Moldavia al borde: elecciones parlamentarias, veto político y la sombra de Rusia
La reciente exclusión de un partido prorruso reaviva las tensiones entre Orientación Europea e influencia del Kremlin
Un país dividido frente a una elección decisiva
La República de Moldavia, una exrepública soviética con poco más de 2.5 millones de habitantes, se encuentra nuevamente en el ojo del huracán geopolítico. En el marco de las elecciones parlamentarias del 28 de septiembre, la Comisión Electoral Central (CEC) ha descalificado al partido Corazón de Moldavia, uno de los principales integrantes del Bloque Electoral Patriótico (BEP), de línea prorrusa. Esta decisión tuvo lugar en medio de una creciente tensión interna y acusaciones de injerencia directa del Kremlin.
¿Elecciones democráticas o teatro político?
El tribunal de apelaciones de Chisináu dictaminó una suspensión de las actividades del partido por 12 meses, lo que efectivamente los excluye de participar en estas elecciones. Alegan que los líderes del partido estaban involucrados en actividades ilegales como compra de votos, financiamiento ilícito y lavado de dinero.
Sin embargo, Irina Vlah, líder del partido vetado, argumenta que todo se trata de un acto político orquestado por el oficialista Partido de Acción y Solidaridad (PAS). En sus palabras: “Es una decisión abusiva, un espectáculo político preparado hace tiempo.”
Moldavia entre Bruselas y Moscú
Desde su independencia de la URSS en 1991, Moldavia ha sido un campo de batalla ideológico entre el Este y el Oeste. Su estatus como candidato a la Unión Europea desde 2022 ha despertado esperanzas entre sectores proeuropeos, pero también temores en una parte significativa de la población que ve en Rusia un aliado histórico.
El BEP aboga por una neutralidad permanente, relaciones amistosas con Moscú y “un Estado que sirva al pueblo”. No son pocas las voces que consideran que detrás de estos mensajes se esconde una agenda de regresión geopolítica.
¿Una elección comprada?
La inteligencia moldava y altos funcionarios del gobierno han denunciado un supuesto operativo ruso de cientos de millones de euros, destinado a corromper el proceso electoral mediante compra de votos y desestabilización social. Se han efectuado múltiples redadas y detenciones en las semanas recientes.
Incluso Irina Vlah fue sancionada por Letonia, Estonia y Polonia, que le prohibieron la entrada por “ayudar a la Federación Rusa en su interferencia en las elecciones”. Estas medidas, aunque cuestionadas por algunos por falta de pruebas públicas, reflejan un consenso creciente sobre el grado de amenaza híbrida que representa Moscú en la región.
El difícil camino hacia Europa
El PAS, en el poder desde 2021 con mayoría parlamentaria, es el partido insignia del proyecto europeo en Moldavia. Su líder y presidenta del país, Maia Sandu, ha expresado abiertamente que estas elecciones “definirán el futuro de Moldavia”.
Pero el panorama es incierto: aunque mantiene apoyo en sectores urbanos, el gobierno enfrenta desgaste político, falta de avances visibles en materia económica y social, y una oposición prorrusa que, aunque dividida, conserva influencia en zonas rurales.
Una historia de interferencias extranjeras
No es la primera vez que Moldavia padece ingerencias rusas documentadas o percibidas. En 2014, figuras del partido socialista también fueron objeto de investigaciones por vínculos irregulares con intereses rusos. Más recientemente, en 2023, las autoridades moldavas desmantelaron una red financiada desde Moscú para generar disturbios en protestas callejeras.
Los paralelos con Ucrania —otro ejemplo de Estado fronterizo entre Europa y Eurasia— son inevitables. Ambos países enfrentan campañas híbridas, desinformación y financiamiento oculto cuyo fin es desestabilizar procesos democráticos. Como advirtió el primer ministro moldavo, “Rusia quiere apoderarse de nuestro país a través de las urnas”.
¿Se puede confiar en el sistema electoral?
Según Transparencia Internacional y Freedom House, Moldavia ha mejorado sus estándares democráticos desde 2020. Sin embargo, la reciente exclusión del partido Corazón de Moldavia ha generado algunas críticas sobre la imparcialidad del sistema de justicia y del órgano electoral.
Expertos internacionales en derecho electoral señalan la necesidad de mayor transparencia en las decisiones judiciales y mayor espacio para el disenso político, aún si este es cuestionable. Pero también enfatizan que la seguridad electoral no debe sacrificarse si existen pruebas sólidas de injerencia extranjera o corrupción interna.
¿El Kremlin pierde influencia en Europa del Este?
Desde la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022, los países vecinos a Rusia buscan asegurar su autonomía política. En este contexto, Moldavia ha reforzado relaciones con Bruselas, Washington y Bucarest, firmando acuerdos de cooperación energética, seguridad y modernización administrativa.
No obstante, Rusia aún conserva una poderosa carta: la región separatista de Transnistria, un enclave moldavo bajo control de facto del Kremlin desde la década de 1990, donde Moscú mantiene presencia militar no reconocida oficialmente. La presión geopolítica desde dentro del propio país continúa siendo una amenaza tangible para su estabilidad democrática.
¿Qué sigue después del veto?
- El BEP tiene 24 horas para modificar su lista de candidatos.
- Las encuestas apuntan a una posible pérdida de mayoría del PAS si la oposición logra aglutinarse tras el escándalo.
- Los organismos de la UE y la comunidad internacional han enviado observadores para verificar la transparencia del proceso.
En paralelo, la presión ciudadana crece. En las calles de Chisináu ya se han registrado marchas tanto a favor como en contra de la decisión de la CEC. El riesgo de disturbios no está descartado, y las fuerzas de seguridad están en estado de alerta elevada.
Una nación que define su destino
Este fin de semana, Moldavia no solo elige un nuevo Parlamento. El país se enfrenta al dilema de su siglo XXI: seguir el camino hacia Europa o volver a integrarse al área de influencia rusa. Las fuerzas que operan tanto dentro como fuera de sus fronteras están moviendo fichas con rapidez, y el futuro de la joven democracia moldava está, literalmente, en juego.