Cierre de gobierno en EE.UU.: una bomba de tiempo laboral y política
El gobierno de Trump se prepara para despidos masivos si el Congreso no aprueba un nuevo presupuesto, mientras las tensiones con Brasil abren una inesperada vía diplomática
Un nuevo capítulo en la guerra presupuestaria de Washington
Estados Unidos se encuentra nuevamente al borde de un cierre de gobierno que podría transformarse en una crisis sin precedentes. Esta vez, la Oficina de Administración y Presupuesto (OMB, por sus siglas en inglés) ha ordenado a todas las agencias federales que se preparen para ejecutar despidos masivos —no simples permisos temporales— en caso de que los legisladores no logren aprobar un presupuesto antes de la fecha límite.
Mientras que en cierres pasados los trabajadores "no esenciales" eran puestos en permiso sin sueldo (furlough), para luego volver a sus labores una vez aprobado el financiamiento, la dirección actual ordenó a las agencias prepararse para una reducción permanente de personal. Esto implicaría el despido —y eliminación de puestos— de miles de empleados federales. Una medida agresiva que conmociona la burocracia de Washington.
Reducción de fuerza: ¿qué significa en la práctica?
El concepto de reduction in force (RIF) va más allá de poner trabajadores en pausa. Implica la terminación definitiva de los puestos laborales, lo que en muchos casos implica reorganizaciones internas, interrupción de servicios y pérdida de talento experto en diversas áreas estratégicas del estado.
La última vez que algo cercano ocurrió fue durante los recortes aplicados bajo la administración Reagan en los años 80, y posteriormente en los recortes de 2013. Sin embargo, esta amenaza se desarrolla en un contexto mucho más polarizado y con un clima laboral federal ya erosionado.
En lo que va del año, numerosas agencias han experimentado recortes bajo la política de “eficiencia gubernamental” impulsada por el Departamento del mismo nombre durante el gobierno Trump, que busca achicar el aparato estatal y reducir el gasto público como eje ideológico republicano.
Las razones detrás del impasse: ideología, salud y fronteras
¿Por qué no se aprueba el presupuesto? Los demócratas liderados por Chuck Schumer y Hakeem Jeffries se niegan a avalar un proyecto de financiamiento limpio (sin condiciones) propuesto por Trump que mantendría el gobierno funcionando por siete semanas más.
Exigen incluir en el paquete medidas como:
- Extensión de subsidios de salud que caducan a fin de año.
- Reversión de recortes a Medicaid incluidos en la última ley de gasto republicano.
El Presidente Trump, por su parte, acusa a los demócratas de buscar condicionar la operación básica del gobierno a intereses partidarios y asegura que las prioridades de su administración —seguridad fronteriza, defensa nacional y recortes fiscales— quedarán financiadas gracias a su recién aprobada ley de gasto y fronteras.
Reuniones canceladas, tensión creciente
Durante días hubo expectativas sobre un encuentro entre Trump, Schumer y Jeffries para negociar una salida. Pero el presidente canceló el encuentro en el último momento, aumentando la sensación de caos institucional y de falta de voluntad para lograr consensos.
Las tensiones llegan en un momento crítico, y aunque la OMB comenzó hace días a coordinar planes de contingencia con las agencias, la línea de tiempo se agota. La última fecha para evitar el cierre es el próximo viernes por la noche.
Lula y Trump: una inesperada química diplomática
En un paralelo inesperado, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva sorprendió durante su visita a la ONU afirmando haber encontrado una incipiente reconciliación con Trump, tras un breve pero cálido encuentro.
"Vi a Trump, él me vio, y nos abrazamos", declaró Lula. "No hablamos mucho, tal vez 20 segundos, pero hubo química". El mandatario brasileño, que ha enfrentado tensiones con Washington por la sentencia contra Bolsonaro —aliado de Trump sentenciado a 27 años por intento de golpe—, dijo que busca reconstruir los puentes diplomáticos.
