Russell M. Nelson: El centenario profeta mormón que transformó su iglesia y enfrentó desafíos globales
A los 101 años fallece el líder de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tras una era de reformas, polémica y expansión internacional.
Un liderazgo centenario durante tiempos de cambio
Russell M. Nelson, presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (conocida popularmente como la iglesia mormona), falleció el pasado sábado a los 101 años en su hogar de Salt Lake City, Utah. Nelson no sólo fue el presidente más longevo de la historia de la iglesia, sino también uno de los más transformadores en cuanto a doctrina, política interna y proyección global.
Nelson ascendió a la presidencia de la iglesia en 2018, tras el fallecimiento de Thomas S. Monson. Ese mismo año cumplió 94 años, y en 2024 se convirtió en el primer presidente que alcanzó el siglo de vida. Su mandato coincidió con algunos de los momentos más tensos y decisivos para la iglesia en las últimas décadas.
Un cirujano convertido en profeta
Antes de dedicarse por completo al servicio religioso, Nelson fue un destacado cirujano torácico, egresado como médico a los 22 años. Se desempeñó como director del programa de residencia en cirugía torácica de la Universidad de Utah, además de haber servido dos años en el cuerpo médico del ejército durante la Guerra de Corea. Su habilidad quirúrgica y disciplina fueron cualidades que también definieron su liderazgo espiritual.
Fue llamado al Quórum de los Doce Apóstoles en 1984, uno de los más altos cuerpos de dirección dentro de la jerarquía mormona. Esa experiencia de décadas le moldeó como una figura de ortodoxia doctrinal, pero con visión de modernización institucional.
Reformas doctrinales y de identidad
Russell M. Nelson dejó su impronta desde el inicio de su presidencia. Uno de sus primeros y más sorprendentes actos fue instar a que los miembros dejaran de utilizar los términos “mormón” o “LDS” para referirse a la religión. Esto marcó un giro radical respecto a la promoción multimillonaria que la iglesia había hecho durante décadas, especialmente con campañas como I'm a Mormon.
Su postura reflejaba una preocupación central: rescatar el nombre completo de la organización como una manera de enfatizar su orientación cristológica. “El Señor me ha dejado claro que el nombre de la iglesia no es negociable”, afirmó Nelson durante una conferencia general en 2018.
Avances y contradicciones sobre LGBTQ+ y género
Durante su liderazgo, se revirtieron políticas previas que habían excluido de las ordenanzas a hijos de parejas del mismo sexo y etiquetado a estas parejas como apóstatas. Sin embargo, Nelson dejó en claro que el matrimonio homosexual seguía sin ser aceptado por la doctrina SUD.
También implementó nuevas normativas sobre las personas trans que restringían su participación en ordenanzas sagradas si se sometían a procedimientos de afirmación de género, utilizaban nombres alternativos o vestían de acuerdo a un género distinto al asignado al nacer. Esta medida fue duramente criticada por activistas que consideraron que alejaba aún más a los miembros LGBTQ+ de la comunidad mormona.
Nelson y sus consejeros explicaron estas acciones como un intento por equilibrar “el amor del Señor y la ley del Señor”.
Abuso y transparencia institucional
Durante su presidencia, la iglesia fue sometida a fuerte escrutinio por las denuncias de abuso sexual que eran reportadas a través de una línea directa que terminaba en manos de abogados de la iglesia, en lugar de ser inmediatamente notificados a las autoridades legales. Una investigación reveló que esta práctica podía ocultar casos sin resolver, dejando a víctimas en peligro.
La iglesia, bajo la administración de Nelson, respondió endureciendo sus directrices: los líderes locales, conocidos como obispos, recibieron instrucciones explícitas de jamás ignorar una denuncia de abuso. También se permitió por primera vez que los niños llevasen a un adulto a sus entrevistas personales con los obispos.
Papel internacional y ruptura con los Boy Scouts
Una de las decisiones más representativas en cuanto al cambio de rumbo fue el fin del vínculo con los Boy Scouts of America en 2019. La asociación databa de más de un siglo. La decisión vino poco después de que los Scouts permitieran la participación de jóvenes y adultos LGBTQ+.
En su lugar, Nelson lanzó un programa juvenil global propio para atender a los más de 17 millones de miembros de la iglesia, más de la mitad de los cuales viven fuera de EE.UU. y Canadá. Este movimiento coincidió con el esfuerzo de Nelson por internacionalizar la iglesia, incluyendo la publicación de himnarios adaptados a diferentes culturas.
También designó por primera vez a líderes de fuera de los Estados Unidos para ocupar cargos clave en instancias directivas, abriendo camino hacia una gobernanza más representativa.
Templos y expansión global
Bajo la presidencia de Nelson, se aceleró la construcción de templos en todo el mundo. Se anunciaron 100 nuevos templos en apenas cinco años, incluyendo algunos en lugares poco tradicionales como India, Rusia y varios países africanos. Esto reforzó el carácter global de la iglesia.
También redujo la duración de los servicios dominicales a dos horas, en parte para adaptarse a las realidades familiares modernas y en parte como forma de fomentar una mayor participación en el hogar y el estudio personal.
Relaciones raciales y apertura histórica
Bajo la dirección de Nelson, la iglesia estableció por primera vez una colaboración formal con la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color). Esto ocurrió en un contexto de revisitación histórica del oscuro pasado racial de la iglesia. Hasta 1978, los hombres negros no podían recibir el sacerdocio, una política basada en prejuicios profundamente racistas que la iglesia reconoció como erróneos en un ensayo oficial, pero sin emitir una disculpa formal.
“Necesitamos dejar atrás cualquier forma de prejuicio racial, tribal o cultural”, dijo Nelson en un discurso público tras reunirse con líderes afroamericanos en eventos conmemorativos.
Un legado de obediencia y devoción
Según expertos como Matthew Bowman, profesor de historia religiosa en la Universidad de Claremont, Nelson fue un férreo creyente en el “camino del convenio”, un conjunto de ordenanzas y normas que marcan la vida devota dentro de la iglesia. Su énfasis en la obediencia y la disciplina espiritual fue constante.
Vivió gran parte de su vida con su primera esposa, Dantzel White, con quien tuvo 10 hijos. Tras su fallecimiento en 2005, se casó con Wendy Watson, quien fue una figura pública recurrente a su lado durante sus años de liderazgo.
El senador Mike Lee de Utah escribió tras su fallecimiento: “Ha personificado para mí la fe, humildad y la silenciosa confianza que caracterizan al verdadero discípulo de Jesucristo”.
¿Quién sigue?
Según el protocolo interno de la organización, el siguiente presidente de la iglesia será Dallin H. Oaks, actual miembro más veterano del Quórum de los Doce Apóstoles. Oaks, exjuez y líder doctrinal conservador, ha sido uno de los hombres más poderosos tras bambalinas desde hace más de dos décadas.
Queda por ver si Oaks seguirá el enfoque reformador, aunque conservador, de Nelson o si imprimirá su propio estilo en un momento donde la iglesia se enfrenta simultáneamente a la expansión global y a la presión interna por modernizar sus posturas sobre identidad, género y transparencia.
Russell M. Nelson deja un legado profundo que sin duda marcará el futuro de la fe que pastoreó durante más de seis años y que ayudó a moldear durante cuatro décadas. Su impacto se extiende más allá de las fronteras del mormonismo y abre el debate sobre cómo las instituciones religiosas deben caminar entre la tradición y la transformación en un mundo cambiante.