Centros de datos vs. el agua: ¿Puede Texas alimentar el auge digital sin agotar sus reservas hídricas?

La expansión acelerada de centros de datos en Texas está forzando un equilibrio difícil entre innovación tecnológica y sostenibilidad hídrica

Una revolución digital con sed

En las últimas dos décadas, el crecimiento del mundo digital ha sido imparable. Cada correo electrónico, cada búsqueda en Google y cada publicación en redes sociales requiere electricidad y servidores que respalden su funcionamiento. Esa infraestructura invisible pero crítica reside en edificios gigantescos conocidos como centros de datos. Sin embargo, pocos consideran la cantidad de agua que estas instalaciones consumen, especialmente en regiones como Texas, que enfrentan sequías cada vez más severas.

Actualmente, Texas tiene más de 400 centros de datos en funcionamiento y al menos 70 nuevos proyectados. Esta expansión no ha ido de la mano de una planificación hídrica adecuada, generando inquietudes entre científicos, comunidades y ambientalistas. Según el Houston Advanced Research Center (HARC), en 2025 los centros de datos usarán cerca de 25 mil millones de galones de agua, apenas el 0.4% del consumo anual del estado. Pero esa cifra podría subir al 2.7% en 2030, afectando especialmente a zonas áridas del estado.

¿Por qué se necesita tanta agua?

La mayor parte del consumo hídrico de los centros de datos proviene de sus sistemas de refrigeración. Estos recintos llenos de servidores generan calor constante las 24 horas del día, lo cual obliga a mantenerlos fríos para evitar fallos. Existen tres principales métodos para enfriarlos:

  • Enfriamiento por aire: Utiliza grandes ventiladores, consumen mucha electricidad y son poco eficientes bajo temperaturas elevadas.
  • Enfriamiento evaporativo: Usa agua para enfriar el aire caliente que circula en el centro. Aunque más eficiente energéticamente, implica un consumo elevado de agua.
  • Enfriamiento líquido directo: Tecnología creciente en centros de IA, donde líquidos especiales enfrían directamente los chips.

Algunos centros usan sistemas de circuito cerrado que solo requieren una carga inicial de agua (como un caso reciente en Abilene), pero incluso esos deben drenarse periódicamente para mantenimiento, volviendo a intensificar la demanda hídrica a largo plazo.

La carrera por soluciones sostenibles

Desde la Universidad de Texas en Arlington, el estudiante de doctorado Sai Abhideep Pundla trabaja, junto a su equipo, en una alternativa revolucionaria. Han diseñado un sistema de refrigeración sin agua, empleando un refrigerante químico que circula en un sistema cerrado. Este avance ha logrado reducir el consumo energético del enfriamiento de un 40% del total, a solo un 5% en pruebas de laboratorio.

Este proyecto es uno de los 19 financiados por el programa COOLERCHIPS del Departamento de Energía de EE.UU., que busca hacer más eficientes los centros de datos. La empresa texana Accelsius acaba de donar servidores al equipo para testeo, y los jóvenes planean lanzar su propia startup con el respaldo de la universidad.

“Los centros de datos son grandes consumidores de energía y agua,” afirma Liz Cruz, directora de marketing de Accelsius. “Por eso, quienes creamos sistemas de enfriamiento tenemos la responsabilidad de tomar decisiones sostenibles.”

El vacío regulatorio y la falta de transparencia

Uno de los grandes obstáculos es la falta de normativas que regulen el uso de agua en centros de datos. En Texas, las empresas solo deben reportar su consumo hídrico pasado, no el proyectado. Y aunque la Junta de Desarrollo Hídrico del estado (TWDB) envió encuestas a 70 centros, solo un tercio respondió, pese a que es legalmente obligatorio.

Las consecuencias de no responder son menores: una simple infracción clase C con una multa máxima de $500. Esta falta de disuasión y la naturaleza voluntaria del sistema hacen imposible para el estado prever adecuadamente su futura necesidad de agua.

Contrario a Texas, otros estados como California y Minnesota ya exigen, respectivamente, reportes del consumo proyectado o consultas con agencias ambientales antes de permitir nuevas instalaciones.

Un déjà vu con el fracking

La historia en Texas no es nueva. Algo similar ocurrió cuando el auge de la fracturación hidráulica (fracking) sorprendió a planners estatales que subestimaron la demanda hídrica de esa industria. Aquel reto se manejó implementando sistemas de reutilización y uso de aguas salobres, pero fue una reacción tardía.

Carlos Rubinstein, excomisionado de la Comisión de Calidad Ambiental de Texas, advirtió: “Lo gestionamos bastante bien, pero no se puede seguir improvisando para siempre. El agua se está convirtiendo en nuestro factor más limitante.”

IA: el nuevo motor... y el nuevo consumidor

La llegada de la inteligencia artificial generativa, como ChatGPT, ha multiplicado la demanda de poder de cómputo en los servidores, lo que intensifica aún más su necesidad de enfriamiento. Según el profesor Yi Ding de la Universidad de Purdue, estos nuevos sistemas usan unidades de procesamiento gráfico (GPUs) que generan mucho más calor que los chips tradicionales.

La relación es directa: más IA significa más electricidad, más calor y, por tanto, más agua. Actualmente, los centros de datos en Texas requieren más de 10,234 megavatios al año — equivalente al consumo eléctrico mensual de más de 8 millones de hogares — y esta cifra se proyecta que se doble para el 2030. Esa energía, en su mayoría, proviene de plantas que también requieren agua para su funcionamiento.

¿Se avecina una nueva crisis hídrica?

En Amarillo, en el norte del estado, los residentes han comenzado a organizar reuniones comunitarias para resistir la instalación de cinco nuevos centros de datos. Su acueducto principal, el Acuífero de Ogallala, ya está siendo sobreexplotado.

“Nuestros recursos de agua no son tan confiables como se requeriría para un centro de datos”, señaló Madison Boyle, organizadora del encuentro.

Mientras tanto, el dinamismo económico y tecnológico de Texas sigue atrayendo inversiones. Pero el dilema del agua sigue sin resolverse. ¿Puede el estado mantener su liderazgo tecnológico sin comprometer su seguridad hídrica?

Rubinstein fue claro al respecto: “Nos enfrentamos a una balanza difícil, pero una cosa es segura: el agua es ya nuestro recurso más limitado y necesitamos soluciones urgentes.”

Lo que viene: de la planificación al impacto

La Junta Estatal del Agua asegura estar trabajando en clasificar mejor a los centros de datos como un sector específico dentro de sus planes. Sin embargo, esta reestructuración no se verá reflejada hasta 2032, una fecha lejana considerando el ritmo acelerado de expansión digital.

Margaret Cook, investigadora del HARC, ha recibido múltiples llamadas de pánico de autoridades regionales. “Planificar basándote solo en datos históricos en medio de un auge tecnológico es como conducir mirando solo por el retrovisor”, dijo.

El futuro hídrico de Texas podría estar decidiéndose hoy no en sus embalses o en sus plantas de tratamiento de agua, sino en los laboratorios universitarios donde jóvenes ingenieros intentan construir un futuro digital... menos sediento.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press