Hezbolá, Irán y el juego geopolítico en Oriente Medio: ¿hacia una nueva alianza antiisraelí?

Ante el constante conflicto con Israel y la reciente escalada militar, Irán y Hezbolá llaman a una nueva unidad regional con Arabia Saudita como pieza clave

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Un enemigo común como catalizador geopolítico

La reciente visita del alto funcionario iraní Ali Larijani a Beirut dejó claro un mensaje de Irán al mundo árabe y a los países del Golfo: "Dejemos nuestras diferencias y unámonos ante las conspiraciones de Israel". Este llamado a la unidad regional no es nuevo, pero gana un peso especial tras los recientes conflictos armados y la creciente tensión entre Israel e Irán, con Hezbolá como eje central en la escena del Líbano.

La muerte de altos mandos militares y políticos de Hezbolá en los últimos meses, consecuencia de los ataques israelíes durante la guerra de catorce meses entre ambas partes, marca un punto de inflexión en el equilibrio del poder en la región. Y mientras Israel aumenta su presión sobre Gaza, atacando incluso el liderazgo político de Hamás en Qatar, Irán redobla su apoyo a sus aliados regionales con una narrativa de unidad y resistencia.

Hezbolá: de milicia irregular a brazo estratégico iraní

Desde su nacimiento en la década de 1980, tras la invasión israelí al Líbano en 1982, Hezbolá ha evolucionado desde una milicia a un estado dentro del estado en el Líbano. Su capacidad militar, con misiles de corto y medio alcance suministrados por Irán, lo ha convertido en una amenaza seria para Israel desde el norte mientras Gaza representa la amenaza sur.

La guerra con Israel iniciada en 2023 tras el ataque de Hamás a territorio israelí ha cobrado un alto costo para Hezbolá. Entre las bajas, se cuentan figuras clave tanto del ala política como del ala militar del grupo. Sin embargo, lejos de debilitar su influencia, estas pérdidas han reforzado su narrativa de martirio y resistencia frente al “enemigo sionista”.

Larijani, en su reunión en Beirut con el presidente del Parlamento libanés, Nabih Berri, recalcó que la necesidad de unidad no es un lujo, sino un paso estratégico ante una ofensiva israelí cada vez más global, que ahora incluye ataques directos a Irán e intervenciones en países como Qatar.

¿Puede Arabia Saudita convertirse en aliado táctico de Hezbolá?

Lo más sorprendente de la visita y las declaraciones de Larijani no fue la ya conocida retórica contra Israel, sino su elogio al gesto de apertura realizado por Naim Qassem, líder adjunto de Hezbolá, hacia Arabia Saudita. En años anteriores, la relación entre Hezbolá e Irán con el reino saudí ha sido tensa, marcada por conflictos indirectos en Yemen, Siria y Bahrein.

Pero al enfrentar una amenaza común —real o percibida— como lo es Israel, emergen nuevos escenarios en la política regional. Esta propuesta de acercamiento no es únicamente ideológica; responde a la lógica del realismo político, donde los enemigos de mi enemigo pueden convertirse en mis aliados estratégicos.

La guerra abierta entre Irán e Israel: ¿ya comenzó?

En junio de este año, Israel llevó a cabo una serie de ataques aéreos contra Irán que dejaron como saldo la muerte de varios comandantes iraníes de alto perfil y la destrucción de capacidades clave en su red de defensa aérea y misiles balísticos. Estas acciones, sin precedentes en escala y osadía, marcan el inicio de una escalada directa entre ambos países.

Es decir, ya no se trata de conflictos por proxies interpuestos (como Hamás o Hezbolá), sino de una guerra asimétrica pero cara a cara.

Larijani no dudó en lanzar una advertencia: “Estamos preparados para cualquier escenario, pero no creemos que Israel se atreva a actuar de forma tan estúpida”. Sus palabras reflejan no solo una amenaza velada de represalia, sino también la seguridad de que una acción israelí directa contra Irán podría incendiar toda la región.

¿Cuál es el objetivo final de Irán?

La estrategia iraní parece orientada a consolidar una red de alianzas de facto antiisraelí en el eje Líbano-Siria-Irak-Yemen, y potencialmente Arabia Saudita si esta se abre a negociaciones. Si bien la teocracia iraní mantiene diferencias doctrinales y prácticas con países de mayoría suní como Arabia Saudita, la narrativa del enemigo común podría sobreponerse —al menos tácticamente— a esas diferencias.

En ese sentido, el acercamiento iraní es dual: por un lado, se ofrece como protector de los intereses palestinos y resistencia árabe, y por otro, habilita una retórica conciliadora hacia potencias del Golfo, aprovechando su recelo hacia la política intervencionista de Israel.

Estados Unidos y la política de contención

El papel de Estados Unidos sigue siendo fundamental. Como mediador del alto el fuego entre Israel y Hezbolá en noviembre del año pasado, su política está orientada hacia la contención del conflicto. Sin embargo, la intervención directa de Israel en territorio iraní puede haber debilitado esa posición y provocado un repunte en las tensiones regionales.

A esto se suman ataques israelíes en Qatar —sede del comando político de Hamás— justo en el momento en que el grupo evaluaba una propuesta de cese al fuego estadounidense. Este tipo de acciones complica aún más cualquier intento de Washington por pacificar la región.

Un nuevo escenario de Guerra Fría en Medio Oriente

La situación en Oriente Medio parece encaminada hacia una versión moderna de la Guerra Fría regional: alianzas por afinidad estratégica más que ideológica, guerras indirectas, intensas campañas de propaganda y zonas de conflicto con participación de múltiples actores externos (Irán, Israel, EE. UU., países del Golfo, y potencias como Turquía y Rusia).

¿Estamos frente a una reconfiguración profunda del equilibrio en Medio Oriente? Todo parece indicar que sí. Lo que ocurra en las próximas semanas con los foros diplomáticos, posibles cese al fuego e iniciativas de acercamiento entre Arabia Saudita e Irán podría marcar el futuro regional a largo plazo.

Mientras tanto, Israel queda retratado regionalmente como un ente disruptivo que, en su afán por garantizar su seguridad, ha podido provocar una reagrupación de sus enemigos más peligrosos. Hezbolá, que pudo haber quedado debilitado tras la guerra, parece ahora más firme gracias al espaldarazo político iraní y la sutil simpatía de algunos sectores árabes.

¿Y los ciudadanos?

Detrás de esta lucha geopolítica, estratégica y armamentista, están millones de civiles en Líbano, Siria, Israel, Gaza, Irán y Arabia Saudita, que observan cómo las tensiones se exacerban día a día sin ver una salida clara a los conflictos. El costo humano sigue siendo inaceptable.

Entre la geopolítica, la teología y la estrategia militar, queda el interrogante más humano: ¿podremos ver finalmente una paz basada en acuerdos reales y respeto mutuo, más allá de las alianzas tácticas?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press