Trump y las 'guerras interminables': ¿paz verdadera o narrativa electoral?
Un análisis de los conflictos internacionales que Donald Trump dice haber resuelto —y cuánto mérito realmente merece por ello.
¿Paz o propaganda?: lo que Trump afirma
Durante su discurso ante la Asamblea General de la ONU, el expresidente Donald Trump lanzó una afirmación sorprendente —y recurrente en su campaña de reelección: "En un periodo de solo siete meses, he terminado siete guerras interminables". Estas palabras fueron recibidas con escepticismo por parte de diplomáticos, analistas y periodistas. ¿Realmente Trump ha sido el gran pacificador mundial o se trata de una exageración política?
Vamos a desglosar sus afirmaciones conflicto por conflicto. Este artículo ofrece un análisis detallado de cada situación y del papel que realmente desempeñó Trump.
Israel e Irán: un conflicto de alta tensión
En junio, Israel bombardeó instalaciones nucleares clave de Irán —incluidas las de Fordo, Isfahán y Natanz— acusando a Teherán de intentar producir armas nucleares. Este enfrentamiento, aunque breve, fue calificado por expertos como una guerra caliente sin un final claro a la vista.
Según Evelyn Farkas, directora del Instituto McCain de la Universidad Estatal de Arizona, Trump merece crédito por haber gestionado un cese al fuego eficaz, tras ordenar ataques aéreos estadounidenses contra instalaciones estratégicas iraníes. Aunque persiste el riesgo de que el conflicto se reavive, Trump logró frenar la escalada.
“Y no tenía un final real a la vista antes de que Trump interviniera y les diera un ultimátum,” afirmó Farkas.
Sin embargo, Lawrence Haas, experto en política exterior del consejo American Foreign Policy Council, sostiene que se trata solo de un “respiro temporal” en una guerra fría de baja intensidad. Es decir, una pausa estratégica más que una solución permanente.
Egipto y Etiopía: el dilema del Nilo
El conflicto por la Gran Presa del Renacimiento Etíope ha tensado las relaciones entre Egipto, Etiopía y Sudán durante más de una década. Trump se involucró durante su primer mandato con el objetivo de mediar, pero los progresos fueron escasos.
En 2020, el expresidente incluso suspendió la ayuda estadounidense a Etiopía como medida de presión. Más recientemente, afirmó en Truth Social que “ayudó a resolver el conflicto”. Sin embargo, los expertos argumentan que las negociaciones aún están estancadas y que es exagerado calificarlo como una guerra. Haas declaró que “sería una exageración grosera decir que estos países están en guerra”.
India y Pakistán: Kashmir siempre al borde
En abril, un incidente en la región de Cachemira provocó una escalada entre India y Pakistán. Turistas murieron en un ataque que elevó las tensiones diplomáticas. Trump afirmó haber negociado un cese al fuego a cambio de concesiones comerciales.
Pakistán, de hecho, agradeció al expresidente y lo propuso incluso para el Premio Nobel de la Paz. India, por otro lado, negó cualquier intervención estadounidense: “No hubo ninguna conversación entre los EE.UU. e India sobre comercio en relación con el cese al fuego,” afirmaron funcionarios desde Nueva Delhi.
Aún así, expertos como Farkas y Haas opinan que el rol mediador de EE.UU. fue positivo, aunque no terminante. Otra vez, Trump aparece como catalizador pero no protagonista principal.
Serbia y Kosovo: mucho ruido y pocas nueces
Kosovo, antigua provincia serbia, declaró su independencia en 2008. Desde entonces, las tensiones con Serbia han sido notorias, aunque nunca llegaron a una guerra abierta gracias a los efectivos de paz de la OTAN desplegados en la región.
Trump destaca como logro un acuerdo firmado durante su primer mandato, pero muchos de sus puntos no se implementaron. Tampoco hubo brotes de violencia significativos durante su segundo mandato.
Su influencia puede ser descrita como simbólica más que sustantiva.
