Entre cambios, decepciones y desafíos: La inestabilidad en la dirección técnica de Grandes Ligas
Mientras un debutante como Carlos Mendoza obtiene respaldo pese al fracaso de los Mets, otros experimentados como Rocco Baldelli son sacrificados: ¿hay justicia en el béisbol moderno?
Un deporte de estadísticas, pero también de decisiones humanas
La temporada 2025 de Grandes Ligas dejó más que estadísticas: expuso una vez más la fragilidad del puesto de manager en el béisbol profesional. En un escenario donde los millones de dólares y las expectativas van de la mano, los cascos no siempre caen por desempeño, sino también por percepción, narrativa y promesas rotas. En este artículo de opinión, exploraremos tres casos que resaltan cómo cada franquicia interpreta a su manera la figura del manager: Carlos Mendoza en los New York Mets, Rocco Baldelli en los Minnesota Twins, y la situación de Lucas Giolito con los Boston Red Sox, como reflejo de decisiones estratégicas que impactan más allá del diamante.
Carlos Mendoza y los Mets: fe ciega o apuesta fundamentada
Los Mets de Nueva York arrancaron el 2025 como uno de los favoritos para llegar a la Serie Mundial, y no era para menos. Se reforzaron con la llegada de Juan Soto y contaban con una nómina astronómica de $322.6 millones, la más alta de todas las Grandes Ligas. Llegaron hasta mitad de junio con un dominio impresionante de 45-24, pero luego vino el colapso: terminaron con un decepcionante 83-79 y se quedaron fuera de los playoffs con una derrota sin anotaciones ante los Marlins en el último juego.
Sin embargo, David Stearns, presidente de operaciones de béisbol, fue categórico al decir que Mendoza seguirá en el cargo: “Aún creo que es un gran manager y va a demostrar eso”. Mendoza, que firmó hasta 2026, tuvo un debut destacado en 2024 y cuenta con una opción de extensión para 2027.
¿Por qué Mendoza permanece mientras el equipo cae? La respuesta puede encontrarse en la cultura actual del front office: managers jóvenes con buena relación con las oficinas, disposición a seguir las estrategias analíticas y comunicación efectiva con plantillas multiculturales. Mendoza aún cuenta con margen para crecer, y su principal activo parece ser esa adaptabilidad moderna más que su palmarés técnico.
Rocco Baldelli: el precio de la inercia
El caso de los Minnesota Twins y Rocco Baldelli es una clase aparte en cómo cambiar la dirección técnica no siempre es sinónimo de innovación. Baldelli fue nombrado Manager del Año en 2019 y lideró a los Twins a tres títulos de la División Central de la Liga Americana, pero su marca reciente fue preocupante: apenas 82 victorias en sus últimos 201 partidos.
El poste de mando fue insostenible después de que el equipo se desplomara en la segunda mitad del 2025, con una marca de 70-92. Sólo los Colorado Rockies jugaron peor tras la fecha límite de cambios. El presidente del equipo, Derek Falvey, explicó la decisión con respeto: “Siempre desearé que lográsemos más”.
Los problemas no eran únicamente técnicos. La familia Pohlad enfrentó críticas tras poner en venta la franquicia, despedir piezas clave antes del cierre del mercado y reducir inversión en la plantilla. En un contexto semejante, Baldelli quedó sin herramientas: perdió a 10 jugadores de su roster, incluidos su cerrador Jhoan Duran y Carlos Correa, y el relevo falló en ocho de 18 oportunidades, con un desastroso 44.4% de éxito.
¿Manager o marioneta?
Aquí surge una pregunta frecuente en el béisbol actual: ¿cuánto poder real tienen los managers? Con oficina ejecutiva e inteligencia artificial alimentando cada alineación y estrategia, muchas decisiones ya no son del dirigente en el banco. Baldelli fue, en su día, el arquetipo del manager moderno: comunicador, sabermétrico y transparente. Pero eso no bastó.
La diferencia entre los casos de Mendoza y Baldelli puede radicar en las expectativas. Los Mets, aunque tambaleantes, aún proyectan futuro y un núcleo competitivo. Los Twins apostaron más por remendar que reinvertir, lo que dejó claro el impacto de la economía sobre la confianza técnica.
Lucas Giolito y los Red Sox: la invisible fragilidad física
Mientras algunos equipos piensan en reconstrucción, otros enfrentan golpes inesperados. Los Boston Red Sox tendrán una desventaja en la Serie de Comodines de la Liga Americana: la baja de su lanzador Lucas Giolito por lesión en el codo.
Giolito, de 31 años y con historial de Tommy John en 2012, ya había sido intervenido en marzo de 2024. Finalizó esta temporada con balance de 10-4 y 3.41 de ERA, pero su velocidad bajó de 93.9 a 92.1 mph durante septiembre. Alex Cora, su manager, explicó: “Fue a tirar bullpen... y tuvimos que pararlo. No se le veía bien”.
Sus posibles reemplazos en un hipotético tercer juego serían Connelly Early (1-2) o Kyle Harrison, recientemente adquirido desde San Francisco. La ausencia de Giolito es un recordatorio de lo impredecible que puede ser el pitcheo en octubre.
Más que resultados: la percepción lo es todo
El despido de Baldelli fue una declaración de insatisfacción. La continuidad de Mendoza sugiere otra cosa: los Mets apuestan al largo plazo. Lo de Giolito retrata cómo ciertas “bajas” pueden ser más comprensibles que otras. Esto abre un tema recurrente sobre la narrativa en el deporte: ¿deben los fans aceptar las etapas de reconstrucción o seguir exigiendo resultados inmediatos?
En Estados Unidos, la cultura deportiva ha abrazado el romanticismo de "el proceso" —modelo popularizado por los 76ers de la NBA— o bien el pragmatismo absoluto donde el rendimiento inmediato define la suerte, como en el caso de los New York Yankees. En cualquiera de los escenarios, el puesto de manager hoy es más político que técnico.
Y los fans... ¿aguantan tanto swing?
La franquicia de Minnesota registró su peor asistencia en una temporada sin pandemia desde el año 2000: apenas 1.7 millones de boletos vendidos. Se trata de una caída drástica comparada con su regreso a los playoffs en 2023. Este desánimo ha generado presión sobre los propietarios, que incluso consideraron vender el club.
Mientras tanto, los Mets siguen llenando su estadio por el atractivo de su nómina y figuras como Juan Soto y Francisco Lindor. Pero el béisbol, cada vez más, se esté convirtiendo en una guerra de narrativas respaldadas por analytics y manipuladas por expectativas económicas.
¿El futuro de los managers?: Más gestores, menos estrategas
Si algo queda claro en esta era posmoderna del béisbol, es que el manager dejó de ser la figura inspiradora que tomaba decisiones a corazón vivo. Ahora, como sucede con Mendoza y sucedió con Baldelli, el dirigente es parte del engranaje corporativo. Ya no decide solo; guía, comunica, y —en caso de duda— es reemplazable.
En resumen: ningún manager está a salvo. Algunos, como Mendoza, aún gozan de crédito. Otros, como Baldelli, pagaron por fallos que probablemente no fueron sólo suyos. Y otros, como Giolito, simplemente confirman que el azar competitivo puede tumbar cualquier estrategia.
La vida en el dugout, hoy más que nunca, es esperar el siguiente swing... o el despido.