La Ryder Cup como espectáculo total: fútbol, emoción y celebridades en el campo de golf

Gianfranco Zola en un carrito, Ken Griffey Jr. tras la cámara y el espíritu competitivo a flor de piel: la Ryder Cup 2025 en Bethpage Black es mucho más que golf

Por qué la Ryder Cup se ha convertido en uno de los eventos deportivos más fascinantes del mundo

Cuando pensamos en golf, muchos imaginan un deporte silencioso, pausado y elegante. Sin embargo, cada dos años, durante la Ryder Cup, todo cambia. El ruido sube de decibelios, los jugadores se transforman en gladiadores del green y el público no se porta con la moderación habitual. La edición 2025 que se celebra en Bethpage Black, Nueva York, ha llevado ese espíritu al extremo, fusionando mundos y personalidades que enriquecen este torneo de origen centenario.

La presencia inesperada de Gianfranco Zola: fútbol y golf unidos

Una de las imágenes más peculiares y encantadoras de esta edición ha sido la del exfutbolista italiano Gianfranco Zola, ícono del Chelsea e ídolo absoluto de la selección azzurra, paseando por el campo a bordo de un carrito de golf como parte del equipo europeo. Zola, que oficialmente está “ayudando” al vicecapitán Francesco Molinari, aporta no solo su experiencia deportiva, sino una dosis de carisma y liderazgo emocional.

El inglés Justin Rose, fan confeso del Chelsea, no ocultó su sorpresa y admiración al encontrarse con Zola: “He conocido a mucha gente interesante gracias al golf, pero verlo fue otra cosa. Fue como: ‘¡Whoa! ¡Gianfranco!’ Me quedé sin palabras”.

Que Zola esté participando activamente habla del cruce de disciplinas y emociones que marca esta edición. Como lo resumió Rose: “Su energía es contagiosa. Si observa un momento clave y aporta desde el punto de vista emocional, será esencial para nosotros esta semana”.

Cameron Young y los recuerdos del pasado

Uno de los protagonistas locales de esta Ryder Cup es Cameron Young, nacido en Nueva York y con una historia muy especial con el campo de Bethpage Black. En 2017, siendo amateur, ganó el New York State Open en este mismo campo con una ronda final de 64 golpes, la mejor en aquel momento. Regresar al mismo lugar como parte del equipo estadounidense es, para él, cerrar un círculo personal.

“Caminas al tee del primer hoyo y parece que nunca te fuiste”, dijo Young mientras evocaba los tiros y emociones de aquella ronda histórica. A pesar de no ser el más efusivo del equipo, tanto compañeros como el público sueñan con verlo entregado al fervor local. El propio Collin Morikawa admitió: “Me encantaría ver a Cam Young haciendo un puñetazo al aire frente a un europeo. Sería glorioso”.

Ken Griffey Jr.: del béisbol al teleobjetivo

Otra figura inesperada en esta Ryder es Ken Griffey Jr., leyenda del béisbol y actual fotógrafo oficial del equipo digital de la PGA de América. Griffey, que ya había trabajado en el Masters, el World Series o incluso carreras de IndyCar, acumula imágenes captadas con el lente pero almacenadas en la retina de muchísimos fanáticos del deporte.

Su presencia es testigo del giro mediático y cultural del golf: una disciplina que deja de ser solo técnica para abrazar narrativa, emoción visual e inclusión mediática. Que una figura como Griffey encuentre inspiración y pasión detrás de la cámara indica cuánto ha evolucionado este deporte.

Las emociones desbordadas de la Ryder Cup

Si algo distingue a este torneo de otros eventos de golf es la intensidad emocional. Jugadores habitualmente sobrios y contenidos se transforman emocionalmente con cada birdie o putt salvador. David Duval explosivo en 1999, Dustin Johnson con sus puños cerrados en Medinah, y ahora, ¿por qué no?, Cameron Young con una exclamación que haga temblar los greens.

La Ryder, a diferencia de torneos individuales como el U.S. Open o el British Open, agrega un factor tribal: representación continental. El “nosotros vs. ellos”, el honor de lucir la bandera, convierte cada match en una batalla emocional. Más que un trofeo, está en juego el orgullo colectivo.

La historia viva de Bethpage Black

Bethpage Black es una leyenda por mérito propio. Catalogado como uno de los campos más difíciles de Estados Unidos, no solo ha sido anfitrión de US Open y PGA Championships, sino que también representa al público más ruidoso y apasionado del mundo del golf. Aquí no reinan los aplausos educados ni los silencios ceremoniales. Aquí se grita, se alienta y se presiona al adversario.

Para muchos jugadores, especialmente europeos, este ambiente hostil es un reto tanto físico como psicológico. Para los estadounidenses, especialmente uno como Young, es una oportunidad irrepetible de ser profeta en su tierra.

Juventud, cambios climáticos y decisiones difíciles

Uno de los conflictos logísticos más notorios ha sido el traslado de los Junior Ryder Cup —el torneo juvenil paralelo— al Nassau Country Club por razones climáticas. Las lluvias previstas obligaron a mover no solo los partidos individuales del jueves, sino incluso la ceremonia inaugural, programada originalmente para el mismo día.

No obstante, el equipo estadounidense sigue liderando la serie 10-8, y necesita solo 5,5 puntos más para recuperar el trofeo que Europa ganó en 2023 con un aplastante 20.5-9.5. Las futuras promesas también viven su pequeña gran guerra, reflejo en miniatura del duelo de titanes entre mayores.

Más allá del golf: un evento cultural

El cruce entre fútbol, fotografía artística, espectáculo juvenil y fervor patriótico convierte a la Ryder Cup en algo más: un evento cultural y popular. Lo que comenzó como un torneo entre caballeros británicos y estadounidenses en 1927 hoy es una máquina global de emoción, negocio y orgullo nacional.

Y mientras Zola cruza el campo más difícil del circuito en un carrito de golf, y Griffey Jr. ajusta el lente en busca de la próxima imagen de portada, los jugadores se preparan para el clímax emocional de la semana: el choque final donde la historia se escribe golpe a golpe.

La Ryder Cup 2025 ya está dejando huella, y aún no ha llegado su punto máximo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press