La otra cara del diamante: tres historias humanas que marcaron el cierre de temporada en las Grandes Ligas
Entre el susto de David Fry, la despedida de Michael A. Taylor y el posible adiós de Charlie Morton, el béisbol nos deja postales que van más allá del marcador
Las Grandes Ligas de Béisbol (MLB) no sólo son estadísticas, jonrones y victorias. También están hechas de momentos que calan hondo en la piel y el corazón, donde los protagonistas dejan por un instante su rol de atletas élite para convertirse en seres humanos delante del público. La última semana de la temporada regular 2025 nos dejó tres historias que resumen la esencia emocional del deporte: un golpe que pudo cambiarlo todo, una retirada envuelta en emotividad y una despedida que tal vez fue la última escena sobre el montículo. David Fry, Michael A. Taylor y Charlie Morton fueron los nombres propios de estos actos que merecen contarse con la pausa que ameritan.
David Fry: un susto a 99 mph
El pasado martes 23 de septiembre, en el Progressive Field de Cleveland, el bateador designado y receptor David Fry, de los Guardians, vivió uno de esos momentos que hielan la sangre en cualquier deporte. Corría la sexta entrada cuando, al cuadrarse para intentar un toque de bola, recibió un pelotazo en el rostro lanzado a 99 millas por hora por Tarik Skubal, abridor de los Tigres de Detroit.
“Podría haber sido mucho peor. Todos decían que un centímetro arriba o abajo y estaríamos hablando de cosas mucho más graves”, confesó Fry cinco días después, aún con la nariz inflamada y puntos de sutura visibles. La hinchazón cuenta parte de la historia, pero el hecho de que ya camine por el clubhouse y haga bromas con sus compañeros da cuenta del milagro médico y personal que protagonizó.
La escena fue escalofriante. Fry colapsó de inmediato, cubriéndose el rostro ensangrentado mientras el manager Stephen Vogt y el cuerpo médico corrían a su auxilio. Desde el montículo, Skubal, visiblemente afectado, se quitó la gorra y el guante como gesto de impacto emocional. El béisbol se detuvo. El estadio enmudeció.
Más allá del dolor físico, Fry admitió que su principal preocupación fue emocional: su esposa Rebekah, embarazada de siete meses, miraba la transmisión desde su casa en Luisiana. “Pensé en ella y en mi hija Evelyn. No quería que se preocuparan. Afortunadamente, mi esposa es muy fuerte”, dijo aún conmovido.
Al día siguiente, Rebekah viajó a Cleveland para estar con él. Evelyn, por su parte, celebró su segundo cumpleaños el sábado, y los Guardians decidieron celebrarlo con una fiesta organizada en el estadio, con torta, globos, la canción de “Happy Birthday” y hasta un show especial de los personajes de Frozen. “Ha sido una semana dura para la familia Fry, así que queríamos regalarles un momento de alegría”, señaló Vogt.
Michael A. Taylor: un adiós dorado
En Washington, otro capítulo se escribió con un espíritu distinto pero igualmente sentido. El jardinero Michael A. Taylor, quien jugó 12 temporadas en las Grandes Ligas, anunció su retiro oficialmente justo antes del último partido del año, con el uniforme de los Medias Blancas de Chicago.
“Terminar mi carrera donde todo comenzó, frente a estos fanáticos, es el broche de oro”, expresó el campeón de la Serie Mundial 2019 con los Nacionales. Taylor, quien también militó en los Reales de Kansas City, Mellizos de Minnesota y los Piratas antes de recalar en Chicago, explicó que la razón principal de su retiro era personal: desea pasar más tiempo con sus dos hijos.
“Ha sido mi sueño desde niño, y lo he disfrutado profundamente. Pero llega un momento en el que volver a casa es más importante”, dijo. Taylor se retira con números modestos pero una carrera respetada: .232 de promedio al bate, 109 cuadrangulares y 128 bases robadas. Su Guante de Oro en 2021 y su contribución como veterano en equipos jóvenes afianzaron su imagen como un profesional ejemplar.
Los fanáticos lo ovacionaron durante cada aparición al plato del fin de semana. El domingo, alineó como noveno bateador. En un deporte donde muchos se retiran en silencio o en la sombra, Taylor tuvo la fortuna de despedirse en paz, en casa y con cariño. Su carrera, aunque modesta a nivel mediático, está cargada de momentos memorables y de convicción diaria por el juego limpio.
Charlie Morton: una ovación para el eterno guerrero
Y mientras Cleveland contenía la respiración por Fry y Washington brindaba por Taylor, en Atlanta, el veterano Charlie Morton tuvo el que quizás fue su último capítulo en las Grandes Ligas. Con 41 años, el derecho subió al montículo el domingo para lanzar 1 1/3 entradas en blanco ante los Pirates, en el que puede ser su adiós definitivo al deporte que abrazó desde 2008.
Morton fue ovacionado tres veces: al saltar al campo, al volver al dugout tras la primera entrada y, especialmente, cuando el manager Brian Snitker salió para relevarlo en la segunda. La escena tuvo fondo musical especial: “My Way” de Frank Sinatra, símbolo de despedidas con estilo y orgullo.
En un gesto hermoso de hermandad beisbolística, mientras Charlie le entregaba la pelota a Chris Sale (quien lo sustituiría), los fanáticos se pusieron de pie para ovacionar a quien fue parte clave del título de la Serie Mundial 2021 con los Braves, donde incluso lanzó con una pierna fracturada.
“Eso fue Charlie Morton en estado puro. Un tipo que dio todo sin pedir nada”, dijo su compañero Matt Olson. Morton debutó con los Braves en 2008 y, tras un periplo por Piratas, Astros, Rays y Filis, regresó a Atlanta en 2021. Ese año, coronó su carrera con esa inolvidable Serie Mundial donde hizo historia como un verdadero guerrero del diamante.
Humanidad en el diamante
Estas tres historias —cada una distinta pero entrelazadas por la emoción— revelan una faceta menos mediática y más íntima del béisbol. Mientras los focos suelen apuntar a estadísticas o funciones técnicas, detrás está la vulnerabilidad de un deportista golpeado, la reflexión del que decide marcharse a tiempo o el legado silencioso de quien se retira entre aplausos, sin necesidad de numeritos pomposos.
El deporte profesional muchas veces entra en un ciclo incesante de partidos, contratos y rendimientos, pero eventos como los vividos por Fry, Taylor y Morton nos recuerdan que la magia del béisbol no sólo radica en sus reglas, sino en las personas que lo juegan. La pelota vuela, sí. Pero las emociones viajan mucho más lejos.