Bob Barnett: El abogado que definió la política editorial en Estados Unidos

Representó a los presidentes desde Clinton hasta Obama, y convirtió memorias políticas en superventas millonarias

La mente maestra detrás de los libros presidenciales

En un mundo donde la política y la narrativa pública van de la mano, pocos personajes tuvieron tanto poder silencioso como Robert B. Barnett. Este abogado de Washington, fallecido a los 79 años, fue mucho más que un consejero legal: fue el mediador de confianza que convirtió las memorias de ex presidentes y otras figuras de alto perfil en auténticos fenómenos editoriales.

Desde comienzos de los años 90 hasta finales del mandato de Barack Obama en 2017, Barnett representó a tres presidentes consecutivos y sus respectivas primeras damas: los Clinton, los Bush y los Obama. Su habilidad para moverse con soltura tanto entre demócratas como republicanos le ganó el respeto de ambos bandos, así como contratos multimillonarios para sus clientes.

El abogado que era más que un agente

A diferencia de los agentes literarios tradicionales que reciben un porcentaje de regalías, Barnett trabajaba como abogado y cobraba por hora. Este enfoque le permitía operar desde un lugar de discreción y confidencialidad, altamente valorado en el círculo de élite que manejaba. Como él mismo dijo una vez: “No soy un agente. Soy un abogado”.

Entre los nombres más relevantes que pasaron por sus manos están los presidentes Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama, así como figuras como Michelle Obama, Hillary Clinton, Dick Cheney, Ted Kennedy, entre muchos otros. Se convirtió en una constante entre los líderes que dejaban el cargo y buscaban asegurar el próximo capítulo de sus vidas: el de autor superventas.

De ayudante judicial a gurú editorial

Nacido en Waukegan, Illinois, Barnett estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Wisconsin antes de obtener un doctorado en derecho en la Universidad de Chicago. Comenzó su carrera como asistente del juez del Tribunal Supremo Byron White y luego trabajó con el senador Walter Mondale. En 1975 se unió al bufete Williams & Connolly, donde rápidamente ascendió hasta convertirse en socio.

Pese a su imponente habilidad profesional, no tenía intenciones de entrar en el mundo editorial. Su primer cliente en esta área fue Geraldine Ferraro en los años 80, cuando buscaba editar sus memorias. Barnett logró negociar un acuerdo de siete dígitos con la editorial Bantam Books. Así comenzó su inesperada aventura en la industria de los libros de no ficción política.

El doorman de la puerta giratoria de Washington

En una ciudad acostumbrada a ver funcionarios transitar del poder público al privado, Barnett se transformó en una figura clave. Lo apodaban “el portero de la puerta giratoria de Washington”, por encargarse sistemáticamente de transformar políticos salientes en autores reconocidos.

Durante seis elecciones presidenciales consecutivas (1992-2012), un cliente actual o futuro de Barnett ganó la presidencia. Su lista de clientes era tan políticamente diversa que él mismo solía bromear: “Si todos mis clientes se reunieran en la misma sala, estallaría la Tercera Guerra Mundial”.

Negociador y confidente

Su influencia tras bambalinas era tal que incluso participó en momentos críticos de la vida política de EE. UU. Estuvo presente en la estrategia de comunicación cuando Vince Foster, amigo de los Clinton, se suicidó en 1993, y también en la respuesta pública al escándalo de Monica Lewinsky. En 2008, negoció el espacio y participación de Hillary Clinton en la Convención Nacional Demócrata tras su derrota ante Barack Obama en las primarias.

Incluso lograba colaborar con enemigos políticos. En el bestseller político "The President Is Missing", fue la mente detrás de unir al novelista James Patterson con el expresidente Bill Clinton.

Mucho más que presidentes

Su cartera de clientes se extendía más allá de la política. Barnett representó a figuras mediáticas como Bob Woodward, Brit Hume y Jake Tapper, ejecutivos como Roger Ailes, artistas como Elton John y Barbra Streisand, y magnates como Jack Welch y Phil Knight.

También tenía entre sus clientes a figuras internacionales como Tony Blair y la Reina Noor de Jordania. Barnett operaba como una especie de titiritero cultural e intelectual de las figuras más visibles del siglo XXI.

El ascenso y caída frente a nuevas generaciones

Tras la victoria de Donald Trump en 2016 —quien no formaba parte de su cartera de clientes—, comenzó a desvanecerse su hegemonía. Fue superado en parte por agencias como Creative Artists Agency (CAA) y Javelin, que ofrecían modelos más modernos y flexibles a políticos más jóvenes.

Su estilo, clásico y anclado en el respeto profesional, contrastaba con las nuevas formas de promoción digital, redes sociales y campañas virales que comenzaron a dominar el panorama.

Obama: “Bob, tú ERES la sabiduría convencional”

En 2012, durante las preparaciones para los debates presidenciales frente a Mitt Romney, Barnett formaba parte del equipo preparador de Barack Obama. Cuando introdujo una de sus frases con “la sabiduría convencional dice…”, Obama le respondió sin dudar: “Bob, tú ERES la sabiduría convencional.”

Esta anécdota, recogida por el periodista Mark Leibovich en su exitoso libro This Town, encapsula la esencia de Barnett: un hombre que no sólo conocía las reglas del juego, sino que ayudaba a escribirlas.

Una vida compartida con la prensa

En 1972, Barnett se casó con Rita Braver, periodista de CBS. Juntos formaron una de las parejas más influyentes del circuito político y mediático norteamericano. Tuvieron una hija, Meredith.

Cuando fue preguntado por cómo quería ser recordado, Barnett contestó una frase conmovedora y sencilla: “Fue leal, guardó confidencias y dio lo mejor de sí. Fue un buen esposo, padre, abuelo, consejero y amigo.”

El legado innegable de Bob Barnett

En una era marcada por la polarización y el ruido mediático, la figura de Bob Barnett sobresale como un símbolo de profesionalismo, discreción y respeto por el trabajo detrás del poder real. Su influencia perdurará en cada contrato firmado, cada bestseller político publicado y cada figura pública que, gracias a él, logró comunicar su versión de la historia.

La política estadounidense moderna fue moldeada tanto en urnas como en páginas. Y detrás de esas páginas, frecuentemente, estuvo la pluma invisible de Robert B. Barnett.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press