Las huellas del horror: El caso de los asesinatos en la tienda de yogurt en Austin y su resolución décadas después
Tres décadas, un nombre revelado y la exoneración de inocentes: así se resolvió uno de los crímenes más impactantes de Texas
La noche en que Austin perdió su inocencia
El 6 de diciembre de 1991, una tragedia sacudió el corazón de Austin, Texas. Cuatro adolescentes —Amy Ayers (13), Eliza Thomas (17), Jennifer Harbison (17) y Sarah Harbison (15)— fueron brutalmente asesinadas dentro de una tienda llamada “I Can't Believe It’s Yogurt”. Dos de ellas trabajaban allí. Sus cuerpos fueron encontrados atados, amordazados y ejecutados a disparos en la cabeza. Para cubrir el crimen, el asesino incendió el local. La brutalidad, la juventud de las víctimas y la total falta de motivos visibles, convirtieron el caso en uno de los más famosos en la historia criminal de Texas.
Décadas de incertidumbre
El crimen no solo dejó una cicatriz imborrable en las familias y en la ciudad de Austin, sino que también originó un largo y controvertido proceso judicial que incluyó arrestos, confesiones dudosas, veredictos anulados y acusaciones de coerción por parte de la policía. En 1999, cuatro hombres, entonces adolescentes al momento del crimen, fueron arrestados. Dos de ellos, Robert Springsteen y Michael Scott, fueron condenados, con Springsteen incluso enviado al corredor de la muerte.
Pero había un gran problema: ninguno de los perfiles de ADN recolectados del lugar de los hechos coincidía con los de los condenados. En 2009, nuevas pruebas forenses los exoneraron oficialmente y fueron puestos en libertad. Muchos pensaron que el caso jamás se resolvería.
Una revelación tardía gracias a la ciencia
Más de tres décadas después, la policía de Austin anunció un descubrimiento histórico: gracias a nuevas técnicas en reconstrucción de ADN y balística, el asesinato de las cuatro chicas fue atribuido a un hombre que, por años, estuvo fuera del radar del caso: Robert Eugene Brashers.
Brashers, quien murió por suicidio durante un enfrentamiento con la policía en Missouri en 1999, ya había sido vinculado en años recientes con otras agresiones sexuales y asesinatos. Entre ellos destacan el asesinato por estrangulamiento de una mujer en Carolina del Sur en 1990, el tiroteo de una madre e hija en Missouri en 1998, y la violación de una niña de 14 años en Tennessee en 1997. El patrón en todos los casos era aterradoramente similar: víctimas femeninas atacadas solas, ataduras con su propia ropa, violencia sexual y, muchas veces, incendios en la escena para borrar evidencia.
La evidencia crucial: las uñas de Amy Ayers
El detalle forense más revelador de esta investigación se encontraba, literalmente, bajo las uñas de una de las víctimas más jóvenes, Amy Ayers. Según el detective de casos archivados, Daniel Jackson, el ADN hallado allí encajaba perfectamente con el perfil genético de Brashers.
“Los últimos momentos de Amy en este mundo fueron los que resolvieron este caso para nosotros”, dijo Jackson en una conferencia de prensa, visiblemente emocionado.
Una ciudad y unas familias que finalmente obtienen respuesta
Para muchos en Austin, esta revelación trae cierta paz, pero también reabre heridas profundas. “En algún momento, dejé de creer en Dios, pero él nunca dejó de creer en mí”, dijo Shawn Ayers, hermano de Amy, entre lágrimas. Sonora Thomas, hermana de Eliza, compartió que pensaba morir sin saber la verdad, y que ahora, aunque con sufrimiento, al menos tiene una respuesta.
Las familias de las víctimas nunca exigieron venganza. Barbara Wilson, madre de Jennifer y Sarah Harbison, expresó: “Nunca quisimos que alguien fuera condenado por algo que no hizo. La venganza nunca fue la meta. Siempre fue la verdad”.
Justicia tergiversada: años robados a inocentes
Parte inevitable de esta historia es el grave error cometido por el sistema judicial. Dos hombres —Springsteen y Scott— pasaron casi una década en prisión por crímenes que no cometieron. Sus confesiones fueron extraídas bajo extrema presión, según sus denuncias, y basadas en testimonios sin bases fácticas.
El propio fiscal del condado Travis, José Garza, asumió públicamente la responsabilidad institucional: “Si se confirman las conclusiones de esta investigación, como parece ser, diré: lo lamento, aunque sé que eso nunca será suficiente”, expresó en rueda de prensa. Garza aseguró que su oficina se compromete a ayudar a que estos hombres reconstruyan sus vidas.
El papel de los avances forenses en casos archivados
Este caso vuelve a poner el foco sobre el papel cada vez más crucial de la tecnología en la resolución de delitos históricos. De acuerdo con el National Institute of Justice, el uso de genealogía genética y algoritmos avanzados de predicción de ADN ha permitido cerrar más de 400 casos en EE. UU. desde 2018, algunos de ellos con más de 50 años de antigüedad.
Brashers es parte de esta nueva ola de resolución criminal. En vida, fue un depredador serial silencioso. Murió sin pagar por sus actos, pero la ciencia y la perseverancia de las víctimas han permitido que, al menos, la verdad prevalezca.
Un caso convertido en símbolo cultural
En septiembre de 2023, HBO lanzó la serie documental “The Yogurt Shop Murders”, que reavivó el interés nacional por el caso. El documental no solo relató los horrores del crimen, sino que también puso bajo escrutinio las prácticas policiales de los años 90 —particularmente el uso de confesiones inducidas— y la falta de pruebas físicas, algo que, hoy en día, sería inadmisible.
El drama vivió un nuevo giro durante esta cobertura, cuando la policía de Austin anunció oficialmente a Brashers como el principal sospechoso. El momento fue protagonizado no solo por autoridades, sino también por las familias, que durante décadas mantuvieron viva la lucha por la verdad.
Más allá del cierre: el legado de las jóvenes víctimas
El recuerdo de Amy, Eliza, Jennifer y Sarah permanece indeleble en la memoria colectiva de Texas. En la actualidad, existen memoriales en Austin dedicados a las víctimas, y actividades en su honor son organizadas por comunidades locales cada año.
El caso también ha servido para generar conversaciones profundas sobre la reforma del sistema judicial, la importancia de la evidencia científica y la necesidad de revisar casos archivados con los nuevos recursos disponibles.
Como dijo Angie Ayers, cuñada de Amy: “Si algo te dice el corazón, no lo ignores. No aceptes un no por respuesta. Sigue empujando. Nunca dejes que archiven tu caso”.
Un nuevo capítulo para las víctimas y para la justicia en EE. UU.
Ahora, con una resolución finalmente a la vista, el caso de los asesinatos en la tienda de yogurt simboliza algo más grande. Es la historia de una ciudad devastada por el crimen, de un sistema judicial que falló, pero también de la resiliencia de las víctimas, la dedicación de los investigadores y la capacidad de la ciencia para ofrecer justicia, aunque tardía.
“Austin perdió su inocencia aquella noche”, dijo el alcalde Kirk Watson, “pero también aprendió a nunca rendirse”.