Li Qiang en la ONU: China busca el liderazgo global, pero ¿con qué credibilidad?

Una mirada crítica al discurso del premier chino y su papel en la diplomacia internacional frente al multilateralismo, EE. UU. y el orden mundial contemporáneo

Li Qiang se presenta ante el mundo

En la reciente Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), el primer ministro de China, Li Qiang, ofreció un discurso con tintes poéticos y filosóficos, donde abogó por el multilateralismo y condenó el unilateralismo, en especial el asociado históricamente a Estados Unidos. El tono fue decididamente diplomático, cuidadosamente redactado para no nombrar a la nación norteamericana directamente, pero lleno de guiños que apuntaban a su política exterior, en particular a la era Trump.

No hizo anuncios específicos ni presentó nuevas políticas, pero el hecho de que Li —el número dos en el poder político de China después del presidente Xi Jinping— haya sido el orador ante la ONU, en lugar del canciller Wang Yi o incluso del propio Xi, ya es una declaración geopolítica en sí misma. Su aparición marca un punto de inflexión sobre cómo China quiere posicionarse internacionalmente en una etapa cada vez más volátil de la política global.

China: ¿Defensora del orden mundial?

Li fue enfático: “El unilateralismo y la mentalidad de Guerra Fría están resurgiendo”, sentenció, en una clara alusión al enfoque de la administración Trump y su doctrina «America First». Sin decir nombres, el mensaje fue lo suficientemente claro para los asistentes al evento y los analistas internacionales: China se postula como el defensor del orden global, en oposición a lo que considera un hegemonismo arrogante por parte de Washington.

Li declaró que, si el mundo retoma la ley de la selva —donde el más fuerte devora al débil—, la humanidad enfrentará más división, sangre y brutalidad. Retórica fuerte, pero que contrasta con las acciones del propio régimen chino: desde su represión en Xinjiang hasta el silenciamiento de opositores en Hong Kong y su intransigencia con el tema de Taiwán.

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Un discurso cargado de simbolismo

Lejos de lo que muchos imaginaban —una intervención puramente económica, como las que suele ofrecer en el Congreso Nacional del Pueblo—, Li Qiang optó por un tono más emocional y simbólico en su debut ante la ONU. Al describir su llegada al edificio de las Naciones Unidas, dijo:

“Vi las esculturas que han convertido espadas en arados y a personas de diferentes razas y colores trabajando juntas… Eso me recordó por qué conmemoramos la victoria”.

Esta frase, aparentemente inocente, resume mucho de la narrativa china: el país como sobreviviente de pasadas humillaciones y como símbolo de paz, unidad y desarrollo. Una historia cuidadosamente tejida desde el aparato diplomático y de propaganda de Pekín.

La estrategia geopolítica: multilateralismo según China

China mantiene desde hace décadas una crítica constante hacia lo que llama “hegemonismo”, muy particularmente el de Estados Unidos. El concepto de multilateralismo —la idea de que las decisiones globales deben tomar en cuenta a todas las naciones— ha sido punto clave en los discursos chinos, especialmente cuando se aborda el rol de la ONU. Para Pekín, este organismo es una excelente contrafigura del dominio norteamericano.

Pero en la práctica, China también ha sido unilateral en muchas de sus acciones externas: la construcción de islas artificiales en el Mar del Sur de China, la diplomacia agresiva «wolf warrior» y su creciente autoritarismo dentro y fuera de sus fronteras no van de la mano con lo que predica en foros multilaterales.

Tal como lo señaló Li:

“Persistir en la confrontación basada en bloques solo aleja la paz… sólo la solidaridad eleva a todos, mientras la división nos hunde a todos”.

La ausencia que dice mucho: Estados Unidos no fue nombrado

En un gesto de diplomacia calculada, Li evitó nombrar a Estados Unidos a lo largo de su discurso. Esta omisión no fue accidental. En la retórica internacional china, el «enemigo sin nombre» se usa a menudo como una forma de mantener las apariencias diplomáticas mientras se lanza una crítica directa implícita.

Los analistas indican que este tipo de estrategia lingüística refleja la intención del gobierno chino de mantener abierto el canal de negociación con Washington, especialmente ahora que se prevé un posible encuentro entre Xi Jinping y Donald Trump durante la cumbre de APEC en Corea del Sur.

Xi Jinping: ¿preparando un sucesor o distribuyendo el poder?

El hecho de que Xi haya permitido a Li brillar en la ONU es interesante. En años anteriores, el líder supremo chino solía centralizar incluso las apariciones simbólicas. Sin embargo, Li ha recibido más visibilidad desde su nombramiento como premier hace más de dos años, siendo un leal aliado del presidente, a diferencia de su predecesor, que quedó políticamente marginado.

Además, Li tiene un perfil tecnocrático, vinculado a la economía, lo que le da una legitimidad distinta no relacionada con los sectores más ideológicos del Partido Comunista. Puede ser interpretado como una señal de que China busca proyectar una imagen de estabilidad, continuidad y apertura moderada hacia el exterior.

China ante un nuevo paradigma global

El contexto político internacional se ha vuelto más complejo. La pospandemia, las crisis de suministro, la guerra en Ucrania, los conflictos comerciales y la emergencia climática exigen nuevas estrategias multilaterales. En este escenario China se postula como alternativa al liderazgo estadounidense, pero con una narrativa que no siempre se ajusta a la práctica.

El discurso de Li incluyó también críticas veladas al proteccionismo económico, en especial frente a las tarifas impuestas por la administración Trump. China ve estas medidas como parte de una política de contención. En sus palabras:

“Una de las principales causas del estancamiento económico mundial actual es el aumento del unilateralismo y las medidas proteccionistas, como la elevación de tarifas y la construcción de barreras”.

Lo cierto es que, en esta era multipolar, ni China ni Estados Unidos podrán mantener un protagonismo totalmente hegemónico. La ONU podría ser, en teoría, el escenario ideal para el consenso global, pero la realidad ha demostrado que los intereses nacionales suelen imponerse sobre las declaraciones de buena voluntad.

¿Dónde quedan los derechos humanos?

Una de las grandes contradicciones del discurso de China como promotor de la paz y la justicia es su historial doméstico. Las denuncias por la persecución de la minoría uigur en Xinjiang, la censura a la prensa, la represión en Hong Kong y las tensiones con Taiwán forman parte de un patrón constante.

Aunque Pekín quiera proyectarse como un faro del nuevo orden, la falta de coherencia entre su retórica internacional y su política interna debilita la credibilidad de su liderazgo global.

Reflexión final: ¿Una China reformada o estratégica?

Una lectura crítica del discurso de Li Qiang permite identificar un patrón: el regreso al lenguaje de la diplomacia simbólica combinado con una reafirmación de principios tradicionales de la política exterior china. El mensaje es claro: China no busca adaptarse a las reglas impuestas por Occidente, sino redefinirlas según sus propios términos.

¿Es esto una amenaza al orden global o simplemente la evolución lógica de una potencia emergente? Todo dependerá —como suele decirse en política— no de las palabras, sino de las acciones.

Y en ese terreno, China aún tiene mucho que demostrar.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press