El regreso de los tesoros perdidos: Europa y su lenta reconciliación con el pasado colonial

De fósiles en Indonesia a coronas en África, el siglo XXI enfrenta los ecos de la expoliación imperial con actos de restitución cultural y científica

Un despertar tardío pero necesario

En un mundo que parece avanzar hacia la hiperconectividad global, también avanza la conciencia histórica de los países europeos sobre sus pasados coloniales. Uno de los signos más notorios de esta transformación son los procesos de restitución de patrimonio cultural, científico e incluso humano, que fueron arrancados de sus países de origen bajo condiciones de opresión, coacción o conveniencia imperial.

La más reciente muestra de esta tendencia es la decisión del gobierno de Países Bajos de devolver más de 28,000 fósiles a Indonesia, incluyendo uno de los hallazgos más significativos en la historia de la paleoantropología: el cráneo parcial del Homo erectus, conocido popularmente como el “Hombre de Java”.

¿Quién fue el “Hombre de Java”?

Descubierto a finales del siglo XIX en la isla indonesia de Java por el anatomista holandés Eugène Dubois, este fósil fue el primero en aportar evidencia concreta de especies humanas fósiles. Considerado un antecesor directo del Homo sapiens, el Homo erectus se expandió desde África hasta Asia hace aproximadamente 1.5 millones de años.

Pero el valor del hallazgo no se limita a lo científico. Como explica el Comité de Colecciones Coloniales de los Países Bajos, la forma en que estos fósiles fueron recolectados estuvo empapada de desigualdad. Dubois recopiló muchos de ellos en condiciones de poder colonial, coaccionando a pobladores locales para que revelaran sitios sagrados o valiosos, sin su consentimiento libre ni informado.

La Dubois Collection: ciencia y expoliación

La colección ahora conocida como “Dubois Collection”, resguardada hasta ahora en el Museo Naturalis en Leiden, incluye una amalgama impresionante de esqueletos, cráneos y fragmentos fósiles. Pese al avance científico que significaron, estos objetos también son recordatorios tangibles de la dinámica colonial en la que fueron obtenidos.

En palabras del Ministro de Educación, Cultura y Ciencia neerlandés, Gouke Moes: “Aplicaremos el mismo nivel de rigurosidad con el que investigamos este caso para asegurar que la transferencia se realice de manera respetuosa y eficaz”.

No se trata sólo de devolver objetos, sino de restaurar dignidad y agencia cultural.

Las repatriaciones: una tendencia creciente en Europa

Países Bajos no es el único que ha comenzado esta travesía moral. En los últimos años, otros países europeos también se han visto interpelados por los reclamos históricos de justicia cultural. Algunos casos destacados incluyen:

  • Francia: En 2023, inició formalmente la devolución de objetos sagrados y obras de arte al reino de Benín. Además, recientemente devolvió tres cráneos de guerreros malgaches a Madagascar, uno de ellos perteneciente a un antiguo rey asesinado por tropas francesas hace 128 años.
  • Bélgica: Devuelto un diente bañado en oro perteneciente a Patrice Lumumba, líder de la independencia congolesa asesinado en 1961.
  • Alemania: El Museo de Berlín expresó su intención de devolver cientos de cráneos humanos recolectados en sus colonias en África Oriental.

Todos estos movimientos, aunque tardíos, responden a una presión creciente por parte de gobiernos post-coloniales, ONG, instituciones académicas y una sociedad civil cada vez más preocupada por la equidad histórica.

¿Un cambio de paradigma o mera diplomacia cultural?

Estas devoluciones pueden parecer actos simbólicos y reparadores, pero también están siendo objeto de análisis político. ¿Son actos genuinos de reconciliación o parte de una estrategia geopolítica para mejorar relaciones internacionales con países estratégicos?

La restitución de los fósiles a Indonesia llega en un momento donde Países Bajos busca potenciar sus relaciones con el sudeste asiático, región vital en temas comerciales, ecológicos e incluso tecnológicos. Lo mismo podría decirse de Francia y su nuevo acercamiento con el África Occidental, en un entorno donde la presencia de Rusia y China en la región va en ascenso.

Los restos humanos: una frontera moral aún más delicada

Una de las áreas más sensibles del debate sobre restituciones reside en los restos humanos. En muchos casos, estos se encuentran expuestos en museos sin el consentimiento de los descendientes o comunidades originarias.

Tim Bale, profesor de política en la Universidad Queen Mary de Londres, pone este fenómeno en perspectiva con relación al caso británico. Bale argumenta que aunque Reino Unido ha sido históricamente reacio a implementar un sistema de identificación único, lo cierto es que "ya producimos nuestros documentos constantemente para todo tipo de trámites". Su comentario, aunque referido al contexto de identificación digital, podría extrapolarse al hecho de que muchas instituciones británicas aún detentan objetos funerarios indígenas y esqueletos en sus colecciones.

La pregunta es: ¿hasta qué punto un museo en Londres tiene derecho a exhibir el esqueleto de un kuraka inca o un ancestro aborigen australiano?

Impacto académico y educativo

Uno de los argumentos habituales contra las restituciones ha sido el de la pérdida de acceso para la comunidad científica. Sin embargo, esto está cambiando. Hoy, la digitalización, las colaboraciones interinstitucionales y el acceso remoto permiten que investigadores de cualquier parte del mundo estudien materiales sin necesidad de poseerlos físicamente.

La ministra de Cultura de Indonesia enfatizó durante la ceremonia de firma del acuerdo con Países Bajos que “los fósiles volverán, pero el intercambio científico continuará e incluso se fortalecerá”. Esto es clave: no se trata de cerrar puertas, sino de crear nuevas formas de relación horizontal y respetuosa.

En muchos casos, las propias comunidades reclaman que los objetos culturales regresen para ser parte de museos locales, educar a nuevas generaciones y fortalecer el orgullo y la identidad nacional.

¿Es suficiente con devolver objetos?

La restitución es apenas un primer paso. La verdadera reconciliación histórica debería abarcar también educación pública, disculpas oficiales, reparación financiera y acceso equitativo al conocimiento producido. Algunos países han avanzado hacia esto, pero el camino es largo.

Como dijo el académico congoleño Emery Kalema, “El patrimonio saqueado no es solo una pérdida de objetos; es una herida viva en nuestra identidad, en nuestra visión de nosotros mismos y de nuestra historia”.

Una Europa distinta se asoma

Estamos presenciando lo que podría ser un cambio estructural en la relación entre Europa y sus antiguas colonias. Una Europa que ya no se ve a sí misma como custodia legítima y unívoca del conocimiento, sino más bien como parte de un ecosistema global donde el saber, la cultura y el pasado deben compartirse con respeto.

No se puede cambiar el pasado, pero sí se puede construir un nuevo marco de justicia patrimonial con base en la dignidad, la ciencia y la colaboración.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press