Una reunión decisiva: Trump, el cierre del gobierno y la creciente presión sobre Netanyahu
Entre la política interna y la guerra en Gaza, el expresidente de EE.UU. intenta negociar en dos frentes mientras bipartidismo y diplomacia se tensan
Un país al borde del colapso administrativo
Una vez más, Estados Unidos se encuentra al borde de un cierre del gobierno federal. La causa: el enconado desacuerdo entre republicanos y demócratas sobre el presupuesto y la política de salud pública. Mientras tanto, el presidente Donald Trump, en su segundo mandato, se enfrenta a múltiples frentes de conflicto, tanto internos como internacionales, y una reunión en la Casa Blanca se presenta como el epicentro de un drama político y geopolítico mayúsculo.
El lunes, congresistas de ambos partidos se reunirán con Trump para intentar evitar un cierre gubernamental que afectaría a cientos de miles de empleados federales. Pero la falta de disposición para ceder de ambas partes y la inclusión de temas sensibles, como los créditos fiscales de la Ley de Cuidado de Salud Asequible, hacen dudar de cualquier posible resolución.
El tira y afloja político por la salud pública
Los demócratas exigen la extensión de los créditos fiscales que subsidian seguros de salud, especialmente tras la crisis del COVID-19. Si no se renuevan, más de 3 millones de personas podrían perder sus coberturas a fin de año, según datos de KFF (Kaiser Family Foundation). El senador Chuck Schumer lo dejó claro: “Escuchamos a los estadounidenses. Necesitan asistencia médica”.
Los republicanos, por su parte, insisten en que el programa está plagado de “fraude, despilfarro y abuso” —en palabras del líder republicano del Senado, John Thune— y que cualquier discusión al respecto debe postergarse.
El proyecto de ley de financiamiento temporal, ya aprobado por la Cámara de Representantes de mayoría republicana, mantendría el gobierno funcionando por siete semanas más, pero requiere al menos 60 votos en el Senado. Con el republicano Rand Paul negándose a votar a favor, se necesitarían ocho votos demócratas. Esta situación plantea una disyuntiva para los demócratas: ¿arriesgarse a ser vistos como responsables del cierre o ceder en sus demandas sanitarias?
Trump: entre la presión interna y su legado político
Trump no parece muy interesado en negociar en profundidad con los demócratas. “Si tiene que cerrar, que cierre”, declaró el viernes. Al mismo tiempo, la Casa Blanca sí accedió a reunirse en un intento por calmar la creciente presión pública, y algunos argumentan que esto es señal de que Trump sí siente el peso de la posible responsabilidad de un cierre.
Esto adquiere importancia no solo por el efecto inmediato en la economía y los trabajadores—más de 800,000 empleados federales serían suspendidos sin sueldo—sino también por su impacto en la carrera presidencial hacia 2026. La percepción pública de quién es el culpable podría determinar futuros respaldos. Según una encuesta publicada por Pew Research Center, el 55% de los votantes tiende a culpar más al partido en la presidencia durante estos cierres.
Trump y Netanyahu: socios bajo fuego
Tan solo unas horas después de la reunión con el Congreso, Donald Trump se sentará con otro protagonista central: Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí. La reunión se produce en un contexto tenso: la guerra en Gaza, la creciente presión internacional, y una coalición de gobierno cada vez más frágil en Israel.
Trump ha sido uno de los aliados más firmes de Netanyahu durante el conflicto con Hamas. Incluso ordenó ataques a sitios nucleares iraníes en junio como muestra de respaldo. Sin embargo, la crisis humanitaria derivada del conflicto ha hecho que incluso gobiernos tradicionalmente pro-Israel, como Francia, Canadá y Australia, hayan comenzado a exigir un alto al fuego y hayan reconocido al Estado palestino como intento de reactivar el proceso de paz.
“Tenemos una oportunidad real de GRANDEZA EN EL MEDIO ORIENTE”, publicó Trump en redes sociales este domingo, señalando que podría haber avances históricos en la región.
Un plan de paz ambicioso y polémico
Según fuentes diplomáticas árabes, el plan de Trump contempla:
- Cese al fuego inmediato.
- Retiro gradual de fuerzas israelíes.
- Fin del gobierno de Hamas en Gaza.
- Una fuerza internacional de seguridad para reemplazar las funciones policiales.
- Una comisión palestina de tecnócratas supervisando la administración civil.
- Entrega posterior del poder a una Autoridad Palestina reformada.
No incluye la expulsión de palestinos de la Franja de Gaza, una propuesta que Trump insinuó previamente en el conflicto.
Netanyahu, entre la espada y la pared
Netanyahu enfrenta un dilema político monumental. Muchos de los miembros más radicales de su coalición insisten en continuar la guerra hasta la total destrucción de Hamas. Pero un alto al fuego exigido por Trump podría fracturar su base de apoyo y comprometer su liderazgo. Las elecciones israelíes están previstas para el año que viene, y cualquier concesión importante podría ser vista como una traición ideológica.
“Netanyahu podría verse obligado a elegir entre Trump y su coalición”, aseguró el profesor Eytan Gilboa, experto en relaciones EE.UU.-Israel.
Además, Israel ha perdido gran parte del apoyo internacional: más de 28 países que antes la respaldaban piden ahora un alto al fuego inmediato, y líderes de derechos humanos y académicos en genocidio —como los de Human Rights Watch y expertos de la ONU— la acusan de crímenes de guerra.
La percepción de Gaza en el mundo
Desde el ataque de Hamas en octubre de 2023, que causó alrededor de 1,200 muertes israelíes y 251 rehenes, Israel ha respondido con una ofensiva que ha matado a más de 66,000 palestinos, según el Ministerio de Salud de Gaza. El 90% de la población está desplazada, y Naciones Unidas advierte sobre hambrunas.
Incluso Hamas ha declarado que no acepta deponer las armas sin una garantía tangible de creación de un Estado palestino independiente, debilitando más la viabilidad del acuerdo.
“Cuanto más se habla de cercanía a un acuerdo, más escéptico me vuelvo”, afirmó el veterano diplomático Aaron David Miller, quien ha asesorado a varias administraciones estadounidenses.
La política nacional e internacional se entrelazan
Mientras se discute el cierre del gobierno en EE.UU., la imagen de Trump también se juega en el tablero internacional. Un fracaso en las negociaciones con Netanyahu podría fortalecer la percepción de que su retórica no se traduce en resultados. Del otro lado, Schumer y los demócratas también enfrentan presiones por su posicionamiento ante el conflicto en Medio Oriente, en un momento donde parte de su base electoral es cada vez más crítica con la postura tradicional estadounidense sobre Israel.
El líder demócrata recordó en una entrevista que “el pueblo estadounidense también está preocupado por la política exterior y la paz en el mundo. No podemos olvidar eso”.
¿Un nuevo punto de inflexión?
El doble frente que enfrenta Trump —presión interna por evitar un cierre gubernamental y tensiones internacionales por el conflicto en Gaza— podría redefinir su liderazgo de cara al futuro político inmediato.
Si logra evitar el shutdown y mediar exitosamente en un alto al fuego entre Israel y Hamas, su figura saldría fortalecida. Pero si, como muchas veces ha sucedido, las negociaciones fracasan, tanto su credibilidad en Washington como su influencia en Medio Oriente podrían verse seriamente erosionadas.
Para ambos escenarios —el presupuesto nacional y la paz internacional— el lunes puede marcar un antes y un después en el ya tumultuoso mandato de Trump.