Assata Shakur: La lucha, el exilio y el legado de una militante revolucionaria
A casi medio siglo de su escape y exilio en Cuba, el fallecimiento de Assata Shakur reabre debates sobre justicia, racismo estructural y la historia no contada del movimiento afroamericano en EE.UU.
Una figura indomable en la historia afroamericana
Assata Shakur, nacida como Joanne Deborah Chesimard el 16 de julio de 1947 en Queens, Nueva York, ha sido una de las figuras más controversiales y trascendentales en la historia reciente de Estados Unidos. Su asesinato supuestamente vinculado al de un policía estatal en Nueva Jersey en 1973, su condena a cadena perpetua, su cinematográfica fuga en 1979, así como el asilo político que recibió de parte del gobierno cubano en 1984, la catapultaron como una símbolo —para algunos de lucha y resistencia; para otros, de terrorismo y huida de la justicia.
Shakur falleció el jueves 25 de abril de 2024 en La Habana, Cuba, debido a complicaciones de salud y avanzada edad, confirmó su hija, Kakuya Shakur. Sus casi 77 años estuvieron marcados por la tensión entre la reivindicación de derechos para la comunidad afroamericana y la persecución por parte del Estado norteamericano.
Black Panther Party y el Ejército de Liberación Negra
Shakur fue miembro prominente tanto del Black Panther Party como del Black Liberation Army (BLA), organizaciones que emergieron en las décadas de 1960 y 1970 ante la intensificación de la brutalidad policial y la discriminación sistémica contra las personas negras en EE.UU.
Los Panteras Negras, organizados en 1966 en Oakland, California, no solo patrullaban barrios armados para vigilar la actuación de la policía, sino que también promovieron programas comunitarios de desayunos gratuitos y salud básica. Sin embargo, su postura militante los convirtió en blanco del FBI bajo su programa COINTELPRO, cuya meta era “neutralizar” movimientos y figuras que el gobierno consideraba subversivas.
Shakur pasó entonces al BLA, una organización aún más radical que buscaba la insurrección armada para liberar a los afroamericanos de lo que consideraban un Estado colonial blanco interno. Ahí es donde su historia se entrelaza irremediablemente con uno de los eventos más polémicos de la historia jurídica y política estadounidense.
El tiroteo en la autopista de Nueva Jersey
El 2 de mayo de 1973, Shakur viajaba en coche con Sundiata Acoli y Zayd Malik Shakur cuando fueron detenidos por patrulleros estatales en la autopista Turnpike de Nueva Jersey. Lo que ocurrió a continuación ha sido narrado de formas radicalmente distintas por las autoridades y por la propia Assata Shakur.
Según la versión oficial, se produjo un tiroteo en el que murió el agente Werner Foerster y resultaron heridas Shakur y otro oficial. Sin embargo, Shakur siempre ha sostenido que no disparó su arma, que tenía las manos en alto al ser herida y que el hecho fue manipulado para justificar su encarcelamiento.
En 1977 fue condenada a cadena perpetua por asesinato en primer grado, además de otros cargos relacionados con robo a mano armada y tentativa de homicidio.
Escape de prisión: el inicio del mito internacional
En 1979, tras cumplir dos años de su sentencia en la Clinton Correctional Facility para mujeres, un grupo de miembros del BLA, disfrazados de visitantes comunes, tomó rehenes y secuestró una camioneta del centro penitenciario para liberar a Shakur. Este escape digno de película catapultó su nombre como uno de los más buscados por el FBI, que eventualmente la incluyó en la lista de los “terroristas más buscados”.
Durante cinco años se mantuvo en la clandestinidad, hasta que en 1984 reapareció en Cuba, donde Fidel Castro la recibió como asilada política. Desde entonces, EE.UU. solicitó reiteradamente su extradición, ofreció recompensas y utilizó su caso como símbolo del supuesto apoyo cubano al terrorismo.
Asilo en Cuba y postura del gobierno cubano
El gobierno de Cuba nunca ocultó su apoyo a Assata Shakur. Fidel Castro justificó su asilo al declarar que "no creemos que ella haya tenido un debido proceso en su país" y que "es una víctima del racismo y del sistema represivo estadounidense".
Durante décadas, Shakur vivió en la periferia de La Habana, donde escribió sus memorias, enseñó inglés, trabajó con comunidades locales y se convirtió en una figura de referencia para las generaciones de activistas afrodescendientes en América Latina y el Caribe.
En su autobiografía, publicada en 1987, expresó:
"No soy culpable de asesinato... soy inocente. No estoy pidiendo clemencia por crímenes que no cometí. Estoy exigiendo justicia".
Sus palabras encontraron eco en movimientos como Black Lives Matter, que años después la adoptaron como un símbolo de resistencia frente a la violencia policial y el racismo estructural.
El FBI, el gobierno de EE.UU. y la narrativa del terrorismo
En 2013, Assata Shakur se convirtió en la primera mujer incluida en la lista del FBI de los terroristas más buscados, con una recompensa de 2 millones de dólares por información que llevara a su captura. En el anuncio, el entonces agente especial del FBI, Aaron Ford, declaró que “ella es una amenaza para el gobierno de Estados Unidos”.
¿Pero qué amenaza suponía una mujer casi septuagenaria residiendo pacíficamente en Cuba? Aquí radica la esencia del problema: la figura de Assata ya no era sólo ella misma, sino lo que significaba para los movimientos de resistencia afrodescendientes.
Críticos del uso que el FBI hizo de la etiqueta de “terrorismo” argumentan que esa categoría ha sido aplicada de forma desproporcionada a activistas negros y no blancos, mientras se ignoran acciones terroristas de grupos supremacistas blancos. Según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, desde 1994 hasta 2020, más del 66% de los ataques terroristas domésticos en EE.UU. fueron cometidos por extremistas de derecha.
Un legado que incomoda y desafía
Hoy, tras su muerte, Assata Shakur es vista como heroína para unos y criminal para otros. En plena era post-George Floyd y la revalorización de figuras históricas negras, su vida reabre debates sobre:
- ¿Qué es el terrorismo?
- ¿Puede el Estado ser agente opresor?
- ¿Es válida la resistencia armada ante la opresión sistémica?
Su sobrina nieta, la artista y activista Yaki Shakur, escribió en X (antes Twitter): "Mi tía no murió en el silencio ni en la derrota. Murió como vivió, en lucha. Su legado vive en las niñas negras que levantan el puño sabiendo que son poderosas".
Más allá de Cuba: impacto global
La figura de Assata Shakur no pertenece sólo a la narrativa norteamericana. En Sudáfrica fue referenciada durante el proceso de descolonización académico; en Brasil, activistas del Movimento Negro Unificado la mencionan con frecuencia como fuente de inspiración; en Palestina, algunos círculos independentistas la consideran ejemplo de resistencia contra la ocupación.
Shakur también ha sido figura de influencia cultural. Raperos como Tupac Shakur, su sobrino y uno de los referentes del hip hop global, la mencionó directa o indirectamente en sus letras.
Assata vive
La muerte de Assata Shakur cierra un capítulo que nunca aceptó ser escrito en sus propios términos. Pero a la vez, su vida reaviva interrogantes centrales sobre justicia, opresión, racismo y memoria. Su nombre resuena en las calles de La Habana, donde fue despedida como una voz hermana de la revolución, y también en las de Harlem, Oakland y Caracas, donde jóvenes continúan pintando muros con su rostro y la leyenda:
“Assata vive. La lucha sigue.”