El fuego invisible del Mar Rojo: Cómo los ataques hutíes reavivan la tensión global
Los rebeldes hutíes yemeníes amenazan el comercio internacional con ataques constantes en el Golfo de Adén, mientras el conflicto en Gaza y el pulso geopolítico con Irán escalan los riesgos
La amenaza silenciosa que se enciende en alta mar
Una nave en llamas navegando a más de 230 kilómetros de la costa de Adén. Un proyectil desconocido que cae desde el cielo, generando humo y caos. No se trata de una escena sacada de una película de guerra futurista: es lo que ocurrió en el Golfo de Adén el pasado lunes, en lo que se presume fue un nuevo ataque de los rebeldes hutíes de Yemen.
Y es solo la última pieza de una bomba de tiempo geopolítica y militar que vuelve a hacer del Mar Rojo y sus inmediaciones un punto neurálgico de tensión global. En este artículo, nos sumergiremos en una análisis detallado sobre los impactantes efectos colaterales de un conflicto que va mucho más allá de los límites de Gaza o Yemen.
¿Quiénes son los hutíes?
Los rebeldes hutíes, conocidos también como el movimiento Ansar Allah, son una milicia chiita que surgió en el norte de Yemen a principios de los años 90. Desde 2014, controlan gran parte del país, incluida su capital, Saná, tras expulsar al gobierno reconocido internacionalmente. Apoyados por Irán, han mantenido una guerra prolongada con una coalición liderada por Arabia Saudita desde 2015.
Aunque su lucha comenzó como un conflicto interno, con el tiempo los hutíes han amplificado su radio de acción y sus reivindicaciones, posicionándose como parte del bloque de resistencia frente a Israel y sus aliados occidentales, especialmente desde el inicio de la guerra en Gaza.
El nuevo frente: el mar
Desde finales de 2023, los hutíes han intensificado sus ataques con misiles balísticos y drones contra embarcaciones que atraviesan el Mar Rojo y el Golfo de Adén. La razón oficial: su solidarización armada con la causa palestina en Gaza.
En palabras del portavoz hutí, Yahya Saree, en un comunicado emitido en octubre: "No permitiremos que la ocupación continúe cometiendo crímenes en Gaza sin represalias. Todos los buques vinculados a Israel serán objetivos legítimos".
Estos ataques han provocado múltiples incidentes graves. El más reciente involucró a un buque en el Golfo de Adén que fue alcanzado por un proyectil no identificado, lo que lo dejó en llamas. Afortunadamente, no se registraron víctimas, pero el susto y las implicaciones fueron inmediatas.
El impacto económico: un billón bajo fuego
La importancia del Mar Rojo y el Golfo de Adén va mucho más allá de sus aguas cristalinas. Estos estrechos marítimos son la puerta de entrada al Canal de Suez, por donde transita aproximadamente el 12% del comercio marítimo global, valorado en más de $1 billón de dólares anuales, según datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Desde que empezaron los ataques hutíes, empresas navieras como Maersk y MSC han comenzado a desviar sus rutas, optando por rodear el Cabo de Buena Esperanza, lo cual añade aproximadamente 13.000 kilómetros y hasta 10 días extra de viaje.
Esto no solo incrementa los costos del transporte y los seguros, sino que también retrasa los suministros críticos, elevando los riesgos de inflación global, especialmente en el comercio de petróleo, grano y bienes manufacturados.
Un conflicto regional que escala
Aunque Yemen y su guerra olvidada solían ocupar las páginas interiores de los diarios internacionales, hoy vuelve al centro del tablero diplomático por varias razones:
- La guerra en Gaza, en plena escalada con nuevas operaciones terrestres de Israel en Ciudad de Gaza.
- Las tensiones entre EE. UU. e Irán, incluyendo la reimposición de sanciones sobre el programa nuclear iraní y ataques a instalaciones atómicas por parte de Israel.
- La posibilidad de que el conflicto se extienda aún más, arrastrando a actores como Arabia Saudita, Egipto o incluso Turquía.
