¿Crisis en el Pentágono? Las decisiones sin precedentes de Pete Hegseth y el futuro de los militares de alto rango

Despidos, recortes y una reunión urgente: ¿qué está pasando con el liderazgo militar de Estados Unidos bajo Hegseth?

Un llamado inesperado desde Quantico

El Secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, sorprendió a la élite militar del país al convocar a cientos de generales y almirantes de una estrella o más, junto con sus consejeros, a una reunión extraordinaria en la base del Cuerpo de Marines en Quantico, Virginia. El motivo: desconocido. El panorama: inquietante.

Este episodio, que ha generado una ola de especulaciones entre políticos, militares y analistas, se enmarca dentro de una serie de decisiones controversiales que Hegseth viene tomando durante su gestión al frente del Pentágono. Entre ellas, despidos repentinos de altos mandos, cambios estructurales y una manera poco convencional de ejercer el poder militar.

Recortes abruptos en la cadena de mando

En mayo, Hegseth ordenó reducir en un 20% a los oficiales con rango de general de cuatro estrellas, junto con un recorte adicional del 10% para todos los oficiales generales y almirantes del resto de las fuerzas armadas. Además, requería que la Guardia Nacional elimine un 20% de sus cargos de más alto nivel.

Este drástico ajuste en la jerarquía militar ha provocado no solo desconcierto, sino también un fuerte debate sobre su propósito real, especialmente en un momento en que EE.UU. mantiene presencia militar en más de una docena de zonas de conflicto global. ¿Es eficiencia administrativa o un intento de consolidación vertical del poder?

Despidos sin explicación

Las alarmas comenzaron a encenderse cuando en febrero, Pete Hegseth despidió abruptamente a la Almirante Lisa Franchetti, máxima responsable de la Armada, y al General James Slife, el segundo al mando en la Fuerza Aérea. Ninguna explicación detallada fue ofrecida. Los reemplazos tampoco fueron acompañados de justificaciones sustantivas. A esto se sumaron despidos de altos funcionarios jurídicos del Departamento de Defensa y más recientemente, el despido de un general a cargo de la inteligencia militar, cuya valoración sobre daños a instalaciones nucleares iraníes no fue del agrado del presidente Donald Trump.

“Estas acciones están erosionando la cadena de confianza y debilitando el fundamento institucional del mando militar”, alertó un alto oficial retirado que pidió anonimato. En una democracia donde los procesos civiles se entrelazan con el aparato militar, tales decisiones pueden tener alcances insospechados.

Una reunión en medio de la incertidumbre

La reunión convocada para la próxima semana en Quantico ha sido definida como "inusual", no solo por su carácter masivo, sino también por la falta total de contexto sobre su objetivo. Sean Parnell, el portavoz del Pentágono, confirmó la asistencia del Secretario Hegseth, pero omitió detalles: “El Secretario se dirigirá a los líderes militares más importantes a comienzos de la próxima semana”.

Actualmente hay aproximadamente 800 generales y almirantes en servicio activo. Una cumbre de este nivel sin agenda pública está generando nerviosismo en el establishment militar.

¿Un patrón de personalismo y desinstitucionalización?

Estas acciones han sido interpretadas por muchos analistas como la institutionalización de una lógica de lealtad personal sobre méritos institucionales. “Hegseth, quien ha sido una figura mediática conservadora y con fuerte vínculo con el entorno más cercano a Trump, está imprimiendo una huella ideológica en el mando militar”, afirma Thomas Nichols, profesor en la Escuela de Guerra Naval de EE.UU., en una columna reciente para The Atlantic.

Este estilo de liderazgo no solo afecta la confianza interna, sino que también podría tener consecuencias internacionales. La política de defensa, en un contexto global tenso frente a potencias como China, Irán y Rusia, requiere previsibilidad y estabilidad, elementos que parecen estar siendo sustituidos por sorpresas e improvisaciones.

Opciones legales y constitucionales en juego

Hegseth todavía se enfrenta al mínimo margen legal que limita su poder sobre el cuerpo militar. Sin embargo, la falta de explicaciones documentadas y públicas sobre los despidos puede motivar acciones legales por parte de los cesados o de legisladores preocupados.

Desde el Comité de Servicios Armados del Senado, algunos miembros han mostrado su incomodidad por la dirección que está tomando el Departamento de Defensa. Según reportes internos filtrados, ya habría diseñadores de legislación trabajando en un proyecto para aumentar la supervisión de decisiones estratégicas del Secretario de Defensa, especialmente en casos que involucren cambios organizacionales abruptos.

¿Hacia una purga silenciosa en el Pentágono?

Para otros observadores, lo que está ocurriendo se asemeja más a una purga ideológica. La estrategia, a juicio de estos críticos, no es corregir excesos administrativos ni racionalizar recursos, sino desplazar a quienes no encajan con la visión de las actuales autoridades.

“Se trata de tallar una nueva jerarquía de lealtades desde el Pentágono hacia la Casa Blanca”, asevera el exoficial de inteligencia Michael Vickers, cuya experiencia se remonta a las operaciones más delicadas de los últimos 30 años.

Este enfoque despierta preocupaciones sobre el principio de subordinación de las fuerzas armadas a autoridades civiles democráticamente electas, pero también sobre el peligro del uso político de las obligaciones militares, especialmente en épocas preelectorales.

El caso Lewiston: otra herida abierta

La polémica también encuentra combustible en tragedias recientes como el tiroteo masivo en Lewiston, Maine, protagonizado por un reservista que la propia cadena militar había dejado en libertad pese a múltiples señales de alarma sobre su salud mental y amenaza de violencia. El informe de la Inspección General del Departamento de Defensa mostró que en 2023 el Ejército no realizó los reportes obligatorios de amenazas violentas en 32 de 67 casos investigados, lo que revela un patrón preocupante de negligencia interna.

Este análisis fortalece demandas legales contra el Gobierno por parte de sobrevivientes y familiares de las 18 víctimas fatales, quienes acusan a la institución de no haber actuado conforme a sus propios protocolos. Y vuelve a alumbrar la pregunta clave: ¿por qué seguimos confiando estructuras críticas a liderazgos tan debilitados o, peor aún, politizados?

¿Cambio de rumbo o escalada?

La combinación de despidos, recortes y falta de transparencia ha generado una tormenta perfecta en los pasillos oscuros del Pentágono. Hay quienes esperan que la reunión en Quantico sirva para aclarar la dirección estratégica de Hegseth y restaurar confianza. Otros, sin embargo, prevén una escalada aún más drástica que podría desembocar incluso en una intervención legislativa o constitucional para limitar su margen de maniobra.

En palabras del coronel retirado Stephen M. Trapp, “el verdadero enemigo es la opacidad”. Y si algo parece claro tras semanas de decisiones confusas es que, de no abrirse el debate al escrutinio público, el poder militar de Estados Unidos podría enfrentar su mayor crisis de identidad en décadas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press