido del conflicto armado entre el ejército nacional y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), el país no solo colapsa por la violencia: también enfrenta una emergencia sanitaria de gran escala. El cólera, esa antigua amenaza bacteriana, se ha posicionado como un asesino silencioso, dejando más de 3,000 muertos y afectando a las 18 provincias del país.

¿Qué está pasando en Sudán?

Desde abril de 2023, Sudán ha sido el escenario de una guerra civil devastadora. Inicialmente centrado en la capital, Jartum, el conflicto pronto se extendió a casi todas las regiones del país. Las cifras son escalofriantes: al menos 40,000 muertos y más de 12 millones de desplazados, según datos de Naciones Unidas.

Este colapso de la estructura del Estado ha cobrado una nueva víctima: la sanidad pública. Las condiciones para la proliferación de enfermedades son extremas. Sin infraestructura médica, con acceso limitado al agua potable y servicios básicos ausentes, el cólera ha encontrado un terreno fértil para multiplicarse.

Una epidemia que avanza sin freno

El cólera es una infección intestinal aguda causada por la ingestión de alimentos o agua contaminados con la bacteria Vibrio cholerae. Su propagación se ve potenciada por condiciones higiénicas precarias, comunes en zonas de guerra o pobreza extrema.

En Sudán, el brote comenzó en la oriental provincia de Kassala en julio de 2023. Hoy, un año después, los 18 estados del país están afectados. Lo preocupante no es solo la extensión geográfica, sino la tasa de mortalidad, que ha alcanzado un 2.7%, muy por encima del umbral aceptable del 1%, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los casos reportados en Darfur continúan aumentando en medio de graves restricciones de acceso que impiden una respuesta a la escala necesaria”, afirmó Hala Khudari, representante adjunta de la OMS en Sudán, comunicándose desde Puerto Sudán.

Darfur, epicentro de la tragedia

La región de Darfur, marcada durante décadas por los genocidios y conflictos tribales, se encuentra nuevamente en el centro de una catástrofe. Desde mayo de este año, el cólera ha tenido un repunte alarmante en esta zona occidental.

De los más de 113,600 casos reportados en todo Sudán, 12,739 corresponden solo a Darfur, con 358 muertes registradas. La OMS ha lanzado una campaña de vacunación masiva en el estado de Darfur del Norte, con un objetivo de inmunizar a 406,000 personas, buscando frenar la propagación en una fase crítica.

La guerra que lo empeora todo

La violencia constante ha tenido un efecto devastador en todos los ámbitos posibles para contener la epidemia:

  • Centros de salud destruidos.
  • Carencia de medicamentos esenciales y personal médico.
  • Infraestructura hídrica y de saneamiento inexistente.
  • Personas desplazadas viviendo en hacinamiento y sin acceso a agua potable.

En este contexto, el cólera no es solo una enfermedad: es un síntoma de un estado fallido.

Epidemias como armas silenciosas de guerra

En conflictos donde ambas partes han sido acusadas de limpiezas étnicas, asesinatos extrajudiciales y violencia sexual generalizada, la propagación de enfermedades se convierte en una extensión macabra de las hostilidades.

La OMS y otras agencias internacionales enfrentan restricciones extremas para acceder a las regiones más afectadas. Los convoyes humanitarios muchas veces no pueden circular debido a la presencia de tropas, minas o bloqueos. Sin presencia internacional, la población civil queda completamente desprotegida.

¿Dónde está el mundo?

El conflicto en Sudán apenas aparece en las portadas mundiales. A pesar de la magnitud de la crisis —militar, política, humanitaria y sanitaria— la comunidad internacional ha respondido con tibieza.

Mientras otros conflictos acaparan la atención global, Sudán se hunde en la oscuridad. El Secretario General de la ONU, António Guterres, ha calificado la situación como una “crisis olvidada”, instando a los países donantes a priorizar el financiamiento de las operaciones humanitarias.

La importancia de la vacunación: ¿luz al final del túnel?

La estrategia más efectiva para reducir el impacto del cólera —más allá del control de las aguas residuales y el suministro de agua potable— es la vacunación oral contra el cólera (OCV), utilizada en contextos de brotes.

El uso de estas vacunas no es nuevo. Campañas similares han tenido éxito en Yemen y Haití, donde situaciones similares de conflicto y colapso sanitario permitieron que el cólera se expandiera. En 2017, por ejemplo, Yemen enfrentó el peor brote de cólera en la historia moderna con más de 1 millón de casos.

Sin embargo, la efectividad de la vacunación depende del acceso. Si las organizaciones humanitarias no pueden llegar a ciertas regiones, los brotes no podrán ser controlados.

Más allá del cólera: un país al borde del colapso

El cólera es solo una de las muchas amenazas que enfrentan los sudaneses. Inseguridad alimentaria, aumento de enfermedades infecciosas como malaria y sarampión, y traumas psicológicos afectan a millones de personas desplazadas y atrapadas en zonas de guerra.

Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), más de 18 millones de personas padecen hambre aguda en Sudán. Además, el acceso a servicios de salud es prácticamente inexistente en la mitad del país.

¿Qué debería pasar ahora?

Sudán necesita más que ayuda humanitaria. Necesita voluntad política internacional para obligar a las partes en conflicto a respetar el derecho internacional humanitario.

Acceso humanitario garantizado y protección de los trabajadores sanitarios son condiciones mínimas para enfrentar esta emergencia.

También es hora de repensar la forma en que reaccionamos ante los conflictos fuera del foco mediático. Porque mientras el mundo mira a otro lado, una nación entera se desangra en silencio.

Fuente principal: Organización Mundial de la Salud (OMS)

Este artículo fue redactado con información de Associated Press