Esta reunión casual se dio mientras ambos líderes atravesaban el lobby de la ONU en Nueva York: uno salía tras su discurso, el otro, entraba. Trump también comentó sobre la química: "Me pareció un hombre muy agradable. Me gustó. Estuvimos de acuerdo en reunirnos la próxima semana".
Tensiones previas: sanciones, aranceles y populismo
Las relaciones entre EE.UU. y Brasil han estado marcadas por sanciones impuestas desde Washington hacia jueces brasileños tras el juicio a Bolsonaro, así como aranceles de hasta 50% a exportaciones brasileñas, afectando sectores clave como el acero, el etanol y la carne vacuna.
Además, Trump declaró en la ONU que “Brasil está haciendo todo mal” y que “sin nosotros, fracasarán como otros países ya lo han hecho”. Lula respondió que Brasil es soberano y que sus jueces y sistema judicial no están en discusión. “Tengo 80 años, Trump cumplirá 80 en 2026, no hay razón para juegos infantiles”, dijo con ironía como mensaje de madurez política.
Invertir en la diplomacia: ¿hay esperanza de reinicio?
“Todo puede resolverse cuando dos personas hablan”, dijo Lula, refiriéndose a un enfoque de ganar-ganar que pueda destrabar acuerdos en inversión, comercio y relaciones geopolíticas. Con énfasis en la importancia de los vínculos económicos, Lula puntualizó que EE.UU. tuvo en los últimos 15 años un superávit comercial de 410 mil millones de dólares con Brasil. “Decir que hay un déficit es simplemente desinformación”, declaró.
Trump, sin embargo, sigue usando la retórica de déficit comercial como un argumento para aumentar tarifas y proteger la producción agrícola e industrial nacional, una bandera que entusiasma a su base electoral en los estados del sur y del medio oeste.
¿Y John Bolton? Otra sombra en la tormenta política
Mientras el gobierno se prepara para el huracán administrativo, otra tormenta asoma: agentes federales incautaron documentos clasificados en el domicilio de John Bolton, exasesor de seguridad nacional de Trump. El motivo: sospechas sobre mal manejo de información sensible, incluyendo temas como armas de destrucción masiva y comunicaciones estratégicas.
Bolton, crítico feroz de Trump en su libro "The Room Where It Happened", había recibido ya en 2020 advertencias de la Seguridad Nacional sobre la presencia de material secreto no aprobado en su manuscrito. Sin embargo, su abogado sostiene que los documentos eran en su mayoría antiguos y que ya fueron autorizados para publicación.
La investigación abre otra línea de conflicto entre Trump y sus antiguos colaboradores, en medio de lo que ya parece una guerra total contra cualquiera que lo desafíe o desmarque de su línea oficial.
¿Qué puede pasar?
Si para la fecha límite el Congreso no logra consenso, habrá cierre. Pero esta vez, con despidos irreversibles, no solo permisos sin sueldo. Los efectos se sentirán en áreas como:
- Procesamiento de visas y pasaportes.
- Operaciones de la NASA y agencias científicas.
- Seguridad aeroportuaria y alimentaria.
- Servicios de salud pública.
Y también a escala global, debilitando la maquinaria diplomática estadounidense e inclinando la balanza a favor de potencias como China y Rusia.
Un país al borde de la disfunción institucional
Con un Congreso paralizado, una Casa Blanca atrincherada y funcionarios clave enfrentando investigaciones, la democracia estadounidense corre el riesgo de entrar en parálisis funcional justo cuando necesita mostrar fortaleza ante sus socios internacionales.
Desde Brasil hasta las oficinas de seguridad nacional, la falta de estrategia común parece ser la moneda corriente. ¿Será este el punto de quiebre hacia una renovación política o solo el preludio de una polarización aún más profunda? Solo el tiempo, y el próximo calendario legislativo, lo dirán.