Crisis en la capital: El rediseño del gobierno federal deja a Washington DC en caída libre
Miles de empleos perdidos, desempleo récord y una economía estancada: así está afectando la purga federal liderada por DOGE al corazón administrativo de EE.UU.
Una capital en transición forzada
La región metropolitana de Washington DC, conocida como DMV (por sus siglas en inglés: District of Columbia, Maryland y Virginia), se enfrenta a un colapso económico sin precedentes. El detonante: una reestructuración radical del gobierno federal encabezada por el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una iniciativa instaurada al inicio del segundo mandato de Donald Trump y bajo la dirección de su asesor y empresario Elon Musk.
Desde entonces, el área ha sufrido una sangría laboral y financiera que desestabiliza no solo las vidas de sus residentes, sino también el tejido institucional y económico que ha sostenido durante décadas a la capital estadounidense.
Una purga masiva con impacto inmediato
Según el informe DMV Monitor, una herramienta creada por Brookings Institution en conjunto con el Metropolitan Washington Council of Governments, el desempleo en la región alcanzó el 6% en agosto de 2024, el más alto del país y muy por encima del promedio nacional del 4.3%.
Esto representa el cuarto mes consecutivo con la tasa de desempleo más elevada de EE.UU. Solo entre enero y agosto, el indicador subió del 5.3% al 6%. En comparación, al final del mandato de Joe Biden, esa cifra había descendido a 5.3% tras haber alcanzado un preocupante 11.3% durante la era pandémica.
¿El origen del desastre? DOGE y Elon Musk
La creación del DOGE bajo la consigna de eliminar “fraude, despilfarro y abuso” en el sistema federal desencadenó un drástico recorte de 300,000 puestos federales, según declaraciones de Scott Kupor, director de la Oficina de Administración de Personal de EE.UU. Tan solo en 2024, DOGE canceló 13,231 contratos gubernamentales equivalentes a $59 mil millones en servicios, comprometiendo seriamente operaciones clave del Estado.
“Este es el mayor redimensionamiento gubernamental desde la Segunda Guerra Mundial,” dijo Kupor. Sin embargo, aunque la reestructuración tuvo efectos a nivel nacional, fue en Washington donde golpeó con más fuerza. La razón: un 20% del personal federal está concentrado en la región, y la economía local depende profundamente de este ecosistema de empleo.
Un colapso habitacional en puerta
El impacto no se detiene en el ámbito laboral. El mismo reporte indica que el número de casas en venta ha aumentado en un dramático 64% desde junio de 2024. Un aumento vertiginoso que revela cómo cada vez más personas deben abandonar la zona por no poder costear su vida diaria sin ingresos estables.
“Washington enfrenta una tormenta perfecta de reducción laboral federal, desempleo y un mercado inmobiliario en desequilibrio”, alerta el informe de Brookings.
Soldados en las calles y una policía federalizada
Otro de los movimientos más controversiales de la administración ha sido la federalización del Departamento de Policía Metropolitana, así como el despliegue de tropas de la Guardia Nacional para controlar el crimen. Estas medidas, junto con la reducción de personal federal y los contratos congelados, han alterado significativamente la dinámica social de la ciudad.
El informe también advierte que estos cambios “podrían afectar el gasto del consumidor y la inversión local durante años”, reduciendo la atracción por parte de nuevos residentes y empresas.
Privados y desempleados: una brecha laboral imposible de cerrar
A pesar de que el gobierno ha generado medio millón de empleos en el sector privado, la mayoría de estos no se alinean con las habilidades de los trabajadores federales despedidos. La región cuenta con el mayor número de graduados universitarios por área metropolitana del país, pero la reconversión laboral ha sido inefectiva.
“Hay una falta estructural de coincidencia entre quienes buscan trabajo y los trabajos disponibles”, señala el análisis de la Oficina de Análisis de Ingresos de Washington. Esto resulta en una parálisis del crecimiento del sector privado y en un éxodo silencioso de talento especializado.
¿Una nueva era federal o una profecía de destrucción?
En palabras de la vocera de la Casa Blanca, Taylor Rogers, la crisis en D.C. no es nueva. “Este problema ha existido durante años, incluso con el aumento masivo de contrataciones de Biden. Se trata de una dependencia excesiva del gobierno federal y un índice de criminalidad altísimo, dos problemas que el presidente Trump está resolviendo con efectividad”.
Rogers insiste en que las políticas de Trump han generado robustos beneficios para trabajadores nacidos en EE.UU., pese a las críticas por la recentralización extrema del poder federal.
Legalidad, legitimidad y consecuencias a largo plazo
En julio, la Corte Suprema autorizó al gobierno federal la facultad de reducir su plantilla sin necesidad de autorizaciones legislativas específicas. Aunque la decisión no se aplica a todas las agencias y aún existen desafíos legales, ello marcó un precedente que robustece a DOGE.
Curiosamente, cientos de empleados federales despedidos ahora han sido contactados para volver. Este patrón de despidos y recontrataciones improvisadas revela una falta de planificación seria, reflejando los costos humanos del experimento.
El futuro: ¿un espejo de lo que vendrá?
El Instituto de Política Fiscal de D.C. predice más recortes si la administración Trump persiste en su programa de eficiencia radical. “Muchos residentes de D.C. y alrededores seguirán perdiendo sus empleos federales en los próximos meses y años,” afirma el reporte.
Mientras tanto, los residentes se enfrentan a un escenario desolador: más desempleo, viviendas depreciadas, aumento del crimen y un tejido social desgarrado por una administración que ve la eficiencia como la eliminación sistemática del aparato burocrático sin tender red alguna para los afectados.
¿Un modelo exportable?
Lo que está en juego no es únicamente el sustento de cientos de miles de personas, sino la estabilidad económica y funcional de la capital de la nación. ¿Podrá el resto del país asumir estas políticas como modelo, o es Washington D.C. un laboratorio de un experimento que probablemente termine en catástrofe?
Dado lo observado, queda abierta la pregunta: ¿Dónde termina la eficiencia y comienza la negligencia política?