Violencia, raza y política en Estados Unidos: ¿Estamos contando la historia completa?
El asesinato de Iryna Zarutska en Carolina del Norte reaviva un debate nacional sobre crimen, raza y manipulación política
Por: Redacción Opinión
Una tragedia que destapó heridas raciales y políticas
El asesinato de Iryna Zarutska, una joven refugiada ucraniana de 23 años, ocurrida el 22 de agosto de 2025 en un tren de cercanías en Charlotte, Carolina del Norte, ha generado múltiples olas de indignación, angustia, y sobre todo, manipulación ideológica. Lo que inicialmente fue una tragedia humana, pronto se convirtió en un campo de batalla política y racial en Estados Unidos.
La brutalidad del hecho no deja espacio a dudas: Zarutska fue apuñalada hasta morir, y el presunto responsable, Decarlos Brown Jr., un hombre afroamericano, fue detenido y enfrenta cargos de asesinato en primer grado y cargos federales por causar la muerte en un sistema de transporte masivo.
La viralización del video: ¿justicia o sensacionalismo?
El hecho fue registrado por una cámara de vigilancia en el tren, y el video rápidamente se volvió viral en redes sociales. En él, se ve cómo el agresor camina por el vagón mientras esparce la sangre de Zarutska por el suelo, en una escena tan violenta como perturbadora. El contenido fue aprovechado por figuras conservadoras, como Charlie Kirk, para promover la narrativa de lo que denominaron "Black-on-White crime" (crimen de personas negras contra personas blancas).
Esta narrativa fue difundida no solo en plataformas como Truth Social o X (antes Twitter), sino también en los pasillos del Congreso, la Casa Blanca y medios de comunicación influyentes en ambos espectros ideológicos. La pregunta es: ¿responde esta indignación a una preocupación legítima sobre la seguridad pública, o a una agenda ideológica interesada?
¿Qué dicen realmente los datos?
Es fundamental analizar los datos federales sobre crímenes violentos para entender la verdadera magnitud de estas afirmaciones.
- Según datos de la Bureau of Justice Statistics (BJS), entre 2017 y 2021, el 15% de los delitos violentos contra personas blancas fueron cometidos por personas negras.
- En contraste, más de la mitad de esos delitos fueron cometidos por otras personas blancas.
- Respecto a las víctimas afroamericanas, un 60% de los delitos fueron cometidos por otros afroamericanos, mientras que solo el 12% fueron cometidos por personas blancas.
La profesora Charis Kubrin, criminóloga de la Universidad de California en Irvine, deja claro: “Los incidentes violentos donde el perpetrador y la víctima son de diferentes razas son extremadamente poco comunes. Son la excepción, no la regla."
La distorsión de los casos individuales
La simplificación de un caso aislado en una narrativa estructural suele ser una estrategia eficaz para movilizar emociones colectivas, pero peligrosa cuando no se sustenta en hechos. La narrativa del "Black-on-White crime" remite a viejos mitos racistas aún latentes en la cultura norteamericana.
Como señaló la organización Council on American-Islamic Relations (CAIR), “Usar este crimen para resucitar puntos de vista racistas sobre la comunidad negra es peligroso, hipócrita y racialmente motivado. Especialmente cuando los supremacistas blancos guardan silencio sobre otras formas de crimen de alto impacto”.
El estilo de políticas 'duras contra el crimen'
Tras el asesinato, la legislatura de Carolina del Norte rápidamente aprobó un paquete de reforma penal en memoria de Zarutska, centrado en restricciones para obtener fianza y evaluaciones de salud mental para los acusados. Esto es lo que algunos han denominado legislar por emociones.
¿Serán estas leyes efectivas o son solo respuestas simbólicas que ignoran la raíz del problema? Como dijo Brett Tolman, director de Right on Crime, un grupo conservador por la reforma judicial: “Aunque las cifras muestran que el crimen en general ha bajado, si la gente se siente insegura, eso ejerce presión sobre los políticos para que actúen, muchas veces de forma reactiva y poco fundamentada”.
El efecto de los medios y la política del miedo
El efecto amplificador de los medios es innegable. Si un crimen, por raro que sea, involucra a dos personas de distinta raza, genera más clics, más debates televisivos y más oportunidades políticas. Para algunos actores políticos, la violencia es rentable: les permite justificar patrullajes más agresivos, militarización de la seguridad urbana o endurecimiento de la inmigración.
El propio Donald Trump, actual candidato presidencial, aprovechó el caso para agitar sus argumentos antiinmigración, en otro contexto: el endurecimiento de licencias para conductores comerciales no ciudadanos tras tres accidentes mortales atribuidos a inmigrantes, incluido uno en Florida donde murieron tres personas después del giro ilegal de un conductor de camión.
Una crisis real, pero mal interpretada
Estados Unidos, sin duda, vive una crisis de seguridad en algunos sectores urbanos, como es el caso de Memphis, donde el gobernador de Tennessee, Bill Lee, ha movilizado hasta 13 agencias federales y la Guardia Nacional para “recuperar el control”. Pero incluso aquí, el enfoque se ha centrado más en la percepción del crimen, que en los determinantes estructurales como pobreza, falta de inversión social o racismo sistémico.
- El 80% de los crímenes violentos involucran a agresores y víctimas de la misma raza, según datos del National Criminal Victimization Survey de 2023.
- La pobreza y la segregación estructural siguen siendo indicadores más predictivos de violencia que cualquier variable racial o migratoria.
El periodista Trymaine Lee, ganador del Pulitzer y autor de A Thousand Ways to Die, lo expresa así: “La violencia no es dominio exclusivo de los afroamericanos. Es producto de un país atado estructuralmente a la violencia. Tarde o temprano, esa cuerda se rompe.”
¿Justicia selectiva o justicia mediática?
La furia que rodea casos como el de Zarutska nos lleva a preguntarnos: ¿están todas las vidas siendo valoradas igual?, ¿por qué algunos crímenes generan reformas y marchas, mientras que otros son silenciados?
La justicia no puede depender del color de piel de las víctimas o de los delincuentes. Ese camino solo perpetúa lo que pretende erradicar: el odio y la violencia racial.
Como sociedad globalizada, debemos aprender a resistir el lenguaje fácil de la división y comprometernos con políticas basadas en datos, empatía y verdad, no en miedo y manipulación.