La resiliencia de Old Fort: cómo una pequeña ciudad trata de reinventarse tras el golpe del huracán Helene
De la devastación a la esperanza: el papel de la comunidad, el turismo y el outdoor en el renacimiento de un pueblo de Carolina del Norte
Un pueblo entre montañas, cicatrices y futuro
Enclavado en las estribaciones de las Montañas Blue Ridge, a unos 39 kilómetros al este de Asheville, Carolina del Norte, se encuentra un pequeño pueblo llamado Old Fort. Sus calles empedradas, historias centenarias y paisajes de postal solían definir su encanto. No obstante, en septiembre de 2024, este idilio fue destrozado cuando el huracán Helene arremetió contra la región, desbordando el río Catawba y el arroyo Mill Creek, sumergiendo el centro del pueblo en varios metros de agua y lodo.
Una historia de superación rural
La catástrofe llegó en un momento crucial: Old Fort estaba en medio de una transformación económica. Tras el cierre parcial de la planta de Ethan Allen en 2019, que dejó sin trabajo a 325 personas, la comunidad local decidió reinventarse como destino de deportes al aire libre. Con el lema "Come Hell or High Water" colgado en negocios locales que resume perfectamente su filosofía, Old Fort comenzó una campaña para atraer excursionistas, ciclistas de montaña, jinetes y corredores.
La iniciativa fue impulsada por varias organizaciones, como Camp Grier y su programa G5 Trail Collective, que en 2021 logró que el Servicio Forestal de EE. UU. aprobara la construcción de 68 kilómetros de nuevos senderos multiuso. Esta expansión produjo resultados inmediatos.
"Por cada sendero abierto, veíamos abrir un nuevo negocio en el pueblo", cuenta Jason McDougald, director ejecutivo de Camp Grier.
El golpe de Helene: cifras y consecuencias
Todo cambió el 27 de septiembre de 2024. Según datos del Servicio Meteorológico Nacional, una acumulación de lluvia de más de 250 mm en algunas zonas provocó el colapso de múltiples sistemas hidráulicos. Helene dejó al menos ocho muertos en Carolina del Norte y causó daños materiales superiores a los 200 millones de dólares en la región.
Uno de los más afectados fue Chad Schoenauer, propietario de Old Fort Bike Shop, quien perdió alrededor de $150,000 en material y estructura, sin seguro que lo respaldara. Su tienda, ubicada en un antiguo almacén de 1901 restaurado, quedó cubierta por una capa de 25 centímetros de barro.
“Estaba entumecido hasta que llegué. Apenas salí de la autopista, rompí en llanto”, recuerda Schoenauer.
Empuje comunitario y creatividad ante la adversidad
A pesar de la devastación, el espíritu de Old Fort no decayó. La comunidad organizó el FloatLife Fest en septiembre de 2025, dedicado a los entusiastas de las tablas motorizadas Onewheel. El evento atrajo a más de 400 personas, duplicando por momentos la población habitual del pueblo.
Jess Jones, una bióloga marina escocesa de 34 años que asistió al festival, dijo: “Definitivamente volveríamos. El ambiente y la acogida fueron fantásticos”.
Este espíritu ha sido clave en la recuperación. Sin embargo, muchos visitantes aún tienen la percepción errónea de que Old Fort sigue siendo una tierra arrasada. Schoenauer señala que algunos comentarios habituales son: “Ah, no sabía que estaban abiertos aún”.
Daños invisibles y lenta recuperación
El ciclón no solo destruyó calles y negocios, sino también buena parte de los recursos naturales recreativos. Según McDougald, casi todos los senderos en el complejo de Old Fort fueron dañados. “Tuvimos deslizamientos que se llevaron tramos de hasta 90 metros a la vez”, explica. Hasta ahora han logrado reabrir unos 48 km, pero otros tantos siguen inutilizados.
En el complejo de ciclismo Foothills Watershed, la tormenta arrasó con un campo septico recién instalado y una pista de 1,672 m². Casey McKissick, quien pasó tres años desarrollando el lugar, lo resume con crudeza: “Todo se fue directo al río.” También calcula sus pérdidas en $150,000.
Helene les arrebató algo más valioso aún: la temporada de otoño, clave para los ingresos por turismo. “Perdimos ese cuarto trimestre tan importante, que es un otoño hermoso”, relata McKissick.
Turismo en caída: números que preocupan
La reapertura de estos espacios resulta urgente. En 2024, el gobernador Josh Stein anunció que los viajeros habían gastado 36.700 millones de dólares en Carolina del Norte. No obstante, los condados más afectados por Helene no se beneficiaron de ese repunte.
En el condado de Buncombe, donde está Asheville, el gasto turístico cayó casi un 11% con respecto a 2023. En McDowell, del que forma parte Old Fort, cayó un 3%. Datos de julio de 2025 arrojan una reducción del tráfico peatonal del 50% en el principal centro de visitantes del condado.
Effler, directora de la Cámara de Comercio del condado, vincula este descenso con el cierre parcial de la Blue Ridge Parkway, una de las vías más visitadas en parques nacionales de EE. UU. Al menos 56 km —incluidos tramos clave en McDowell— no se reabrirán hasta otoño de 2026.
Renacer desde las cenizas: nuevas estrategias
Los emprendedores locales han tenido que adaptarse. Schoenauer reabrió su tienda en diciembre, aunque con cambios: “Mis ingresos ahora vienen más del taller de reparación. La gente quiere seguir andando en bici, pero prefiere reparar la que tiene.”
El parque Foothills volvió a abrir en junio. Perdieron el escenario y el mirador junto al río planeados, pero reubicaron los saltos en lugares más elevados. “Nos ha cambiado la forma de ver el mapa de inundaciones, sin duda”, afirma McKissick.
¿Lecciones para el resto del país?
Old Fort es un microcosmos de muchas comunidades pequeñas en EE. UU. que han enfrentado desastres naturales y cambios económicos estructurales. Su capacidad de resiliencia, respaldada por la creatividad, la comunidad y un aprovechamiento inteligente de los recursos naturales, podría servir de ejemplo para otras regiones.
“No buscamos volver a ser como éramos, sino convertirnos en algo mejor”, dice convencido McDougald. Este es el espíritu que alimenta cada sendero reabierto, cada bicicleta reparada y cada conversación en la vibrante plaza de Old Fort.