La guerra de desgaste: Ucrania y la táctica rusa de los 'mil cortes'

Mientras los frentes se expanden, el ejército ruso cambia su estrategia para debilitar desde dentro las defensas ucranianas

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Una guerra cada vez más extensa

La línea del frente en la guerra entre Rusia y Ucrania se ha extendido a unos 1,250 kilómetros, comprometiendo la capacidad defensiva de Kyiv. Según informó el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, el general Oleksandr Syrskyi, esta ampliación de casi 200 kilómetros en el transcurso del último año ha generado un incremento en los enfrentamientos diarios, que oscilan entre 160 y 190 combates cada 24 horas.

Este escenario ilustra una guerra que está lejos de resolverse y que, lejos de estancarse completamente, encuentra nuevas formas de evolucionar, tanto en la táctica como en la tecnología.

Del golpe frontal al desgaste: la táctica de los 'mil cortes'

El cambio sustancial de los últimos meses ha sido en el enfoque militar ruso. Lejos han quedado los ataques masivos que provocaban grandes pérdidas humanas en ambos bandos. Ahora, el Kremlin ha optado por lo que Syrskyi denomina como la táctica de los mil cortes: una estrategia que consiste en enviar grupos de asalto pequeños (de 4 a 6 soldados) que se infiltran aprovechando el terreno para penetrar las líneas ucranianas y atacar áreas de la retaguardia.

Esta maniobra busca desestabilizar el equilibrio ucraniano desde dentro, interrumpiendo las líneas de suministros y los ciclos de rotación de tropas, complicando la defensa organizada. Aunque Ucrania asegura que varias de estas unidades son posteriormente aniquiladas por contraataques, el constante golpeteo resulta sumamente desgastante.

El dominio ruso en artillería y barreras tecnológicas

Uno de los principales desbalances en el conflicto es la capacidad de fuego. Según el propio Syrskyi, Rusia dispara el doble de proyectiles de artillería que Ucrania. Además del uso masivo de artillería convencional, Moscú ha intensificado el despliegue de bombas planeadoras, drones kamikaze y misiles de largo alcance.

Esta superioridad numérica y tecnológica ha tenido efectos concretos al permitir que Rusia avance lentamente en zonas rurales, aunque sin conquistar centros urbanos importantes, que han demostrado ser bastiones infranqueables hasta el momento, como lo son Kyiv, Járkiv u Odesa.

Los logros estratégicos de Ucrania: drones de alta precisión y contraataques quirúrgicos

En respuesta a esta nueva ofensiva, Ucrania ha intensificado sus operaciones de largo alcance, utilizando sus cada vez más sofisticadas fuerzas aéreas no tripuladas. En menos de dos meses, se han ejecutado 85 ataques dentro del territorio ruso, de los cuales 33 han tenido como objetivo instalaciones militares y 52 han golpeado fábricas que producen armamento, combustible para cohetes, motores y sistemas de drones, según datos proporcionados por el alto mando ucraniano.

Este tipo de ataques han tenido consecuencias importantes, como desencadenar escasez de combustible en Rusia que afecta directamente las operaciones logísticas militares. Es un ejemplo claro de cómo la tecnología puede inclinar balanzas en conflictos que no necesariamente dependen ya del número bruto de tropas o tanques desplegados.

Kyiv se blinda para el invierno

El invierno es un momento crucial en este conflicto. Las fuerzas rusas han utilizado estaciones frías anteriores para atacar críticamente la infraestructura energética ucraniana. El objetivo es claro: doblegar el espíritu de resistencia generando apagones masivos y paralizando la vida civil.

Previsoramente, Ucrania ha mejorado su sistema de defensa aérea, el cual ahora mezcla drones interceptores, helicópteros, aviones ligeros y sistemas de guerra electrónica. Syrskyi afirma que estos sistemas logran destruir al menos el 70% de los drones enemigos, lo cual representa un avance significativo ante el volumen de ataques rusos. Además, se están probando nuevos modelos de aeronaves fijas y ligeras armadas con ametralladoras para el combate directo drone contra drone.

