Veteranos en el exilio: la batalla invisible de quienes lucharon por EE.UU. y ahora enfrentan la deportación

Miles de inmigrantes que sirvieron en las fuerzas armadas estadounidenses viven hoy bajo la amenaza de ser expulsados del país al que defendieron con su vida

Un sacrificio que no garantiza pertenencia

Julio Torres, exmarine de 44 años nacido en México, jamás imaginó que enfrentaría el riesgo de ser deportado del país al que juró proteger.

Torres llegó legalmente a Estados Unidos con una green card cuando tenía apenas cinco años. Luego sirvió con orgullo en Irak, algo que aún recuerda con emoción —tanto que tiene tatuados en sus brazos la bandera de Estados Unidos y el emblema del Cuerpo de Marines. Sin embargo, después de la guerra, sufre de trastorno de estrés postraumático (TEPT), cayó en la adicción a las drogas y tuvo cargos criminales derivados de esa etapa difícil.

Pese a haber cumplido su condena, rehabilitarse y convertirse en pastor, hoy Julio vive con miedo de salir a la tienda con sus hijos. Teme ser detenido por ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) y deportado.

“¿Quiero dejar esta nación? No. Quiero seguir sirviéndola. Me rompe el corazón haber luchado por criar a mis hijos aquí, y ahora tener que pensar en llevármelos si me deportan. ¿Entonces, para qué luché?” —Julio Torres

Veteranos no ciudadanos: una paradoja patriótica

Julio no está solo. Según datos del Servicio de Investigación del Congreso, se estima que hay más de 100,000 veteranos militares no ciudadanos viviendo en EE.UU. hoy en día. Muchos llegaron siendo niños y crecieron con la promesa de que servir en las fuerzas armadas facilitaría su naturalización.

De hecho, los reclutadores militares frecuentemente promocionan el servicio como una vía rápida hacia la ciudadanía, tanto para el soldado como para su familia. Sin embargo, durante la administración Trump y con el actual endurecimiento de la política migratoria, estos veteranos enfrentan cada vez más obstáculos y riesgos reales de deportación.

De héroes a "extraños": deportación tras el servicio

Una de las tragedias más dolorosas de este fenómeno es que muchos veteranos son deportados a países que ni siquiera conocen, o a regiones extremadamente peligrosas.

El caso de David Bariu lo ejemplifica a la perfección. Nacido en Kenia y habiendo servido tanto en el Ejército como en la Reserva de la Fuerza Aérea, fue deportado en 2008 luego de que se descubriera que un reclutador lo alistó mientras estaba en EE.UU. con visa de estudiante—aquel reclutador fue eventualmente procesado, pero Bariu terminó en un centro de detención durante un año y luego repatriado.

En Kenia, vivía bajo la amenaza constante de grupos extremistas como Al-Shabaab. Tenía tanto miedo que ocultaba su pasado militar para proteger su vida.

“El gobierno de EE.UU. está deportando veteranos a ambientes hostiles.” —David Bariu

El papel del Congreso: ¿una tabla de salvación?

El congresista Mark Takano (Demócrata de California) ha liderado una nueva legislación encaminada a proteger a los veteranos inmigrantes. La propuesta busca que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) identifique a los veteranos no ciudadanos y les brinde oportunidades para regularizar su estatus migratorio.

La legislación cuenta con apoyo bipartidista, incluyendo a la congresista republicana Maria Elvira Salazar (Florida) y la delegada de Samoa Americana, Amata Coleman Radewagen. Además de facilitar la ciudadanía durante el entrenamiento básico militar, el proyecto también extendería plazos para aplicar y establecería procedimientos especiales para impedir deportaciones durante el proceso.

“Es fundamental que los estadounidenses entiendan las contribuciones de los no ciudadanos a nuestra seguridad nacional. Juegan un papel esencial.” —Rep. Mark Takano

El impacto de las políticas migratorias de Trump

Durante su primera presidencia, Donald Trump implantó cambios significativos que dificultaron la naturalización de veteranos. Se establecieron periodos de espera obligatorios, eliminación de oficinas migratorias en bases militares y se acabó con la discrecionalidad al evaluar casos.

Un juez federal anuló la política de los periodos de espera, pero con el regreso de Trump a la presidencia en 2025, su administración ha intentado reinstaurar esa medida. Mientras tanto, el temor entre los veteranos afectados sigue creciendo.

El riesgo para los deportados

Los problemas no terminan al ser deportado. Para muchos veteranos, su país de origen representa una amenaza. En el caso de Julio Torres, teme que ser exmarine y pastor lo haga blanco del narcotráfico en México. Además de los traumas psicológicos previos, la amenaza de violencia en su país natal agudiza su TEPT.

Muchos veteranos deportados enfrentan, además de condiciones peligrosas, barreras para acceder a beneficios por los que tanto lucharon: atención médica del VA, pensiones, y apoyo psicológico. Para remediar esto, organizaciones como Deported Black Veterans of America (DBVA) han surgido para ayudar a quienes se encuentran en el exilio.

Una comunidad en resistencia

DBVA organiza reuniones virtuales, asesora legalmente y conecta a los deportados con redes de apoyo. Gracias a un programa creado durante la administración Biden para repatriar a veteranos deportados. David Bariu pudo regresar a EE.UU. y hoy se dedica a ayudar a otros como él.

Sin embargo, estos programas apenas arañan la superficie del problema. Muchos más siguen varados en países ajenos, esperando un milagro burocrático para que se les reconozca lo que ya dieron: su lealtad y sacrificio por una nación que parece haberlos olvidado.

¿Es suficiente el apoyo político?

Mientras varios demócratas intentan revivir políticas pro-veteranos inmigrantes en el Congreso, la realidad política es cruda. La retórica antiinmigrante ha calado hondo en el aparato republicano, y pocos líderes han mostrado intención de enfrentar a Trump en lo que se ha convertido en un tema tóxico para cualquier aspirante con ambiciones nacionales.

Pero activistas sostienen que debe cambiarse la narrativa: esto no es un tema migratorio, sino una cuestión de justicia para veteranos. Separar la política migratoria general del tratamiento a exmilitares podría abrir una rendija en un Congreso polarizado.

La paradoja de un país que deporta a quienes lo defendieron

La historia de Julio Torres, David Bariu y miles de otros deja en evidencia una contradicción dolorosa en el sistema estadounidense: militares extranjeros son esenciales para la defensa nacional, pero considerados prescindibles una vez terminada su misión.

Julio, a pesar del miedo y el trauma, no duda cuando habla de patriotismo:

“Amo mi nación. Aunque esta nación, en este momento, no me considere parte de ella, yo la considero mía. Esta es mi patria.”

Es hora de que Estados Unidos decida si está dispuesto a apoyar de regreso a los veteranos que, sin importar su origen, juraron defenderla hasta con su vida.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press