Rwanda y la República Democrática del Congo: paz incompleta
Este es uno de los conflictos más complejos de África. El este de la RDC está plagado de violencia debido a más de cien grupos armados. Entre los más peligrosos está el grupo rebelde M23, que recibe apoyo de Rwanda según informes internacionales.
En junio, los ministros de Relaciones Exteriores de RDC y Rwanda firmaron un acuerdo de paz en la Casa Blanca. Sin embargo, el M23 no participó directamente en las negociaciones y ha declarado que no se siente vinculado por un tratado del que quedó excluido.
Hablar de resolución es prematuro. La paz duradera aún está lejos.
Dato histórico: Se estima que el conflicto en el este del Congo ha causado más de 5 millones de muertes desde finales de los años 90, siendo una de las crisis humanitarias más mortales desde la Segunda Guerra Mundial.
Armenia y Azerbaiyán: avance diplomático, pero sin firma final
Trump organizó una cumbre entre ambos países en agosto en la Casa Blanca. Allí se firmó un documento para restablecer rutas de transporte y preparar un tratado de paz formal tras décadas de conflicto por Nagorno-Karabaj.
Ambos líderes elogiaron su papel: el presidente azerí Ilham Aliyev habló incluso de “un milagro”. Sin embargo, el tratado aún no ha sido firmado ni ratificado. Persisten tensiones internas en ambos países sobre los compromisos adquiridos.
Aunque representa un avance, es solo un paso preliminar.
Camboya y Tailandia: diplomacia económica
Un conflicto fronterizo breve pero intenso resurgió entre Tailandia y Camboya tras la explosión de una mina terrestre en julio. Aunque las partes ya estaban negociando en Malasia, la intervención de Trump —vía redes sociales y amenazas de cancelar acuerdos comerciales— fue clave.
Ambos países enfrentaban dificultades económicas y anhelaban pactar tarifas con EE.UU. Según el analista Ken Lohatepanont, “la decisión de Trump de condicionar los acuerdos comerciales a un cese al fuego probablemente fue decisiva para que ambas partes llegaran a la mesa de diálogo”.
En este caso, el uso del poder económico fue efectivo. Un ejemplo claro de diplomacia transaccional.
¿Siete guerras? La aritmética de la narrativa
Mientras Trump asegura haber resuelto siete conflictos —una cifra simbólica que refuerza su imagen de líder eficaz—, los hechos concretos pintan un panorama más matizado:
- Conflictos reales resueltos temporalmente: Israel-Irán, India-Pakistán, Camboya-Tailandia.
- Avances diplomáticos sin resultados firmes: Armenia-Azerbaiyán, RDC-Rwanda.
- Conflictos sobredimensionados o sin guerra formal: Egipto-Etiopía, Serbia-Kosovo.
La narrativa de Trump simplifica conflictos profundamente enraizados, en algunos casos logrando avances parciales pero en ningún momento asegurando una paz duradera.
Fact-checking: una herramienta vital
Las afirmaciones presidenciales deben ser examinadas rigurosamente, sobre todo cuando forman parte de una campaña electoral que busca convencer con resultados espectaculares. La línea entre contribución e intervención decisiva no debe borrarse.
Como escribió el historiador Timothy Snyder: “La política post-verdad no es solo desinformación. Es crear una sensación de que nada es verdad para que luego quien tenga más poder imponga su versión de la realidad.”
En tiempos de polarización, la verificación de hechos se convierte en un acto de resistencia democrática.
Reflexión final
Trump ha tenido aciertos diplomáticos, muchos de ellos notables. Pero su tendencia a proclamar una victoria total sobre conflictos complejos y longevos puede ser contraproducente y engañosa. Hay mérito, pero no milagro.
Quizás el verdadero problema radica en su necesidad de construir una narrativa heroica, más que en el contenido real de sus logros.
“La diplomacia rara vez produce titulares inmediatos. Pero su impacto verdadero se mide en años, no en tweets,” recordaba Madeleine Albright.