Zaporizhzhia: ¿La próxima Chernóbil? El mundo al borde de una catástrofe nuclear

La planta nuclear más grande de Europa, bajo ocupación rusa, lleva cinco días sin electricidad externa. ¿Qué tan cerca estamos de un desastre sin precedentes?

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Por más de cinco días consecutivos, la planta nuclear de Zaporizhzhia ha estado funcionando exclusivamente con generadores de emergencia. Esta situación sin precedentes ha encendido las alarmas en todo el mundo por el riesgo inminente de una catástrofe nuclear en pleno siglo XXI, en medio de una guerra activa.

Zaporizhzhia: epicentro de la tensión atómica

La central nuclear de Zaporizhzhia, situada en el sureste de Ucrania, no es una planta cualquiera. Con seis reactores y una capacidad de aproximadamente 6,000 MW, es la instalación nuclear más grande de Europa. Está bajo control ruso desde los primeros meses de la invasión en 2022, y se ha convertido en un punto extremadamente sensible desde entonces.

El 7 de septiembre de 2025, la planta perdió su última conexión con la red eléctrica ucraniana. Esto obligó a activar los generadores diésel de emergencia para mantener los sistemas de enfriamiento activos. La Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) ha advertido repetidamente que estos generadores son solo una medida temporal extrema y que no están diseñados para operar indefinidamente.

¿Por qué es tan peligroso estar sin energía externa?

Los reactores nucleares, aun en modo de parada en frío, requieren de energía constante para mantener los niveles de temperatura seguros de los núcleos y del combustible usado. Sin un sistema de enfriamiento activo, el riesgo de una fusión del núcleo es real. Exactamente lo que ocurrió en Fukushima en 2011 cuando un tsunami dañó el sistema eléctrico.

Greenpeace Ucrania, a través del experto Jan Vande Putte, declaró que “los generadores de emergencia son la última línea de defensa. Usarlos durante más de cinco días equivale a jugar con fuego”.

Chernóbil en la memoria colectiva

La sombra de Chernóbil, ubicado a tan solo 480 km al noroeste de Zaporizhzhia, sigue acechando. En 1986, una combinación de errores humanos y fallas técnicas provocó la explosión del reactor número 4, liberando 400 veces más radiación que la bomba de Hiroshima. El desastre dejó a miles afectados, generó una zona de exclusión de más de 30 km y alteró la percepción global sobre la energía nuclear.

Hoy, muchos temen una repetición de ese episodio, solo que en plena guerra.

¿Sabotaje energético o estrategia rusa?

Desde marzo de 2022, Rusia tomó control de la planta, aunque el personal ucraniano sigue operando las instalaciones bajo presión constante. Según declaraciones del Ministerio de Energía ucraniano, el corte reciente fue consecuencia directa de un bombardeo ruso que dañó la única línea de transmisión operativa.

Además, Greenpeace alertó mediante nuevas imágenes satelitales que Rusia podría estar construyendo líneas eléctricas, de 201 kilómetros, que conectan las ciudades ocupadas de Melitopol y Mariúpol, posiblemente para vincular Zaporizhzhia a la red rusa y reiniciar al menos un reactor sin supervisión internacional.

Esto significaría un intento descarado por parte de Rosatom, la empresa estatal rusa de energía nuclear, de incorporar Zaporizhzhia a su infraestructura, rompiendo completamente con la soberanía ucraniana e infringiendo normas internacionales.

Dudas sobre la seguridad a largo plazo

A pesar de la aparente disponibilidad de combustible en los generadores, cada litro cuenta. Según lo reportado por fuentes rusas, hay reservas suficientes para un funcionamiento autónomo "a largo plazo"; sin embargo, no se ha especificado cuánto tiempo estiman que pueden mantener el sistema en esas condiciones ni si hay rutas de reabastecimiento viables en una zona de combate activo.

El director de la AIEA, Rafael Grossi, se reunió recientemente con Vladimir Putin pero no obtuvo compromisos concretos para restaurar el suministro eléctrico externo.

Armas, drones y una guerra sin fronteras

Mientras Zaporizhzhia cuelga de un hilo, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, anunció un paquete de armamento por 90 mil millones de dólares financiado por Estados Unidos. El acuerdo incluye tecnología de drones, sistemas de defensa aérea y armamento de largo alcance. También reveló que un sistema de defensa aérea Patriot de fabricación israelí ya está operativo en suelo ucraniano, con dos sistemas adicionales en camino.

Pero las tensiones no se limitan a Rusia. Zelenskyy acusó recientemente a Hungría de llevar a cabo “actividades de inteligencia peligrosas”, implicando que al menos un dron húngaro fue detectado sobrevolando el espacio aéreo ucraniano.

El ministro de Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, reaccionó con nota de burla en Facebook, diciendo que Zelenskyy “perdió la cabeza”. El tono entre ambos países, antes distantes diplomáticamente, ha escalado peligrosamente en las últimas semanas.

¿Qué tan cerca estamos de un desastre?

En palabras simples: muy cerca. Miles de vidas dependen de una línea de suministro de energía frágil, interrumpida constantemente por ataques y sabotajes. La IAEA asegura que no hay precedentes modernos para una situación como esta. Ninguna planta nuclear activa ha estado funcionando tan extendidamente bajo condiciones de guerra activa.

La comunidad internacional debe actuar. La ONU y la OTAN han condenado la militarización de la planta, pero ninguna acción concreta se ha tomado más allá de las inspecciones rotativas que la AIEA implementa con dificultad.

¿Lecciones del pasado o advertencias ignoradas?

  • Chernóbil fue el resultado de arrogancia institucional y negligencia técnica.
  • Fukushima reflejó los peligros de depender de sistemas básicos cuando ocurre un evento natural de magnitud impredecible.
  • Zaporizhzhia es el primer gran reto nuclear en tiempos de guerra moderna: una combinación de ocupación armada, sabotaje y negligencia internacional.

¿Será este un capítulo más en los libros de historia sobre lo que pudo evitarse? ¿O actuaremos a tiempo?

Un llamado global a la acción

El destino de Europa podría decidirse en los próximos días y en silencio. Zaporizhzhia no solo representa un punto de conflicto entre Ucrania y Rusia, sino un reflejo de la fragilidad de la seguridad nuclear global. Si la planta colapsa, las consecuencias cruzarán fronteras, océanos y generaciones.

Como mencionó recientemente el presidente Zelenskyy: “Estamos viviendo la carrera armamentista más destructiva de la historia humana.”

Y quizás, también la más silenciosa y radiactiva...

Este artículo fue redactado con información de Associated Press