China y la reconfiguración del orden mundial: ¿nuevo liderazgo o confrontación calculada?
El ascenso de la Iniciativa China de Gobernanza Global en un escenario de críticas a la ONU y una Estados Unidos en repliegue bajo Donald Trump
China entra al juego: una propuesta alternativa al liderazgo estadounidense
El escenario de las Naciones Unidas, tradicionalmente dominado por la voz y presencia de Estados Unidos y sus aliados occidentales, ha comenzado a ser testigo de un giro notable. En septiembre, apenas un mes después de que el presidente chino Xi Jinping presentara su Iniciativa de Gobernanza Global, su primer ministro, Li Qiang, tomó el estrado en la Asamblea General de la ONU con un claro mensaje: China está lista —y es capaz— de modelar el orden internacional.
“Una China que tiene en cuenta el bien mayor de la humanidad y está lista para asumir responsabilidades traerá más energía positiva al mundo”, proclamó Li. Aunque no mencionó a Estados Unidos directamente, apuntó con habilidad contra las políticas recientes de Washington bajo la administración de Donald Trump: «unilateralismo», «mentalidad de Guerra Fría» y «hegemonismo» fueron solo algunas de las referencias lanzadas con precisión retórica.
¿Por qué ahora? Un contexto de repliegue estadounidense
La narrativa china cobra fuerza en un momento clave. Con Donald Trump replegando a Estados Unidos de compromisos multilaterales —como la retirada del Acuerdo de París o la hostilidad hacia la OMS y la OTAN—, el vacío discursivo y político ha sido hábilmente aprovechado por Pekín. China se perfila ahora como un defensor del multilateralismo, del libre comercio e incluso de la lucha contra el cambio climático.
Según Olivia Cheung, politóloga del King’s College de Londres, esto representa más que un simple discurso: “La postura diplomática de China hoy está firmemente anclada en el objetivo de transformar un orden mundial dominado por Occidente en uno más acorde a los intereses y valores chinos”.
Este viraje no es menor. De querer integrarse al sistema internacional occidental, China ha pasado a querer rehacerlo en función de su visión global.
¿Qué propone exactamente la Iniciativa de Gobernanza Global?
En esencia, la propuesta de Xi —lanzada en septiembre de 2025— no habla de reemplazar a la ONU, sino de reformarla desde dentro. China busca poner a la organización “en el centro del sistema de gobernanza global”, bajo principios de justicia, equidad y representación, elementos que según Pekín no se respetan actualmente.
Li Qiang subrayó que dicha iniciativa “señala la dirección correcta y proporciona una vía importante para construir un sistema de gobernanza más justo y equitativo”. China se ofrece así como un modelo alternativo a la hegemonía liberal-occidental, que según sus líderes ha fracasado.
Críticas a la ONU: entre la reforma y la decepción
Esta visión china sintoniza con frustraciones expresadas por varios países, especialmente del llamado Sur Global, en la reciente Asamblea General.
- India, a través de su canciller Subrahmanyam Jaishankar, preguntó: “¿Dónde ha hecho realmente la ONU una diferencia?”
- Guinea expresó que “los mejores años de nuestra organización compartida pueden estar en el pasado”.
- Malasia pidió desatar al Consejo de Seguridad de su “humillante parálisis”.
Estas críticas, muchas veces formuladas desde lugares de profunda desilusión, reconocen los logros técnicos y humanitarios de la ONU, pero denuncian a una organización secuestrada por los grandes intereses geopolíticos, y sin capacidad de respuesta efectiva ante guerras o crisis climáticas.
La doble cara del discurso chino
Si bien el discurso de Li aboga por cooperación y reforma, no escapa al análisis de escépticos. Craig Singleton, del Foundation for Defense of Democracies, apuntó que “China defiende la soberanía en la ONU mientras la socava en la práctica, desde Hong Kong hasta el Mar del Sur de China”.
También señaló cierta “doble moral” en los llamados chinos a la apertura económica, cuando en realidad su economía permanece cerrada y dirigida. Pese a las promesas de apertura expresadas por Li a empresarios estadounidenses en Nueva York, las tensiones comerciales con EE. UU. continúan, reflejadas en guerras arancelarias y restricciones tecnológicas mutuas.
Trump: el contribuyente incómodo
El mensaje estadounidense, encarnado por Donald Trump, no puede contrastar más con el de China. El expresidente describió la ONU como un ente que “parece vivir de palabras vacías” y criticó su burocracia, su ineficiencia y su falta de acción concreta ante conflictos globales. “Ni siquiera cumplen con una carta bien redactada”, señaló irónicamente.
Su discurso, sin embargo, no niega la necesidad de una organización como la ONU, sino su forma actual. Trump representa una visión introspectiva de la política exterior estadounidense, una que deja espacio (aunque sin intención) para actores como China, que ven en ese repliegue una oportunidad geopolítica.
La pugna geopolítica por la narrativa
Lo interesante del momento actual en las relaciones internacionales es que, más allá de los conflictos militares o comerciales, hay una guerra narrativa en marcha. Y esa guerra gira en torno a una pregunta existencial: ¿quién tiene la legitimidad para definir los valores sobre los que se basa el orden global?
- Para EE. UU. y Europa, ese orden se ha basado en la democracia liberal, derechos humanos y libre mercado.
- China plantea una narrativa más pragmática y basada en el “desarrollo soberano” y el respeto a las particularidades culturales y políticas de cada nación.
La Iniciativa de Gobernanza Global es, en este sentido, mucho más que un documento diplomático: es una apuesta por redibujar el tablero global con nuevos pinceles.
¿Y el futuro del multilateralismo?
En medio de estos debates, muchos líderes coinciden en que el multilateralismo debe reformarse, no abandonarse. “La ONU somos nosotros. Debemos hacerla funcionar”, dijo el canciller alemán Johann Wadephul.
El primer ministro de Las Bahamas, Philip Davis, fue aún más claro: “La solución no es abandonarla, sino arreglarla”.
Sin embargo, la duda permanece: ¿existe la voluntad política para esa reforma? ¿O estamos transitando hacia un nuevo tipo de orden internacional donde los organismos multilaterales serán relegados a un rol más ceremonial que operativo?
¿Líder o actor entre actores? El dilema final de China
Ali Wyne, del International Crisis Group, señala que China no tiene verdaderamente los recursos —ni quizá la voluntad— para establecer un nuevo orden mundial desde cero. “Más bien intenta legitimar su larga tesis de que se necesitan nuevas normas que reflejen las tendencias geopolíticas emergentes”.
Esto sugiere un objetivo más realista y a corto plazo: aumentar su influencia dentro del sistema actual, reposicionándose como una potencia imprescindible para enfrentar los desafíos globales, sin romper del todo con las estructuras ya establecidas.
En definitiva, China no busca —aún— destruir el tablero. Lo que quiere es cambiar las reglas del juego a su favor.
Una ONU entre la nostalgia y la necesidad
Setenta y ocho años después de su fundación, la ONU enfrenta quizá su mayor desafío: justificar su existencia ante una humanidad más polarizada, desigual e interdependiente que nunca. La sombra de la Sociedad de Naciones, su antecesora fallida, asoma en cada discurso de alerta y reforma.
Aún con todas sus limitaciones, esta institución internacional representa una aspiración: que el diálogo, la cooperación y el consenso puedan prevalecer sobre la guerra, el egoísmo y la dominación.
¿Será capaz de reinventarse a tiempo? China, al parecer, tiene su propia idea al respecto. Y no está dispuesta a esperar sentada.