Estadísticas, geopolítica y esperanzas estratégicas

Hasta la fecha, Rusia controla aproximadamente el 20% del territorio ucraniano, incluyendo Crimea, región anexada ilegalmente en 2014, y partes de Donbás. La administración de Kyiv sostiene que ha recuperado recientemente 168 kilómetros cuadrados de terreno en contraataques localizados, según su versión. Aunque estas cifras no pueden ser verificadas de forma independiente, representan una señal importante de que Ucrania no solo está conteniendo, sino que también logra contraatacar con eficacia quirúrgica.

Mientras tanto, las declaraciones de Donald Trump agregan condimentación política al ya complejo tablero geopolítico. Trump ha sugerido recientemente que ve posible que Ucrania recupere todo su territorio con ayuda de la OTAN, un giro en su postura anterior más conciliadora hacia Rusia. Si bien sus declaraciones tienen un peso más mediático que real en este momento, marcan tendencias sobre lo que podría ser el posicionamiento estadounidense en un eventual segundo mandato.

La guerra invisible: consumo emocional y psicológico

Más allá de las cifras, estrategias y avances tecnológicos, no debe subestimarse el impacto psicológico que esta guerra está generando tanto en militares como en civiles. La táctica “de los mil cortes” va más allá del plano militar: busca socavar la moral general, debilitando desde dentro no solo la línea de defensa, sino también la voluntad de continuar batallando.

El constante estado de alerta, la pérdida de familiares, la destrucción de viviendas e infraestructuras básicas generan un entorno donde el agotamiento físico se mezcla con la desesperanza. Esta es, sin duda, una guerra que también se libra en el alma de sus participantes.

Resiliencia ucraniana: resistencia en evolución

Si algo ha demostrado Ucrania desde el inicio de esta guerra en 2022, es una resiliencia admirable. Desde la milicia regular hasta los civiles organizados en redes de voluntarios, pasando por desarrolladores de software que ahora programan misiones con drones, el país está reinventando sus métodos de supervivencia.

El surgimiento de nuevas unidades como las Fuerzas de Sistemas No Tripulados son una señal de que el ejército ucraniano ha aprendido de los golpes y ha reconfigurado sus estructuras para adaptarse. Lejos de resignarse, incluso bajo el peso de ataques incesantes y condiciones climáticas adversas, sigue respondiendo con avances en inteligencia militar y tecnología aplicada al campo de batalla.

El ajedrez global: Yemen, Gaza e Irán

Otro punto que no puede pasarse por alto es que el conflicto ucraniano es solo una pieza en el ajedrez geopolítico global. Mientras Rusia opera en Ucrania, sus aliados e influencias —como Irán y grupos en Yemen (los hutíes)— juegan su propio papel estratégico, enfrentándose indirectamente con potencias como Israel y Estados Unidos.

En este sentido, las agresiones cruzadas entre Israel y los rebeldes hutíes en Yemen, con apoyo iraní, incluso se muestran como reflejo del tipo de guerra asimétrica que ahora domina el mapa mundial: ataques precisos, drones, blitzkriegs tecnológicos y tácticas de subversión que poco tienen que ver con los frentes de la Segunda Guerra Mundial.

¿Qué se avecina?

La guerra en Ucrania ha entrado en una fase de desgaste multidimensional. Ya no se trata solamente de territorios, sino de tiempo, resistencia y recursos. Mientras Rusia sigue lanzando oleadas tácticas para debilitar a Ucrania por mil cortes, Kyiv refina su capacidad de defenderse y responder con inteligencia quirúrgica.

La llegada del invierno añadirá otra capa de complejidad, pero también pondrá a prueba los cerrojos creativos que Ucrania ha incorporado en sus sistemas de defensa. En una guerra que se decide tanto por la tenacidad como por la innovación, la clave no será solo resistir, sino adaptarse y aprender más rápido que el enemigo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press