Los incendios de Altadena y el sistema de alertas fallido: Una tragedia que pudo evitarse

Un informe independiente revela deficiencias graves en la respuesta de Los Ángeles a los incendios que dejaron más de 30 muertos y miles de viviendas destruidas

Por: Redacción

Una alerta que nunca llegó

El condado de Los Ángeles fue escenario en enero de 2025 de una tragedia de proporciones devastadoras: los incendios de Eaton y Palisades arrasaron con miles de viviendas y dejaron más de 30 personas muertas. Pero más allá de la magnitud del desastre natural, un nuevo After-Action Report elaborado por la firma consultora McChrystal Group, señala que esta catástrofe fue agravada por un sistema de emergencia obsoleto, carencias operativas y fallas de comunicación que, en conjunto, impidieron una respuesta eficaz y oportuna por parte de las autoridades.

El informe que expone una cadena de errores

Encargado por la Junta de Supervisores del condado pocas semanas después del desastre, el informe de 133 páginas analiza la respuesta de los equipos de emergencia y las fallas estructurales en la gestión del incendio. Entre sus principales hallazgos se destacan:

  • Políticas desactualizadas y prácticas inconsistentes para el envío de alertas de emergencia.
  • Déficit de personal, tanto en la Oficina de Manejo de Emergencias como en el Departamento del Sheriff, que cuenta con una alta cantidad de vacantes.
  • Sistemas de comunicación ineficientes que dificultaron la coordinación entre los equipos de primera respuesta.

Las consecuencias fueron inmediatas: miles de residentes en zonas densamente pobladas como Altadena y Pacific Palisades no recibieron ninguna advertencia sobre la necesidad de evacuar sus hogares hasta que ya era demasiado tarde. Muchos vieron sus casas reducidas a cenizas sin haber recibido un solo mensaje de alerta.

Los héroes en la primera línea

El informe reconoce que pese a estas fallas sistemáticas, los bomberos, policías y socorristas actuaron con valor e iniciativa. “Los socorristas respondieron de manera decisiva y, en muchos casos, heroica ante condiciones extraordinarias”, reza el documento. Sin embargo, el heroísmo individual no basta cuando el sistema no acompaña con políticas claras, herramientas tecnológicas avanzadas y una estructura operativa bien financiada.

Fallas que se repiten: un patrón nacional

Lo más preocupante de las revelaciones del informe es que no se trata de un caso aislado. En el pasado reciente, otros incendios catastróficos en el estado de California y otras partes de Estados Unidos también registraron fallas similares en los sistemas de alerta y evacuación:

  • Incendio de Tubbs (2017): dejó 22 muertos en Santa Rosa, con un sistema de alertas que no logró activar evacuaciones a tiempo.
  • Camp Fire (2018): el incendio más letal en la historia de California, con 85 muertes, también estuvo marcado por retrasos en las advertencias.
  • Woolsey Fire (2018): mató a tres personas en Malibu y expuso vacíos similares en la coordinación interagencial.
  • Marshall Fire en Colorado (2021): destruyó más de 1,000 hogares, mientras que los residentes denunciaban alertas tardías o inexistentes.
  • Incendio en Lahaina, Hawái (2023): uno de los más trágicos en la historia del estado, con 102 muertos y graves problemas en el sistema de comunicación.

Estas catástrofes comparten un denominador común: ausencia de infraestructura moderna para la emisión de alertas, falta de entrenamiento adecuado y protocolos ineficaces. Un recordatorio doloroso de que las lecciones, muchas veces, no se aprenden.

Las alertas: entre la tecnología y la política

En pleno siglo XXI, es impensable que ciudades del calibre de Los Ángeles no cuenten con sistemas integrados y automáticos de alertas múltiples que lleguen a la población por distintas vías —mensajes de texto, llamadas, redes sociales, aplicaciones, sirenas, radios de emergencia y más—. Sin embargo, el informe señala que las alertas durante los incendios de enero fueron enviadas de manera manual, y en muchos casos dependieron de la discreción de funcionarios no capacitados, sin una supervisión clara.

Además, los problemas no fueron solo tecnológicos. El condado ha operado con políticas anticuadas, muchas de ellas no adaptadas a condiciones climáticas extremas que hoy son más frecuentes debido al cambio climático. Y esto, afirman expertos, es un tema también político, donde los presupuestos y prioridades deben ser revisados con urgencia.

Conectividad: el talón de Aquiles bajo fuego

Uno de los puntos más críticos fue la pérdida de conectividad celular en las zonas más afectadas. Según el informe, los comandantes del incidente y los socorristas no pudieron compartir información en tiempo real debido a la inestabilidad de las redes móviles, uso de plataformas no conectadas entre sí y métodos de reporte inconsistentes desde el terreno.

Esto impidió tomar decisiones basadas en datos actualizados, generando caos y respuestas contradictorias en medio del incendio. Es un fallo técnico y estructural que requiere inversiones inmediatas, como redes de emergencia satelitales y sistemas redundantes.

Una tragedia que se pudo evitar

“Cada minuto cuenta en un incendio forestal”, dijo Chris McGoey, experto en manejo de emergencias. “Cuando las alertas no llegan a tiempo, lo que falla no es sólo el sistema, es la promesa de protección que el Estado le hace a sus ciudadanos”.

Y los números hablan por sí solos: según la Oficina Nacional de Incendios Forestales de EE.UU., los incendios en áreas urbanas están aumentando un 7% cada año desde 2018. El cambio climático, los periodos de sequía más largos y la expansión urbana hacia zonas boscosas auguran que este tipo de catástrofes serán cada vez más habituales.

¿Qué se puede hacer?

La Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles revisará el informe completo en su próxima reunión y se espera que el tema provoque un replanteamiento de las prioridades presupuestarias y estratégicas. Algunas recomendaciones del informe y de expertos en la materia incluyen:

  1. Actualizar y unificar los protocolos para el envío de alertas, asegurando redundancia en canales de comunicación.
  2. Invertir en infraestructura tecnológica moderna para conectividad durante emergencias.
  3. Capacitar constantemente al personal de gestión de emergencias y primeros respondedores.
  4. Contratar más personal en áreas críticas como la Oficina de Emergencias y el Departamento del Sheriff.
  5. Aumentar la educación pública sobre evacuaciones y planes de emergencia a nivel vecinal.

Una comunidad resiliente, pero herida

Los incendios de Altadena y Pacific Palisades han dejado heridas físicas y emocionales en sus comunidades. La imagen de Megan Mantia y su pareja, Thomas, regresando a lo que quedó de su hogar calcinado es símbolo de una realidad que se repite demasiado en Estados Unidos en los últimos años. Como colectividad, los angelinos reclaman transparencia, responsabilidad y, sobre todo, acción preventiva.

Porque ante la inminencia de futuras crisis climáticas, más allá del heroísmo de los socorristas y la solidaridad de los vecinos, sólo un sistema fortalecido podrá evitar que tragedias como estas vuelvan a repetirse.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press