Sudán al borde del abismo: ¿el último intento para detener una guerra brutal?
Más de 13 millones de desplazados, acusaciones de crímenes de guerra y esfuerzos internacionales intensifican la presión por la paz en Sudán.
Un conflicto devastador que no cede
Sudán lleva sumido en un violento conflicto civil desde abril del año 2023, cuando estallaron las tensiones entre el ejército nacional y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), un grupo paramilitar que fue aliado del gobierno durante años. Desde entonces, el país ha experimentado lo que múltiples organizaciones internacionales califican como la peor crisis humanitaria del mundo actual.
Las cifras hablan por sí solas: más de 40.000 personas han muerto, casi 13 millones han sido desplazadas tanto interna como externamente y 24 millones de sudaneses enfrentan inseguridad alimentaria aguda, siendo empujados al borde de la hambruna, de acuerdo con las agencias de la ONU.
Un rayo de esperanza: la hoja de ruta internacional
En medio de este panorama sombrío, el más reciente periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas ha sido testigo de un acontecimiento crucial: por primera vez, potencias regionales clave se han alineado en una propuesta conjunta para detener la guerra en Sudán.
La llamada iniciativa del Cuarteto—compuesto por Estados Unidos, Arabia Saudita, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos—emitió una declaración el 12 de septiembre de 2025 en la que solicita una tregua humanitaria de tres meses, seguida por un alto el fuego permanente.
La declaración insta también a establecer un gobierno civil e independiente mediante un proceso inclusivo de transición de nueve meses que represente los intereses del pueblo sudanés.
Otros actores se suman: coordinación global en acción
Además del Cuarteto, organizaciones como la Unión Africana, la Unión Europea, y países como Alemania, Francia y el Reino Unido también han intensificado su presión diplomática. En una reunión celebrada paralelamente a la Asamblea General, estos actores instaron al regreso de negociaciones directas entre el gobierno y las RSF para lograr un alto el fuego duradero.
En una declaración conjunta, estos países subrayaron su apoyo a los esfuerzos multilaterales, condenando además la participación militar de países extranjeros y grupos no estatales no identificados, a quienes acusan de alimentar el conflicto.
Crímenes de guerra y una población al límite
En su discurso ante la Asamblea General, el secretario general de la ONU, António Guterres, fue contundente: “En Sudán, los civiles están siendo masacrados, hambrientos y silenciados. Las mujeres y las niñas enfrentan una violencia indescriptible”.
Estas declaraciones se suman a la grave advertencia de la Corte Penal Internacional (CPI), que en julio señaló que existen indicios claros de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad cometidos en la región de Darfur, donde las RSF han tomado el control de casi todos los centros regionales, excepto El-Fasher.
Las RSF incluso anunciaron en junio la creación de un gobierno paralelo en las zonas bajo su control, hecho que fue rechazado de manera unánime por el Consejo de Seguridad de la ONU, al considerar que ello pone en peligro la integridad territorial de Sudán.
Acusaciones del gobierno de transición
El primer ministro de transición, Kamil El-Tayeb Idris, en su intervención del jueves ante la Asamblea General, condenó enfáticamente a las RSF. Las acusó de “asesinatos sistemáticos, tortura, saqueos, violaciones y destrucción salvaje de todos los componentes de la vida”, como parte de su plan para tomar el control del país, explotar su riqueza y alterar la composición demográfica.
El-Tayeb también recalcó la soberanía de Sudán y su compromiso con una hoja de ruta desarrollada localmente para alcanzar la paz. Esta incluye una retirada completa de las RSF de las zonas urbanas como condición previa a un posible diálogo nacional.
Una crisis más allá de las fronteras: la presión sobre Chad
El gran volumen de desplazados ha generado presiones en otros países, como Chad, que comparte frontera con la conflictiva región de Darfur. Su primer ministro, Allah Maye Halina, informó que actualmente hay más de 2 millones de refugiados sudaneses en Chad, y que 1,5 millones de ellos llegaron solo desde abril de 2023.
Chad ha mantenido una postura neutral en el conflicto e incluso ha ofrecido mediar en futuras iniciativas de paz, pero ha hecho un llamado urgente a la comunidad internacional para recibir asistencia ante el colapso de su infraestructura humanitaria por el flujo constante de desplazados.
Violencia de género: la herida invisible
Además de la crisis militar y humanitaria, el conflicto en Sudán ha sido escenario de abusos sistemáticos contra mujeres y niñas. Organismos de la ONU y ONGs han documentado casos de violaciones grupales, secuestros y violencia basada en género—utilizada, según informes, como herramienta de guerra por parte de las RSF y otros grupos armados.
Estas atrocidades no solo violan normas internacionales, sino que socavan cualquier intento de reconciliación. La violencia hacia las mujeres constituye uno de los principales puntos de exigencia de los mediadores internacionales, quienes condicionan el avance político a la rendición de cuentas por estos crímenes.
El papel de la comunidad internacional: ¿suficiente o tardío?
Uno de los mayores desafíos es convencer a las partes en conflicto de acatar compromisos. Aunque las propuestas del Cuarteto y otros actores constituyen un avance, varios analistas señalan que han llegado tarde y sin una estrategia clara de implementación.
“Por primera vez desde el inicio del conflicto, los actores más influyentes en Sudán se han unido en torno a una hoja de ruta,” dijo Alan Boswell, director del proyecto para el Cuerno de África del International Crisis Group. “Ahora la gran tarea es que las partes combatientes abandonen la violencia”.
Además, aún no se han identificado mecanismos de presión eficaces para forzar a los líderes militares a ceder terreno. Sin sanciones internacionales ni garantías de seguridad o incentivos políticos, los analistas temen que los compromisos se queden en palabras vacías.
¿Qué sigue para Sudán?
Con la Asamblea General de la ONU finalizando sus sesiones y todos los ojos puestos en Sudán, el tiempo apremia. La combinación de presión diplomática, coordinación regional y atención humanitaria es vital para evitar el colapso total del Estado sudanés.
Lo más urgente sigue siendo lograr una tregua efectiva que permita la entrada de ayuda internacional. Igualmente crucial es que las potencias extranjeras cesen su apoyo a los actores armados y que se garantice la integridad territorial de Sudán.
La paz en Sudán todavía es posible, pero exige más que declaraciones: se necesita acción, rendición de cuentas y voluntad política real. Este puede ser el último intento viable para detener una guerra que está desangrando no solo a un país, sino a toda una región en África.