El presidente Joe Biden, al igual que su antecesor Donald Trump quien ordenó ataques aéreos contra Yemen en 2020, ha aumentado los despliegues militares en la región para proteger la navegación comercial, aunque sin éxito en frenar la ofensiva hutí.
Las víctimas invisibles: marineros y civiles
Uno de los efectos más alarmantes de esta nueva forma de guerra marítima es su impacto humano. En julio de 2023, al menos cuatro tripulantes murieron cuando los hutíes hundieron dos embarcaciones civiles. Según el Observatorio Naval del Mediterráneo, más de 25 marineros han fallecido por ataques similares desde 2022, y decenas han sido retenidos como rehenes por los rebeldes.
Además, las comunidades costeras yemeníes viven en condiciones extremas, acercándose a niveles de hambruna en varios distritos de Al-Hudayda y Taiz. Los toques de queda, los bombardeos y el bloqueo económico han convertido a Yemen en lo que la ONU llama “la peor crisis humanitaria del siglo XXI”.
La guerra asimétrica del siglo XXI
En esencia, lo que observamos es una forma moderna de guerra asimétrica, donde grupos no estatales con acceso a tecnología (misiles de precisión, drones de largo alcance, sistemas radar iraníes) logran plantar cara a potencias globales.
Esto genera un riesgo global descentralizado: una milicia de origen tribal puede afectar el comercio global, propiciar aumentos en el precio de los combustibles o incluso desencadenar decisiones diplomáticas críticas en Naciones Unidas.
Irán, el verdadero maestro de marionetas
Detrás del telón, Irán aparece como el principal patrocinador de los hutíes. Sus envíos de armas, entrenamiento y estrategia son parte de una táctica más amplia de “guerra proxy” que incluye también a Hezbolá en el Líbano, milicias chiitas en Irak y la Guardia Revolucionaria en Siria.
Esto forma parte de su respuesta a las sanciones internacionales, el programa nuclear paralizado y la creciente presión occidental, especialmente tras las explosiones en Natanz y otros centros nucleares bombardeados por Israel y sus aliados en los últimos meses.
¿Es posible una salida diplomática?
En 2022 se logró un alto al fuego parcial gracias a la mediación de la ONU, pero como muestra el actual estado de tensión, la diplomacia ha sido temporaria y frágil.
El enviado especial de la ONU para Yemen, Hans Grundberg, ha alertado recientemente que el regreso del conflicto a mar abierto y la amenaza contra la economía global “podrían convertir un conflicto regional en una crisis mundial irreversible”.
Egipto y Omán han intentado mediar conversaciones indirectas entre hutíes y Arabia Saudita, pero sin un acuerdo concreto hasta el momento. EE. UU. ha propuesto sanciones coordinadas con la UE, sin embargo, Irán sigue apoyando indirectamente la causa rebelde.
¿Hacia una alianza marítima anti-hutí?
Una solución que gana fuerza es la creación de una coalición naval internacional, propuesta por la OTAN y respaldada por potencias árabes como Emiratos Árabes Unidos.
“El objetivo sería garantizar la libre navegación comercial, contener a los hutíes y reducir el riesgo de escalada militar directa”, explicó al Financial Times una fuente diplomática europea.
Pero esta solución también tiene riesgos: involucrar más actores externos podría provocar una respuesta más agresiva por parte de Teherán o incluso abrir la puerta a una confrontación directa en el Estrecho de Ormuz, de vital importancia petrolera.
El ajedrez inestable del Medio Oriente
Los ataques hutíes en el Golfo de Adén no son actos aislados, sino movimientos en el gran tablero del ajedrez geopolítico. Cada misil lanzado desde Yemen, cada barco que arde en el mar, cada respuesta militar desde Washington o Tel Aviv, influyen directa o indirectamente en la estabilidad del mundo como lo conocemos.
El reto actual no solo es militar: es diplomático, económico y hasta moral. ¿Cuánto está dispuesto el mundo a tolerar esta nueva forma de guerra indirecta? ¿Hasta dónde puede escalar el conflicto antes de volverse incontrolable?
Una cosa es segura: el fuego invisible del Mar Rojo seguirá proyectando su sombra sobre el mundo moderno.