‘Womb Service’: Jóvenes activistas desafían la doctrina católica para garantizar salud reproductiva
En universidades católicas como DePaul y Loyola en Chicago, estudiantes organizan redes clandestinas para distribuir anticonceptivos en respuesta a políticas institucionales restrictivas
La revolución silenciosa en campus católicos
En medio del conservadurismo universitario de las instituciones católicas estadounidenses, nació una rebelión silenciosa pero poderosa. Maya Roman, estudiante de la Universidad DePaul en Chicago, no es simplemente una estudiante de economía: es líder de un movimiento que busca garantizar lo que ella define como un derecho básico —el acceso a la salud sexual y reproductiva. Su método de resistencia es simple, pero eficiente: una red estudiantil clandestina que distribuye anticonceptivos bajo el sobrenombre "Womb Service".
Este servicio oculto entrega condones, lubricantes y píldoras de emergencia como Plan B en bolsas de papel, lejos del ojo crítico de la administración universitaria. La urgencia detrás de esta iniciativa quedó clara cuando DePaul decidió prohibir la organización afiliada a Planned Parenthood Generation Action —una decisión que muchos consideran como un golpe ideológico más que un tema de orden institucional.
El dilema de las universidades católicas
Las universidades católicas, siguiendo las enseñanzas doctrinales de la Iglesia, prohíben el uso, distribución y promoción de cualquier tipo de anticonceptivo. Lo hacen bajo la premisa de que cualquier tipo de relaciones sexuales fuera del matrimonio y el uso de métodos anticonceptivos contradicen la fe y su misión. En DePaul —la universidad católica más grande de EE.UU.— esta política se traduce en una prohibición tajante: no se distribuyen condones, anticonceptivos hormonales ni información sobre aborto en el campus ni en sus clínicas de salud.
La universidad declaró que tomó la decisión de revocar el estatus oficial del grupo no solo por su afiliación a Planned Parenthood (la mayor organización proveedora de abortos en EE.UU.), sino porque se reserva el derecho de decidir qué tipo de insumos médicos son “apropiados” conforme a su identidad institucional. Pero Maya Roman responde con claridad: “Estamos tratando de llenar los vacíos que la universidad está dejando mientras ignora las necesidades de su comunidad estudiantil diversa.”
Los estudiantes frente a un sistema restrictivo
En muchas universidades religiosas, lo que es considerado como salud pública en otros contextos, aquí es contrabando. Sin embargo, los estudiantes no se han quedado de brazos cruzados. Redes similares a “Womb Service” han surgido en otras instituciones religiosas, como Loyola University en Chicago y la Universidad de Notre Dame. En cada caso, jóvenes activistas han tomado el liderazgo para organizarse y ofrecer educación sexual, distribuir anticonceptivos y visibilizar una realidad muchas veces ignorada por las autoridades universitarias.
Loyola: Condones en paradas de autobús y resistencia estudiantil
En la cercana Loyola, el grupo Students for Reproductive Justice (SRJ) también ha enfrentado obstáculos institucionales desde 2016, cuando intentaron obtener reconocimiento oficial como organización estudiantil. Su petición fue rechazada. En respuesta, comenzaron a operar en el margen: distribuyen condones, pruebas de embarazo y lubricantes directamente a estudiantes e incluso organizan eventos como “Viernes de Condones Gratis” en paradas de autobús cercanas al campus.
Alyssa Suarez Tineo, estudiante de género y activista de SRJ, declaró: “El lema de Loyola es ‘cura personalis’ —el cuidado de la persona completa. Pero esta política es prueba de que no están cumpliendo con su promesa.”
La paradoja de Notre Dame
En la Universidad de Notre Dame, más al este, el activismo se volvió incluso legal. Fue allí donde el grupo Irish 4 Reproductive Health presentó una demanda en 2017 luego de que la universidad decidiera no cubrir anticonceptivos bajo seguros médicos para estudiantes y empleados. Hoy continúan su labor distribuyendo anticonceptivos fuera del campus, a pesar de seguir siendo ignorados por la administración.
Gabriella Shirtcliff, copresidenta del grupo, subrayó el trasfondo de su activismo: “Estamos previniendo embarazos no deseados que podrían llevar a abortos. Ofrecemos una herramienta para elegir con libertad.”
Crisis nacional de acceso a la anticoncepción
Este fenómeno no se limita a campus religiosos. En todo EE.UU., legisladores en estados conservadores han impulsado propuestas para limitar el acceso a métodos anticonceptivos e incluso excluir tratamientos como Plan B de los programas de Medicaid. Lo que hasta hace poco era una política exclusiva de universidades religiosas ahora está siendo replicada a escala estatal y nacional.
La administración Trump eliminó en su momento guías federales sobre anticoncepción de los sitios web de la CDC, lo cual fue interpretado por sectores progresistas como una ofensiva contra la salud pública basada en ideología más que evidencia científica.
Illinois, por el contrario, se ha convertido en un bastión progresista que va a contracorriente. En 2023, el gobernador demócrata JB Pritzker firmó una ley que obliga a universidades públicas a ofrecer anticonceptivos y medicamentos abortivos en sus farmacias y clínicas estudiantiles. Pero la legislación se aplica solo a instituciones públicas, dejando universidades privadas y religiosas fuera del alcance de esta protección.
“Lo que está en juego: autonomía sobre nuestros cuerpos”
La doctora Jill Delston, profesora asociada en la Universidad de Missouri-St. Louis y autora de estudios sobre acceso a la anticoncepción, resumió lo que enfrentan muchos de estos estudiantes: “Lo que está en juego aquí es su autonomía corporal. Determina si lograrán sus metas académicas y profesionales, o si tomarán decisiones con base en políticas institucionales anticuadas.”
La Sociedad Americana de Anticoncepción de Emergencia lanzó en 2020 una iniciativa para colocar dispensadores de anticoncepción de emergencia en campus universitarios. Hasta la fecha, más de 150 máquinas han sido instaladas en todo el país, aunque en campus católicos esto sigue siendo una misión casi imposible. De ahí que estudiantes como Roman deban operar desde el secretismo, apoyándose en redes digitales y entregas anónimas.
Resistir, renombrar y continuar
Tras ser desmantelado como capítulo oficial de Planned Parenthood, el grupo de Maya Roman se ha reformado bajo el nombre “Students United for Reproductive Justice” y continúa operando fuera del campus. Atienden más de 25 pedidos por semana y han organizado talleres educativos. Su lucha no descansa solo en la distribución de anticonceptivos, sino también en la educación: desmontar mitos, promover el consentimiento y generar una cultura de respeto al derecho de decidir.
Roman se siente esperanzada: “Es posible, es viable. Y no estás sola en esta lucha.”
Un legado en construcción
Más allá del activismo, lo que ocurre en universidades como DePaul, Loyola y Notre Dame representa una tensión más profunda en el tejido social estadounidense: libertad religiosa versus derechos civiles; dogma versus ciencia; tradición versus modernidad. La juventud ha decidido tomar posición. En medio de bolsas de papel y mensajes de texto codificados, están sembrando el camino para un futuro donde la salud reproductiva sea un derecho sin restricciones ideológicas.