Parques nacionales en riesgo: ¿deben cerrar durante un cierre del gobierno?
Exsuperintendentes denuncian condiciones peligrosas en parques debido a recortes presupuestarios y falta de personal
Una advertencia urgente
Un grupo de 40 exsuperintendentes del Servicio de Parques Nacionales de EE. UU. ha encendido las alarmas ante la posibilidad de un cierre del gobierno federal. En una carta dirigida al Secretario del Interior, Doug Burgum, estos expertos advirtieron sobre los peligros de mantener abiertos los parques nacionales durante un cierre gubernamental, especialmente en el contexto actual de recortes presupuestarios severos y una reducción del 24% en la plantilla del personal.
“Dejar los parques incluso parcialmente abiertos al público durante un cierre, con personal mínimo o sin personal, es irresponsable y pone en riesgo tanto a los visitantes como a los propios recursos del parque”, escribieron los exfuncionarios. Su preocupación no es infundada: apagones administrativos anteriores generaron consecuencias devastadoras para la conservación y la seguridad pública.
Lecciones del pasado: caos en ausencia de vigilancia
La historia reciente ofrece ejemplos elocuentes. Durante el cierre de 35 días en 2018-2019, los parques permanecieron abiertos con personal limitado. El resultado: árboles históricos como el Joshua Tree en California fueron derribados por intrusos, se crearon senderos no autorizados dañando ecosistemas frágiles, y se produjo un aumento alarmante en actos de vandalismo. Los parques, sin los ojos del personal, quedaron desprotegidos.
En contraste, el cierre gubernamental de 2013 bajo la presidencia de Barack Obama cerró completamente más de 400 parques y monumentos nacionales, evitando daños mayores, aunque con un coste económico significativo: más de $500 millones en gasto turístico perdido, según estimaciones del propio Servicio de Parques.
Recortes silenciosos: el legado de eficiencia cuestionada
Desde abril de 2024, una orden emitida por el Secretario Burgum dicta la apertura continua de parques a pesar de recortes de personal promovidos por el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental, liderado por Elon Musk. Este decreto ha obligado a los parques a operar sin suficiente personal, lo que ha implicado la suspensión de tareas básicas como la recolección de basura, el mantenimiento de senderos y servicios educativos.
Emily Thompson, directora ejecutiva de la Coalición para la Protección de los Parques Nacionales de EE. UU., denunció que “los parques nacionales no se gestionan solos”. Y con razón: incluso las tareas más rutinarias, como vaciar contenedores o guiar a visitantes, son esenciales para evitar tragedias o daños irreparables.
¿Qué está en juego?
- Seguridad de visitantes: Sin personal capacitado, los turistas podrían enfrentarse a peligros naturales sin guía ni auxilio.
- Ecología en crisis: Las áreas protegidas albergan flora y fauna en peligro, que fácilmente puede afectarse por el tráfico no regulado de visitantes.
- Pérdida de patrimonio: Los monumentos históricos y paisajes emblemáticos son vulnerables al vandalismo y la destrucción sin vigilancia.
Comunidades locales en la cuerda floja
Los llamados “gateway communities”, pueblos y ciudades a las puertas de parques nacionales, dependen económicamente del turismo que estos generan. En Utah, por ejemplo, el gobierno estatal tuvo que desembolsar $1.7 millones durante una crisis anterior para mantener sus parques abiertos y evitar pérdidas millonarias en sus economías locales.
Esas comunidades, que viven del alquiler de equipos, alojamiento, servicios de guías y restaurantes, ven comprometido su sustento cuando los parques se ven afectados por mal manejo administrativo.
Argumentos contrapuestos: accesibilidad vs. protección
Doug Burgum, en su defensa, ha reiterado el compromiso de su departamento: “Estamos comprometidos con asegurar que todos los estadounidenses tengan la oportunidad de visitar y disfrutar de nuestros lugares más preciados”. Sin embargo, esta promesa entra en conflicto directo con las capacidades reales de las instituciones tras los recortes de personal.
“No dejamos museos abiertos sin curadores, ni aeropuertos sin controladores aéreos, y no deberíamos dejar nuestros parques sin personal del NPS”, replicó Thompson.
La paradoja de la eficiencia mal entendida
Durante décadas, el Servicio de Parques Nacionales ha sido un símbolo de gestión pública eficaz, con una misión dual: conservación y educación. El intento actual de “eficientar” el sistema mediante el recorte extremo podría significar su ruina operativa.
Reducir personal especializado implica también la suspensión de investigaciones ecológicas, cancelaciones de programas educativos —como los guías escolares ambientales o los campamentos de verano— y la interrupción de proyectos de restauración del paisaje.
¿Hacia dónde debe ir la política pública?
El llamado urgente de los exsuperintendentes debe servir de punto de inflexión. La estrategia no puede ser simplemente «abrir al público lo máximo posible», ignora la magnitud y fragilidad del sistema natural y cultural bajo administración federal.
Si no se aprueba un presupuesto que garantice el mantenimiento mínimo de estos sitios, cerrarlos es la opción más sensata. Dejar los parques operando sin personal solo perpetúa un ciclo de destrucción, daño ecológico y accidentes prevenibles. Defenderlos no es una cuestión de ideología política; es una responsabilidad ética y ecológica.
Un sistema al borde del colapso
Hoy, el Servicio de Parques Nacionales administra más de 400 áreas protegidas —entre ellas desiertos, montañas, ríos, pantanos, cuevas y zonas urbanas históricas—, que representan la memoria natural y cultural del país. La sobrecarga operativa y la disminución del presupuesto amenazan con desmantelar este legado construido desde 1916.
Hasta que no se garantice un financiamiento digno y sostenible, forzar su funcionamiento resulta contraproducente. Como dijo el legendario director del parque Yellowstone, Horace Albright, en 1932: “Los parques deben ser protegidos como si fueran un templo nacional”. Hoy más que nunca, necesitamos honrar esa visión.
En caso de un cierre inminente del gobierno, la decisión más responsable es cerrar los parques y proteger tanto a quienes los visitan como a los tesoros naturales que resguardan.