Escándalos, filtraciones y política: La batalla por la gobernación de Nueva Jersey se enciende
La candidatura de Mikie Sherrill se ve sacudida por una filtración militar y acusaciones de encubrimiento, mientras el legado de Trump redefine el enfoque del transporte nacional
Una carrera electoral en llamas
La contienda por la gobernación de Nueva Jersey ha tomado un giro explosivo. Mikie Sherrill, veterana de la Marina, congresista demócrata y actual candidata, enfrenta una tormenta política por una supuesta implicación indirecta en un escándalo de trampas en su época en la Academia Naval. Aunque nunca fue formalmente acusada, su ausencia en la ceremonia de graduación de 1994 ha sido interpretada como una sanción tácita. El oponente republicano Jack Ciattarelli no tardó en capitalizar el momento, denunciando falta de transparencia.
"No delaté a mis compañeros"
Sherrill no ha negado su ausencia en la ceremonia, pero ha explicado que se debió a que se negó a delatar a sus compañeros involucrados en el escándalo. “No delaté a algunos de mis compañeros, así que no caminé, pero me gradué y fui comisionada como oficial en la Marina de los EE. UU.”, afirmó en un comunicado.
Durante su carrera naval, Sherrill pilotó helicópteros Sea King —una experiencia que ha sido una piedra angular de su campaña electoral— y acumuló casi diez años de servicio con distinciones destacadas.
Filtración irregular y violación a la privacidad
Lo que comenzó como una nota de campaña aumentó en intensidad cuando se reveló que sus registros militares habían sido filtrados de forma no autorizada. El Centro Nacional de Registros Personales reconoció haber enviado accidentalmente sus expedientes a un operario republicano en Nueva Jersey, incluyendo datos sensibles como su número de Seguro Social y fecha de nacimiento.
En una carta fechada el 22 de septiembre, el director del centro, Scott Levins, ofreció disculpas formales. “Nos disculpamos sinceramente por la inconveniencia y la molestia que esta situación pueda causar”, escribió.
Un uso político de los errores administrativos
Sherrill ha denunciado que este episodio no es un simple error, sino una maniobra política orquestada por sus opositores con apoyo del aparato burocrático. “Esta filtración es un intento vergonzoso de difamarme y un ejemplo claro de la utilización política del aparato gubernamental”, escribió la candidata en un correo electrónico dirigido a sus simpatizantes para recaudar fondos.
El caso ha generado preocupación sobre la politización de instituciones normalmente apolíticas como los Archivos Nacionales, y sobre cómo la información confidencial puede ser instrumentalizada durante campañas electorales.
El silencio de la Marina
Ni la Marina de los EE. UU. ni la Academia Naval han emitido comentarios oficiales respecto a los motivos precisos por los que Sherrill no participó en la ceremonia de graduación, lo que ha generado un vacío de información que su oposición ha explotado. Ciattarelli exige que la candidata publique más documentos para confirmar su versión, mientras estudia cualquier posible infracción disciplinaria en su historial.
Una campaña nacional disfrazada de estatal
La elección a gobernador de Nueva Jersey es una de las dos gubernaturas abiertas en todo el país este año, junto con Virginia. Por tanto, se ha transformado en un termómetro clave para medir el estado de ánimo del electorado tras la derrota demócrata en 2024 y la consolidación del trumpismo en muchas esferas estatales.
¿Representa Sherrill a una nueva generación moderada de demócratas pro-seguridad nacional? ¿O es, como argumentan sus detractores, parte del mismo establishment que muchos votantes buscan revisar con lupa?
La respuesta republicana: Más autos, menos ciclovías
En paralelo a este drama electoral, se suma otro componente polémico directamente vinculado con políticas de la administración Trump: el recorte de fondos federales a infraestructuras de transporte alternativo.
El Departamento de Transporte ha comenzado a revocar subvenciones previamente concedidas para ciclovías, sendas peatonales y programas de transporte sustentable en varios estados como Connecticut, California y Nuevo México. ¿La razón? Según las cartas enviadas a funcionarios, dichos proyectos “no promueven suficientemente el transporte vehicular y pueden ser hostiles a los vehículos motorizados”.
Cambio de paradigma en las prioridades de transporte
Recordemos que bajo Joe Biden, el paquete de infraestructura firmado en 2021 por $1,1 billones incluía una visión progresista del transporte urbano que priorizaba medios alternativos, desde trenes ligeros hasta bicicletas. Ahora, la administración Trump ha marcado un giro drástico: carreteras primero, bicicletas después (o nunca).
Los afectados por la decisión, como el alcalde de Albuquerque, Tim Keller, han prometido lucha legal. “Nos veremos en la corte”, dijo tras la cancelación de un financiamiento de $11.5 millones para una ciclovía que cruzaría el centro de su ciudad.
Kevin Mills, vicepresidente de políticas para Rails to Trails Conservancy, calificó las cancelaciones como “una afrenta a los valores y prioridades expresadas por el Congreso y por millones de estadounidenses”.
Una nación dividida hasta por las ciclovías
Desde Nueva Jersey hasta California, pasando por Illinois, este año electoral está demostrando que la batalla ideológica en Estados Unidos se libra incluso en el asfaltado. Mientras una parte del país reclama ciudades más humanas y menos atadas al automóvil, la otra parte redobla su apuesta por el vehículo motorizado como símbolo de libertad y eficiencia.
En McLean County, Illinois, se revocó la financiación para un segmento final de una vía peatonal y ciclista en la histórica Ruta 66. En San Diego, un proyecto en fase piloto fue bloqueado por incluir “dietas de carreteras” —intervenciones que reducen el número de carriles para autos en favor de peatones y ciclistas.
¿Son simplemente diferencias de visión o un nuevo campo de batalla ideológica? La respuesta depende de quién tenga el volante —o el voto.
Una lección (o advertencia) para 2025 y más allá
La controversia en torno a Mikie Sherrill, combinada con el giro radical de políticas públicas bajo Trump, muestra el profundo entrelazamiento entre lo personal, lo institucional y lo ideológico en la política estadounidense moderna.
Desde el uso de registros militares hasta el futuro del transporte urbano, lo que está en juego no es solamente una elección estatal, sino el tipo de país que Estados Unidos quiere ser en esta era posthegemónica, polarizada y cada vez más impredecible. En palabras de Gerald Ford: “Si no podemos hablar, vernos y darnos la mano, algo ha ido mal en nuestra sociedad”.
¿Acaso alguien está escuchando?