George Hardy y los Tuskegee Airmen: El legado inmortal de los primeros pilotos negros de EE. UU.

A 100 años del nacimiento de George Hardy, repasamos cómo los Tuskegee Airmen rompieron barreras raciales durante la Segunda Guerra Mundial y más allá

Una vida dedicada al cielo y a la dignidad

George Hardy, el último piloto de combate sobreviviente perteneciente al legendario escuadrón de los Tuskegee Airmen, falleció a los 100 años. Su historia es mucho más que una anécdota dentro de los libros de historia militar: es un símbolo de resistencia, excelencia y lucha contra el racismo sistémico dentro de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

Hardy nació en 1925 en Filadelfia. Desde joven, soñaba con convertirse en ingeniero. Sin embargo, el contexto histórico —y la oportunidad brindada por el Ejército al comenzar a reclutar pilotos negros en 1941— lo llevó a formar parte de uno de los capítulos más heroicos y a la vez subestimados de la historia norteamericana: la creación del escuadrón de los Tuskegee Airmen.

¿Quiénes fueron los Tuskegee Airmen?

Antes de 1941, los afroamericanos tenían prohibido volar en las Fuerzas Aéreas del Ejército de los EE. UU. Esto cambió cuando, al calor de la Segunda Guerra Mundial y bajo presión civil, el Ejército decidió abrir un programa experimental en el Tuskegee Institute en Alabama. Así nació el 99º Escuadrón de Persecución, más tarde incorporado al 332º Grupo de Caza, una unidad completamente negra a excepción de algunos oficiales blancos.

En medio de una segregación institucionalizada y el rechazo dentro incluso del propio Ejército —muchos mandos superiores se oponían a que los pilotos negros intervinieran en combate— estos valientes aviadores cumplieron un papel crucial como escoltas de bombarderos aliados sobre Europa. Su récord es impresionante: tuvieron una de las tasas más bajas de pérdida de bombarderos protegidos en sus misiones. Esto refutó todos los prejuicios raciales sobre sus capacidades.

George Hardy: un piloto en tres guerras

Hardy fue comisionado como segundo teniente a los 19 años, antes incluso de haber conducido un automóvil, según relató en una entrevista para AVI-8. Voló 21 misiones de combate en la Segunda Guerra Mundial, y después también sirvió en la Guerra de Corea y en la de Vietnam. Más allá de sus hechos de armas, su figura se erige como la de un pionero y educador que hasta los últimos años de su vida asistía a ferias aeronáuticas para inspirar a jóvenes afroamericanos a soñar con volar.

Brian Smith, presidente y director ejecutivo del Tuskegee Airmen National Historical Museum, lo describió como "un hombre humilde, apasionado por la aviación y por alentar a las nuevas generaciones".

Resistencia dentro y fuera de la cabina

Los Tuskegee Airmen no solo enfrentaban adversarios en el cielo europeo, también luchaban contra la lógica segregacionista en su país de origen. Incluso se les prohibía entrar en los clubes sociales de oficiales blancos. Ante estas injusticias, muchos protagonizaron actos de desobediencia civil pacífica que más tarde influirían en el movimiento de derechos civiles.

Uno de los episodios más conocidos es el del "Freeman Field Mutiny", en 1945, cuando varios pilotos negros fueron arrestados por intentar ingresar en un club de oficiales blancos en la base aérea Freeman, en Indiana. Este acto de desobediencia fue uno de los primeros movimientos de protesta que prefiguraron el levantamiento de los años 60.

Legado cultural e histórico

La influencia de los Tuskegee Airmen ha sido reconocida a través de múltiples homenajes. En 1995, HBO lanzó la película The Tuskegee Airmen, protagonizada por Laurence Fishburne, mientras que en 2012 George Lucas produjo la película Red Tails, centrada en su unidad. Además, varios estados de EE.UU. conmemoran su historia el cuarto jueves de marzo, durante el Día de la Conmemoración de los Tuskegee Airmen.

En 2007, los supervivientes fueron homenajeados por el Congreso de Estados Unidos con la Medalla de Oro del Congreso, el máximo honor civil otorgado por el poder legislativo.

Contra el olvido y los retrocesos

En enero de 2024, la Fuerza Aérea de EE.UU. eliminó una serie de materiales educativos sobre diversidad, entre ellos videos sobre los Tuskegee Airmen y las mujeres aviadoras WASPs, debido a políticas impulsadas por la administración Trump. Sin embargo, la presión bipartidista logró que se restauraran estos contenidos pocas semanas después.

Es paradójico que un país que ha beneficiado tanto de la valentía de figuras como Hardy aún enfrente tensiones respecto a reconocer plenamente su contribución. Como señaló el propio Hardy en varias entrevistas, “sí, hubo racismo, pero también se ha avanzado. Nuestro legado debe servir para mostrar ambos lados de esa moneda”.

Una inspiración que trasciende generaciones

No solo se trata de historia militar. La trayectoria de los Tuskegee Airmen y de George Hardy, en particular, representa la superación del racismo en arenas donde pocos esperaban ver resistencia: las alturas del cielo, la ingeniería y el simbolismo del uniforme militar.

En tiempos actuales, cuando los movimientos antirracistas y los debates sobre representación en instituciones públicas siguen vigentes, conviene recordar figuras como la de Hardy. Su vida, marcada no solo por la acción militar sino también por su vocación educativa, su humildad y su dignidad, debe permanecer en el centro del relato nacional estadounidense y global.

El centenario de su nacimiento es una oportunidad inmejorable para revisitar su historia y luchar, desde la memoria histórica, contra las nuevas formas de exclusión.

Como dijo una vez el mismo Hardy: “Lo que hicimos no fue solo por nosotros, sino por todos los que vinieron después. Mi esperanza es que ellos vuelen más alto aún.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press